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Diez sugerencias y recomendaciones para vivir la Cuaresma en Sevilla

Compartimos diez momentos de la Cuaresma en nuestras hermandades y cofradías

Desde el Vía Crucis del Cristo de las Cinco Llagas a la bajada del Valle

¿Por qué se impone la ceniza el miércoles que empieza la Cuaresma?

La Estrella en su traslado a su capilla / Pablo Lastrucci

Ha llegado sin avisar, como siempre, asaltando todas las cosas posibles, anticipándose a cualquier armazón inservible, destrozando cualquier muro temporal y espacial. La Cuaresma, como un silencio imprevisto, se abre paso por entre nosotros mismos y nos abre la puerta del tiempo aquel que siempre queremos conservar. Es Miércoles de Ceniza, y por delante, cuarenta días y cuarenta noches en que, amén de la preparación espiritual preceptiva que se nos instruye, el todo de nuestra vida circunda el horizonte del Domingo de Ramos.

Mientras tanto, en estos cuarenta días acudiremos, fieles y puntuales, a numerosas y diversas citas que, en el calendario particular y general, nos resultan inamovibles. Una Cuaresma al completo en que prepararemos el ánimo y la ilusión a través de infinidad de cultos y actos que, en sí mismos, cuentan los días de este periodo singular. Compartimos con nuestros lectores un total de diez sugerencias para exprimir, a cada instante, nuestra Cuaresma, cada uno con su sello y su personalidad. En esa convergencia de heterogeneidades permanece la espera y nuestra felicidad.

Este mismo Miércoles de Ceniza se celebra el Vía Crucis con el Cristo de las Cinco Llagas, titular de la cofradía de la Trinidad, que tras la misa de la ceniza recorre las calles aledañas a la Basílica de María Auxiliadora. La imagen, envuelta en la sobriedad del día, recorre calles tan propias como Enladrillada o Socorro, hasta adentrarse en el corazón del Convento de Santa Paula. Un plan exquisito para inaugurar la Cuaresma.

Apenas dos días después, el viernes, la Hermandad de la Macarena celebra el Vía Crucis con su titular, el Señor de la Sentencia, acompañado de cientos de fieles y hermanos. Parras, Antonio Susillo, Sagunto... Puro barrio de la Macarena en torno a su Señor. Cita imprescindible para continuar tomando el pulso a la recién nacida Cuaresma, cuyo poso se irá asentando en uno de los días más significativos y emblemáticos de estas fechas: el primer viernes de marzo. El Señor de las Misericordias de Santa Cruz, portado a hombros por sus hermanos sin ningún tipo de estructura, desafiará los límites espaciales, históricos y temporales de la propia Judería. De obligada cita.

El Cristo de las Misericordias en Vía Crucis / Pablo Lastrucci

La Cuaresma, tan infinita como la propia Semana Santa, ofrece y aglutina otros tantos actos de un marcado carácter popular y festivo. Multitudinarios son los traslados, a sus respectivos templos, de las imágenes de la Estrella y la Esperanza de Triana tras la celebración de sus correspondientes cultos. A primeros de marzo la Estrella y a finales la dolorosa de Pureza, son oportunidades indispensables para disfrutar, en la cercanía, de estas dos imágenes capitales de nuestra Semana Santa, baluartes devocionales del barrio de Triana. Música, flores, la luz de los domingos cuaresmales... Ecuador perfecto de estos cuarenta días.

Un tiempo que irá, poco a poco, agotando sus últimos cartuchos conforme se levanten, en las iglesias, los pasos procesionales, síntoma inequívoco de la cercanía de nuestra fiesta mayor. El domingo antes del Domingo de Pasión subirá a su paso el Señor de la Salud, de la Hermandad de San Bernardo, que conserva de manera íntegra el formato manual de este tipo de maniobras, a base de cuerdas y poleas. No se respira durante los intensísimos minutos que dura este trabajo. Después, será colocado en la nave central de la iglesia a la espera de un Miércoles Santo más.

Justo siete días después, misma tarea en San Antonio de Padua. Mientras una voz medita y recita sus reflexiones, el Santísimo Cristo del Buen Fin subirá a su paso, acto clave para estos hermanos, que lo comprenden y asumen como "el principio del fin". Con los candelabros encendidos y la toda oscuridad de este antiguo convento, el cofrade afronta los tramos finales de su particular Cuaresma. Un acto perfectamente compaginable con el Vía Crucis de Jesús Despojado, que recorre cada Domingo de Pasión las cercanas calles de su capilla. Pocos cofrades se ausentan de este episodio clave de la Cuaresma.

Subida al paso del Cristo de la Salud / Pablo Lastrucci

Y, sin solución de continuidad, los últimos siete días antes del Domingo de Ramos (acompañados también de otros actos como el Vía Crucis del Cristo de la Sangre o la subida al paso del Cristo del Calvario) se disuelven en cada una de las doce campanadas que el reloj de la Anunciación marca a la medianoche del Viernes de Dolores. Con los ecos de Zarzuela y los chispazos estrellados de esos ojos vidriosos, la Virgen del Valle baja de su altar de septenario en unos instantes que han herido de muerte la Cuaresma y dan el aldabonazo definitivo al gozo inminente. La Cuaresma en Sevilla. La vida misma.

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