Diez años sin Manuel Rodríguez Ruiz, alma mater de las agrupaciones musicales

Este 1 de agosto se cumplen ya diez años del fallecimiento, en su localidad natal, de Manuel Rodríguez Ruiz, figura indispensable para conocer y comprender la evolución y expansión de la música procesional. Durante aquellos días se sucedieron infinidad de muestras de afecto y condolencias hacia su familia y al pueblo de Arahal, que le brindó una sincera y sentida despedida. Porque Manuel Rodríguez Ruiz fue una de esas personas que revolucionaron la Semana Santa. Al igual que hizo Ojeda en el bordado o Mesa en la imaginería, Rodríguez Ruiz estaba predestinado a componer algo más que sencillas marchas procesionales: él compuso auténticas bandas sonoras, himnos personales que permanecen intactos en el imaginario musical de todos los cofrades.

Aficionado a la música desde muy joven, ingresó siendo adolescente en la banda de música de los Salesianos de Cádiz. Posteriormente, formó parte de la Academia de Aviación de Recajo, en Logroño, y de la Banda de Aviación de Manises. El instante clave de su vida se produce cuando es destinado a la Base Aérea de Morón, en el año 1963. Dado su conocimiento musical y su amplia formación académica, asume el cargo de director en 1964 de la OJE local, que también se denominaría Cristo de la Esperanza y que actualmente -larga vida- lleva el nombre de Agrupación Musical Santa María Magdalena en honor a la patrona arahalense.

A nadie se le escapa que los orígenes de las agrupaciones musicales se hallan en las interpretaciones de la Banda de la Guardia Civil del Cuartel de Eritaña, pero fue Rodríguez Ruiz quien instauró un estilo diferenciado, alejado de lo puramente militar. Es decir, transformó el estilo iniciado por la Guardia Civil y le aportó una vuelta de tuerca más hasta convertirlo en un género propio. La inclusión de trompetas, trombones y bombardinos permitieron observar la diferenciación con las cornetas y los tambores, gestándose de este modo una nueva vía para interpretar la música procesional. Incluso fue el propio "Manolo" quien acuñó el término agrupación musical, a raíz de la denominación que recibía en la década de los setenta la Banda de Soria 9: agrupación logística.

Manuel Rodríguez Ruiz se yergue, por tanto, como emblema de la música procesional sevillana y española, puesto que algunas de sus composiciones más celebradas (Cristo de San Julián, Pasa la Virgen del Refugio o Virgen de las Angustias) se interpretan en todos los rincones del país como padre y creador de un estilo. Tanta fue la aceptación que la banda de Arahal comparecía a finales de los ochenta hasta en cinco cofradías diferentes, hasta la eclosión de las cornetas y tambores. Es más; una de las relaciones más sólidas y estables de la Semana Santa -en lo musical- la protagonizan Santa María Magdalena y la Hermandad de la Hiniesta, que nombró a la formación y a Manuel Rodríguez como Hermanos Honorarios en el año 2008. La banda acompañó por primera vez al Cristo de la Buena Muerte en el año 1977, hace ya cuarenta y seis años.

Por fortuna -y con sumo acierto-, su hijo David continúa la estirpe y Santa María Magdalena no solo abandera el legado y el orgullo de ser artífice esencial de toda una revolución, sino que goza de un momento de salud envidiable y permanece incardinada en las actuales generaciones cofradieras.