Entrevista con el pregonero de la Semana Santa de Sevilla, Juan Miguel Vega: "San Bernardo es el patio, la fuente y el limonero"
Pregón Semana Santa 2024
Reconoce dormir poco ante la responsabilidad encomendada el Domingo de Pasión
Defiende que la fiesta vive un momento de esplendor, aunque, eso sí, piensa que se sobrevalora lo anecdótico
Juan Miguel Vega: "Intentaré que todo el mundo salga el Domingo de Pasión loco por ver un paso"
El desmesurado interés en modernizar las tradiciones
El pregonero de la Semana Santa de 2024 nos recibe en su despacho, en la sede de Canal Sur Radio en la Isla de la Cartuja. Juan Miguel Vega luce camisa azul marino, uno de sus colores preferidos y que estará presente en la indumentaria con la que anuncie la fiesta mayor de Sevilla el próximo 17 de marzo. Posa con total naturalidad para las fotos sobre la mesa de reuniones, en la que se desarrolla la entrevista.
Se le nota la profesión de periodista en las respuestas. Cortas y concisas. Sin rodeos ni titubeos. Reconoce que el encargo que le llegó en otoño -aquel sábado en el que estaba viendo un partido del Manchester- no le deja conciliar bien el sueño. Tampoco sabe cómo ha podido sacar tiempo para escribir el texto. Defiende que el Pregón es un género que nace y muere el mismo Domingo de Pasión. Unas palabras de vida muy efímera pensadas para unas horas muy concretas y para un público predispuesto a dejarse llevar desde el primer minuto.
Obvio preguntarle por si hay más verso que prosa, o si le ha leído ya el Pregón al arzobispo. Sí caigo en la tentación de querer saber la duración que tendrá su intervención, una pregunta convertida en "obsesión" por parte de algunos periodistas y que le ha generado ya varias anécdotas las últimas semanas.
Vega fue una de las voces con las que muchas generaciones de Sevilla recordamos aquellas Semanas Santas en las que dejamos de ir de la mano de nuestros padres. Formó parte del equipo fundador de El Llamador, un programa que revolucionó la información cofradiera hace más de 30 años. Con este periodista, ahora director de la emisora pública andaluza, hablamos en una mañana de marzo de sol y frío. En uno de esos días azules que recordaba Antonio Machado y al que el pregonero hace referencia al final de la entrevista.
-¿Logra usted dormir a pierna suelta o el sueño se le altera con lo que tiene por delante?
-El sueño es una de las cuestiones que más se ven afectadas en el encargo pregoneril. Sí, duermo mal.
-Una curiosidad que siempre tengo: ¿con una agenda tan apretada de actos desde el otoño, de dónde saca tiempo para escribir el Pregón?
-Es una pregunta que yo también me he hecho y a la que no le he encontrado respuesta. Y me lo ha preguntado mucha gente. La verdad es que no sé de dónde lo saco.
-¿Ha necesitado escaparse algún día de su hábitat habitual?
-Lo he necesitado, pero no he podido hacerlo.
-De todos estos actos previos, ¿alguno que le haya dejado huella?
-Muchos. El de las Esperanzas, que es algo recurrente y lógico, pero también el del Señor de Pasión. En el Buen Fin tuve una experiencia muy hermosa, como sucedió en la Soledad de San Lorenzo o en el Cristo de la Misión.
-¿Tuvo claro desde el principio el arranque del Pregón o le entró pánico al enfrentarse a la pantalla en blanco?
-La pantalla en blanco nunca me dio miedo. En realidad no ha sido una pantalla, ha sido un cuaderno en blanco. He estado escribiendo a bolígrafo. Lo que siempre tuve claro fue el final del Pregón. El principio no lo tuve tan claro. Empecé de una manera y luego lo hice de otra.
-¿Cuál es el mayor riesgo que asume alguien que pregone la Semana Santa? ¿No lograr ese pellizco con el público o no ser uno mismo?
-Más que un riesgo, yo creo que es un error el no ser uno mismo. Pero dar el Pregón conlleva pocos riesgos. En general, son todas cosas buenas las que aporta. No es ninguna aventura temeraria. Es un privilegio y una fortuna.
-¿Cómo andamos de tiempo?
-Ésa es una pregunta que no sé por qué todo el mundo me la hace este año. Existe una obsesión. Durará lo que Dios quiera y hay que tener claro que el pregonero no es ningún plusmarquista de maratón ni hace la contrarreloj del Tour de Francia. No creo que tenga que someterse al cronómetro.
-Al Pregón hay que ir siempre bien saciado de hambre...
-Tengo varias anécdotas con eso...
-¿Me puede contar alguna?
-Un señor me sorprendió el otro día en mitad de la calle preguntándome cuánto iba a durar el Pregón porque había reservado el almuerzo en un restaurante y quería saber a qué hora iba a acabar. Le respondí que yo eso aún no lo sabía. La verdad es que fue muy amable.
-Usted ha reconocido en alguna entrevista que le fascina José María Izquierdo, creador de la divagación sevillana, que luego recuperó Cernuda. ¿Habrá algo de este género en el Pregón?
-Es probable. No me lo había planteado porque creo que el Pregón es otra cosa. Sí me considero un poco divagador, no solamente por admirar la figura de José María Izquierdo, a quien considero uno de los grandes intelectuales que hemos tenido en Andalucía. Pero insisto, creo que el Pregón es otro género y he procurado ajustarme más a ese formato.
-Y de ese Juan Miguel Vega rockero, ¿oiremos algo en el Pregón?
-Cabe la posibilidad.
-Ha afirmado que el Pregón de la Semana Santa no requiere de performance. ¿Un buen texto no necesita de experimentos?
-Ahí está Cervantes para demostrarlo. No es que yo quiera compararme con él, ni mucho menos, pero lo bueno no necesita de añadiduras.
-¿Es lo mismo pregonar en el Maestranza, en pleno centro de la ciudad, que en Fibes, en Sevilla Este?
-No lo sé, porque nunca he pregonado en Fibes ni tengo intención. Si la pregunta va en el sentido de trasladar el Pregón a Fibes, no sé si algún día se llevará a cabo por motivos de aforo. Ya hubo una polémica cuando se trasladó del Lope de Vega al Maestranza, que quedó superada. Quién sabe si el día de mañana llega también a Sevilla Este. Pienso que la ciudad también lo asumiría. Pero, si le soy sincero, espero que no se dé el caso.
-Hablemos de la fiesta en general. ¿Hemos perdido la medida en varios aspectos de la Semana Santa?
-Ésa es una queja recurrente desde hace muchísimo tiempo. Una de las tradiciones de la Semana Santa es el lamento por que esto va cuesta abajo. Eso se lleva diciendo desde los años 20 y se seguirá diciendo per secula seculorum. La fiesta religiosa está en crisis permanente, pero también las supera de manera continuada. No creo que haya que lamentarse por que esté muriendo de éxito. La Semana Santa vive un momento de apogeo, con sus pros y contras, que no nos deben negar una realidad absolutamente esplendorosa.
-Como periodista que se ha dedicado a informar de esta fiesta religiosa y a narrarla, ¿cuál es el principal cambio que destaca estos años en el oficio?
-En ese sentido, sí creo que se ha banalizado el tratamiento. Hacemos demasiado hincapié en menudencias que convierten la anécdota en categoría.
-Usted escribió un libro sobre la Madrugada del año 2000. ¿Aquellos incidentes, aún no aclarados por completo, determinaron la nueva Semana Santa?
-Aquello dio lugar a la preocupación máxima por la seguridad. Luego se han producido una serie de episodios que, creo, sólo tienen una relación de parecido con aquél. En esta sociedad nuestra, un poco obsesiva y neurótica, quizás nos estemos tomando aquello muy a pecho. Pero es cierto que en toda concentración masiva de gente hay riesgos a los que hacer frente. Ésa quizás sea una de las contras del esplendor actual de la Semana Santa, el gran interés que tiene mucha gente por verla.
-Permítame una banalidad. ¿Me puede adelantar el color de su corbata para el Domingo de Pasión?
-Azul con motivos blancos.
-Acabemos en el origen. ¿San Bernardo es esa patria de la infancia?
-Sin duda. Es el patio, la fuente y el limonero.
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