El diputado de cruz sin cruz
Cofrade atípico, cuando más disfrutó fue en los años en los que, como miembro del Consejo de Cofradías, fue responsable de coordinación y seguridad
Ser el hombre del tiempo le deparó algunas malas pasadas
Jamás me llamaron las cofradías para preguntarme por el tiempo. Es falso. Un mito". Así de rotundo se muestra Julio Marvizón, rostro familiar del tiempo en la televisión durante muchos años, cuando se le cuestiona sobre los innumerables requerimientos que debió recibir de las hermandades de Sevilla, temerosas de echarse a la calle y sufrir alguna inclemencia meteorológica. Como hermano del Amor, por devoción; y la Macarena, de nacimiento por familia, sí atendió gustosamente sus inquietudes al respecto. Nacido en Sevilla el 26 de mayo de 1942, Marvizón se califica como cofrade atípico, pese a que ha ostentado diversos cargos en la junta de gobierno del Amor y fue durante cinco años delegado de la Madrugada, ocupándose, además, de las tareas de seguridad y coordinación con las administraciones: "No soy capillita, pero esos cinco años sí disfruté mucho organizando. Ahora no estoy al tanto de lo que ocurre en las cofradías".
Pocas personas, por no decir que ninguna más, pueden presumir de estar bautizadas en la palangana macarena en la que Poncio Pilatos se lava las manos. Su padrino fue Manolo Távora, mayordomo de la Macarena que hizo posible este hecho insólito. Macareno desde la palangana, a Marvizón lo hicieron hermano del Amor siendo pequeño, calcula que con cuatro años de edad. La culpa fue de un espigado nazareno negro: "Vivíamos en San Gregorio y teníamos las sillas en Filella. Íbamos el Domingo de Ramos para allá cuando subiendo las escalaras de la calle Florentín que une Hernando Colón con la trasera del Banco de España, me choqué con un nazareno enorme del Amor. Me quedé impresionado. El nazareno me toco la cabeza y siguió su camino". Entonces, la Borriquita y el Amor formaban un único cortejo. Ya en la sillas, cuando el niño vio llegar a los nazarenitos blancos se interesó por ellos. "Me respondieron que eran los mismos que el de negro con el que me había topado. Dije que quería ser de esa hermandad. Me apuntaron y al año siguiente salí. Aquello se me quedó clavado".
En la Hermandad del Amor ha sido casi de todo. Como nazareno ha salido con cruz, de maniguetero y durante 18 años fue diputado de cruz de guía, sin cruz de guía. "Estuve con cuatro juntas distintas. Supongo que algo haría bien", bromea. De aquella etapa guarda imborrables recuerdos y anécdotas. "Una vez llegué con la Borriquita a los Palcos a pedir la venia. Estaba allí Antonio Rodríguez Ayala. Me dijo: 'Bueno, Julio, hasta dentro de un rato'. Le contesté que no, que no íbamos a volver porque había una nube". La última vez que se enfundó la túnica de ruán un Domingo de Ramos fue para acompañar a su hija. La primera vez que salió en la Macarena le pasó algo que no supo explicar. "A los nazarenos con cirios blancos no se les nombraba. Iban al rebujón. Mi primo y yo nos hicimos un poco los remolones y cuando pensábamos que ya estaríamos cerca de la Virgen salimos... detrás nuestra salieron otros dos mil...". En la Macarena estuvo dos años dado de baja. Murió su padre pero el que desapareció de la nómina fue él. "Un día fui y me dijeron que yo estaba muerto".
Marvizón estudió Ingeniería Industrial en Madrid. Estando allí, se abrieron las oposiciones de Meteorología y se presentó. Eso le valió para ser teniente coronel sin haber hecho la mili: "Como estaba estudiando iba pidiendo prórrogas. Al aprobar Meteorología te daban la cartera de teniente. Era teniente sin haber jurado bandera. Era una vergüenza. Tuve que jurarla a escondidas en Tablada con la gente de Morón".
Como meteorólogo lamenta que hoy se tomen decisiones por parte de muchas personas inexpertas con unas aplicaciones móviles que no se sabe quién las ha hecho, ni cómo. Hay una cosa que tiene muy clara: "Si a la hora fijada para la salida no está lloviendo hay que echarse a la calle. Yo un año sabía que iba a llover y salimos. El Cristo llegó a la Alicantina y se volvió". Formando parte del Consejo, entre los años 1983 y 1988, estableció un teléfono directo con Meteorología. "Lo tenían los hermanos mayores y diputados mayores de gobierno con el compromiso de no dárselo a nadie más". También, en aquellos años, situaron a una persona de Protección Civil en las cruces de guía. "Así se podía saber si había retrasos o cualquier incidencia".
Ser el hombre del tiempo tiene su peligro en Sevilla durante la Semana Santa. Marvizón ha vivido de todo y no han sido pocas las veces que le han insultado por la calle. "Me decían de todo". Lo más desagradable lo vivió con su mujer una mañana de Viernes Santo cuando la Macarena visitaba a las Hermanas de la Cruz. "Dije que iba a llover a partir de las once de la mañana. En la Encarnación le pusieron a la Virgen unos plásticos que casi le tapaban la cara. Unos chavales se vinieron hacia nosotros para recriminarnos que por mi culpa no se veía a la Virgen. Tuvimos que salir corriendo. Me equivoqué por 20 minutos. Empezó a llover a las 11:20".
De aquella etapa en el Consejo de Cofradías, como responsable de la seguridad y coordinación, atesora mil y una anécdotas. Una Madrugada, estando en el palquillo de la Campana, un agente de Protección Civil requirió su presencia en Sierpes. "Me dijo que algunos nazarenos del Silencio estaban dando saltos. Yo me quedé atónito. Por la tarde había llovido y pudimos comprobar que un registro de Sevillana había derivado y le daba calambres a los que iban descalzos". También se enfrentó a los años más duros del terrorismo de ETA y, en la Semana Santa había que redoblar los controles: "Un año metimos a los perros bajo los palcos porque había un aviso de bomba". Aunque ya no ejercía tarea de responsabilidad alguna, tiene muy claro que los sucesos de la Madrugada del año 2000 fueron un montaje. "Por la tarde recibimos una llamada en la redacción de Canal Sur para advertirle a una persona que no saliera. Que habría lío".
Más allá de sus tareas de responsabilidad en la Semana Santa, recuerda sus primeras Madrugadas siendo niño, cuando salía con sus padres y su hermana a buscar las cofradías: "Primero íbamos a ver el Calvario en el Postigo. Después pasaba la Esperanza de Triana. El Silencio y el Gran Poder ya se nos habían perdido. Veíamos luego los Gitanos subiendo la Cuesta del Bacalao. Terminábamos acompañando a la Macarena hasta la entrada". Marvizón también ha retransmitido durante muchos años la entrada de la hermandad para Canal Sur.
La voz de la experiencia
También te puede interesar
Lo último