Domingo de normalidad en el Silencio tras el susto por el fuego
La Iglesia de San Antonio Abad ha reabierto en su horario habitual, con el cierre del acceso por Alfonso XII
El humo no dejó señal alguna en el interior del templo, al quedarse sólo en el atrio
Un cuadro de San Judas presidirá este lunes las misas de su festividad
Una muesca en una historia de siete siglos
Normalidad. Como si nada hubiera pasado. Así podría definirse la apertura de la Iglesia de San Antonio Abad este domingo, tras el incendio ocurrido el sábado en el atrio, donde se venera la imagen de San Judas Tadeo. La sede de la Hermandad del Silencio ha vuelto a abrir a la hora establecida, poco antes de las 11:30. Lo ha hecho por la puerta de la calle a la que da nombre la archicofradía (antigua general Moscardó). No han faltado sus devotos cotidianos y muchos curiosos para comprobar el estado en el que se encuentra el templo tras el incidente.
La calle San Eloy es este último domingo de octubre un trasiego de turistas con maletas y algún que otro sevillano que aprovecha que la lluvia da un respiro. El día ha amanecido despejado de nubes y la temperatura invita a salir. Hay cambio horario. Se estrena el de invierno. Amanece antes y la noche se echará encima poco después de la seis de la tarde. Conviene aprovechar la mañana.
En esta vía que une el Hotel Colón con la Plaza de la Campana se escuchan los comentarios de lo ocurrido el sábado. El fuego originado en el atrio de San Antonio Abad, que tuvo en vilo a la ciudad durante la sobremesa. Por suerte, todo quedó en un desagradable susto. Las fotos y vídeos viralizados en las redes sociales provocaron una gran angustia al ver el volumen que tomaban las llamas.
Cerrado por Alfonso XII
Un día después, la normalidad es la nota común en este templo del Casco Antiguo. La única anomalía es el cierre del acceso por la calle Alfonso XII, donde cualquier domingo habría devotos rezándole y poniéndole velas a San Judas Tadeo, imagen que "milagrosamente" ha sobrevivido a las llamas. Se desconoce aún cuándo quedará abierto este espacio.
La única entrada ahora es por la calle El Silencio. Por allí lo hacen las primeras personas en acceder a la iglesia. Algunos para cumplir su ritual dominical y otros llamados por la curiosidad. Entre estos últimos se encuentran dos amigos sexagenarios a los que la evidencia les frustra sus expectativas. "Aquí no se ha quemado nada", afirma uno de ellos, a lo que el otro le responde: "Claro, aquí no entró el fuego".
No hay señal entre estas paredes de lo ocurrido ayer. Nada. Ni olor siquiera a humo. Las pinturas murales que se recuperaron hace pocos años se mantienen intactas. La única huella, si se agudiza mucho la vista, es la de un cristal de la puerta del atrio, que se encuentra ennegrecido. En este acceso, por cierto, un cartel (con la Cruz de Jerusalén, como no podía ser de otra manera) avisa de que la salida es por la calle El Silencio.
En vísperas del 28 de octubre
Al fondo, en la sacristía, se escucha hablar a varias personas. "No se quemó porque es de escayola", refiere uno de ellos en alusión a la imagen de San Judas, que se venera en San Antonio Abad desde comienzos de los 80. Un santo que comenzó su fama de milagroso en la década prodigiosa y que en plena era digital acrecienta tal prestigio sobreviviendo a una columna de fuego. Este lunes, 28 de octubre, es su festividad. El Silencio lo celebrará con misas a las 13:00 y 20:00. Para ello, colocará un cuadro, mientras se restaura su imagen.
Poco antes de la hora del ángelus entra un grupo de veteranos hermanos de la archicofradía. Lo supervisan todo. Sus miradas no pierden detalle. Se sientan en los bancos acostumbrados después de rezarle a María Santísima de la Concepción. Acuden a la nave presidida por Jesús Nazareno. Seguramente a darle gracias. Si lo del sábado hubiera ido a mayores, la crónica de este domingo de otoño sería bien distinta. Ya hubo sustos similares las últimas décadas en Montserrat (durante su estancia en la parroquia de la Magdalena) y en el Baratillo. Pero hoy la normalidad es la protagonista. La madre y maestra de la felicidad.
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