El encanto de lo sencillo
El Cristo de la Humildad y Paciencia presidió el Vía Crucis de las Hermandades en la Catedral. Muchas personas acompañaron a la Hermandad de la Cena en este acto penitencial.
"La sencillez de esta imagen es su fuerza. La sencillez de este Cristo es su encanto. La sencillez de esta imagen es su devoción". La crónica del Vía Crucis de las Hermandades presidido por el Señor de la Humildad y Paciencia podría terminarse con estas frases de la homilía de la misa previa al inicio del traslado. Poco más se puede añadir a lo pronunciado por el director espiritual de la hermandad, Juan José Gutiérrez Galeote. Lo dijo el padre salesiano antes de que se abrieran las puertas de los Terceros y lo pudieron descubrir las muchas personas que acompañaron a la que es la gran devoción para muchos hermanos de la Sagrada Cena en el traslado a la Catedral y durante el rezo de las 14 estaciones.
"¿Qué habéis salido a ver esta tarde en Sevilla? A Cristo en su Humildad y Paciencia. Motor de nuestras vida y causa de nuestra alegría". Esto, que bien lo sabían el padre Gutiérrez Galeote y todos los hermanos que estaban en los Terceros, lo pudieron corroborar las personas que salieron al encuentro con el Señor sedente en el gran día de su hermandad. Probablemente las muchísimas personas que fruncen el ceño ante la Semana Santa de hoy, y sus muchos ruidos y excesos, se reencontraron ayer con lo mejor de esa Semana Santa que ya sólo vive en su memoria. La de la devoción íntima, que no solitaria, la del recogimiento, la de la fe que camina tras la espalda vencida del Señor, la de la música que no rechina en los oídos, la de los cortejos justos y medidos, la de un público que sabe qué es lo que está contemplando y cómo tiene que comportarse, la del silencio cuando es necesario, la del respeto... "Dignidad, decoro y recogimiento. Que ésas sean las señas de identidad de la Hermandad de la Cena esta tarde". También lo dijo alto y claro el sacerdote. Y el público, sin haberlo escuchado, respondió de igual modo a la hermandad.
Vídeo: Antonio Pizarro
La Hermandad de la Sagrada Cena puede estar muy satisfecha del vía crucis que presidió el Señor de la Humildad y Paciencia. Todos los pormenores cuidados al máximo. Desde la música interpretada por la capilla y la escolanía de María Auxiliadora, sustentada en temas del Renacimiento sevillano y español, del Barroco alemán e italiano, algo del Romanticismo y piezas de capilla para crear un clima de oración; al detalle de que fueron los hermanos que participaron de alguna manera en la primera del Señor hace 40 años los que tuvieron el inmenso honor de ser los que portaron las andas en primer lugar: del presbiterio, donde la Virgen del Subterráneo todavía presidía su altar de cultos, a la calle Sol. Entre ellos, el hermano número tres, Eduardo García Ramos, o el número nueve, Tomás Vega, tesorero del Consejo de Cofradías. El presidente de la institución, Carlos Bourrellier, también hermano de la Cena por herencia paterna, disfrutaba junto a las andas de estos primeros instantes del traslado. Mientras el cortejo salía y la iglesia de los Terceros se iba despoblando, dio tiempo a charlar con una voz más que autorizada sobre el embrollo de la Madrugada. La conclusión de la conversación no puede ser otra: debe reinar la mesura. Todos tienen que sacrificarse algo. Las imposiciones nunca son buenas.
Con el elegante cortejo ya buscando el convento de las hermanas de la cruz, en una estampa inédita, se pudo comprobar cómo la naturalidad es la mejor manera de llevar una cofradía, y hubo tiempo de fijarse en otro de esos pequeños detalles que marcan la diferencia: el padre Gutiérrez Galeote perfectamente uniformado con sotana, fajín y manteo. Eran varios los sacerdotes que se integraron en la comitiva, como Juan Calvo, José María Ballesteros o el capuchino Pedro Enríquez.
Vídeo: Jesús Ollero
El recorrido elegido por la hermandad, tanto a la ida como a la vuelta, también resultó un acierto y contribuyó a crear ese clima propicio para la oración y el recogimiento. En Sor Ángela se vivió uno de los momentos más emotivos cuando las monjas entonaron un soneto al Señor enmarcado en la puerta. "Es una pieza anónima del XVI e inédita. Puede ser de San Juan de la Cruz o de Santa Teresa", apuntó veloz Joaquín Caro Romero. Buscó el cortejo la zona de la Alfalfa, donde lo aguardaba mucho público, y volvió a discurrir, tras varias décadas sin hacerlo, por la calle Alcaicería.
La llegada a la Catedral fue puntual. Allí esperaba para presidir el rezo de las estaciones el obispo auxiliar, Santiago Gómez Sierra, al encontrase monseñor Asenjo en Perú. El prelado instó a los cofrades en su intervención, antes de dar la bendición, a vivir la cuaresma y la Semana Santa con hondura y espetó a buscar al Señor desde el corazón: "A veces somos más hábiles para sacar nuestros móviles o la cámara cuando estamos ante los pasos que para mostrar el corazón al Señor".
El regreso a los Terceros fue otro regalo de la hermandad para la legión de devotos del Señor de la Humildad y Paciencia. "Su sencillez es su fuerza. Su sencillez es su encanto. Su sencillez es su devoción". De todo quedó constancia.
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