Diez animales presentes en las hermandades de la Semana Santa de Sevilla
La Semana Santa guarda infinidad de detalles, entre ellos, una amplia y rica fauna con mucha simbología
Los más reconocidos son la burra de la Borriquita o el gallo de la Hermandad del Carmen
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La Semana Santa es infinita, lo hemos aseverado varias veces en estas columnas. Y no es una hipérbole; ateniéndonos a la literalidad del término, acoge y engloba a todo aquel que se aproxime a ella, sean humanos o no. Nuestra fiesta es variada y profusa en la presencia de diferentes animales que, más allá de complementar una escena e impulsar su carácter narrativo, se han convertido en "personajes" clave de los diferentes pasos procesionales. Establecemos, a continuación, una serie de diez animales -más o menos conocidos- que también forman parte de la madre naturaleza de la Semana Santa.
La Borriquita
Tanta significación encarna que, por méritos propios, le da nombre al cortejo. Sin duda alguna, la Borriquita es el animal más célebre de nuestra Semana Santa. Sobre sus lomos hace Jesús su Entrada en Jerusalén cada Domingo de Ramos acompañado por cientos de niños que contagian -y devuelven- la ilusión y la felicidad de saberse partícipes del día más especial para los cofrades. El Señor de la Sagrada Entrada es obra anónima del siglo XVII, San Juan de Castillo Lastrucci y los hebreos son de Juan de Astorga (1805) y Juan Abascal a finales de los setenta. Fernando Aguado también esculpió nuevas imágenes en 2014. La Borriquita va acompañada, como es natural, como otro simpático pollino.
El gallo del Carmen
El Miércoles Santo, en el misterio de la Hermandad del Carmen y acompañando al Señor de la Paz, procesiona un gallo, animal esencial para comprender el pasaje que se representa y la vinculación con esta cofradía. La escena narra el momento en que San Pedro niega a Jesús, en el Evangelio de San Lucas (22,55-61): «Antes que el gallo cante, me negarás tres veces». En presencia de una criada del palacio de Anás y un Judío, Pedro niega al Salvador. Es una iconografía que, aunque se ha intentado representar y abordar varias veces a lo largo de la historia, hasta la actualidad no ha formado parte de nuestra Semana Santa. Es obra de Reyes Villadiego en 2002.
La serpiente
Es, sin género de dudas, un paso capital y celebérrimo de la Semana Santa sevillana, que asume una trascendencia suprema por todo aquello que representa. Entre los pasos alegóricos que procesionan en la ciudad se encuentra el Triunfo de la Santa Cruz, de la Hermandad del Santo Entierro, nuestra "Canina" imprescindible. Esta iconografía representa en sí a la muerte, identificada en el esqueleto, que a su vez se asienta sobre la bola del mundo. El planeta aparece circundado por una serpiente, que en la boca porta el pecado original, la manzana. Pero Cristo venció a la muerte con su propia muerte, y su Resurrección logrará redimir al mundo. Es obra de Antonio Cardoso Quirós, de 1693.
Los caballos
Si escribiéramos caballos con mayúsculas, ganaría su derecho a convertirse en nombre propio y reconocible. Durante décadas -aún a día de hoy- se conoce a la Hermandad de Santa Catalina como la hermandad de Los Caballos por razones más que evidentes. Dos portentosos equinos cierran este extraordinario conjunto en el que se representa el momento de la Exaltación de Cristo, es decir, el momento en el que se levanta la cruz una vez ha sido enclavado. Estos caballos datan de 1960 y fueron realizados por Juan Abascal. Su sola presencia en la calle asombra a cualquier espectador. Por supuesto, otros icónicos caballos (es el animal más representado) participan en la Semana Santa, como el "calamar" de la Esperanza de Triana o el del misterio de la Sagrada Lanzada.
Libélula de la Aurora
Sin embargo, no todos los animales que aparecen en la Semana Santa se ven a simple vista. Hay algunos que se observan mejor en exposiciones o en visitas a las iglesias, como es el caso de una casi diminuta libélula que aparece en uno de los candelabros del paso de palio de la Virgen de la Aurora. Obra de los Hermanos Delgado en 1991, desde entonces acompañan al último palio de nuestra fiesta mayor.
Pelícano del Amor
Si antes comentábamos la presencia de la burra en el primer paso de la Hermandad del Amor, en el soberbio crucificado aparece otro animal de profundo simbolismo y entroncado directamente con la denominación de la cofradía. En símbolo claro de Amor, un pelícano se picotea el pecho para alimentar a sus crías. Se identifica con el amor de los padres a sus hijos y también es símbolo claro de la muerte de Jesús en la cruz.
Un pájaro en la Hiniesta
En el paso de palio de la Hermandad de la Hiniesta, concretamente en uno de los candelabros traseros y si afinamos y precisamos la vista, encontraremos un entrañable pajarillo que se asoma a la coronilla de una de las tulipas. Como vemos, tras los caballos, el pájaro es otro de los animales más representados en la Semana Santa sevillana.
Angelito con pájaro del Cerro
Ocurre también en la hermandad del Cerro del Águila, y de nuevo en los candelabros. Un angelito sostiene, sobre una de las tulipas, una jaula con un angelito en su interior. Se sitúa en el costero derecho del paso y cada Martes Santo recorre las calles de su barrio y de toda Sevilla.
Abeja de la Redención
Solo han salido dos veces, pero por su originalidad merecen un lugar en esta tan variopinta fauna. En los nuevos respiraderos de la Hermandad de la Redención, fechados en 2019 y ejecutados por los Hermanos Caballero, encontramos una serie de avispas que revolotean por las esquinas de dichas piezas. Su vivo color y su relativo tamaño contrastan con la caoba brasileña del paso. Los antiguos respiraderos fueron vendidos a Bendición y Esperanza del Polígono Sur.
Escarabajo
Por último, y aunque no procesiona en Semana Santa, hemos querido compartir un curioso insecto que también pertenece a la amplia nómina de hermandades de nuestra ciudad. Se trata de un escarabajo negro, que se desliza por la peana del Cristo de la Púrpura de la Hermandad de las Cigarreras, titular recientemente tallado por Navarro Arteaga. Un insecto presente en la Biblia y en el Antiguo Egipto, y que en este caso emplea el autor, simplemente, a modo de firma. También aparece en un determinado lugar del paso un escorpión, símbolo de la muerte.
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