"Empecé limpiando plata y acabaré celebrando la misa"
Día del Seminario
Las hermandades se consolidan como cantera de seminaristas
La mitad de los alumnos del Seminario pertenecen a una cofradía
Destacan estas corporaciones su importante papel en forjar la vocación sacerdotal
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"En la hermandad empecé limpiando plata y voy a terminar celebrando la misa". Con esta frase, Moisés Benahmed Silva, un joven de 23 años, resume la evolución que ha tenido en su primera cofradía. Como él, la mitad de los 37 alumnos actuales del Seminario de Sevilla proceden del mundo de las hermandades y han mantenido un estrecho vínculo con ellas, de modo que la primera llamada a la vocación la experimentaron dentro de estas corporaciones, de las que destacan la importante función que cumplen en una sociedad cada vez más secularizada.
El sol pega fuerte en el jardín del Seminario, el edificio diseñado por José Antonio Carbajal en la Avenida de la Palmera durante el episcopado del cardenal Carlos Amigo Vallejo. Hay que buscar algo de sombra en esta mañana de marzo. Este domingo es San José, jornada en la que, además de recordar al Patriarca, se celebra el Día del Seminario.
A pocos metros de una escultura de la Virgen se encuentran reunidos Moisés Benahmed, José Manuel Ruiz y Manuel Ezequiel Chacón-Manrique de Lara y Barrau. Los tres son seminaristas y vienen del mundo de las cofradías. El primero de ellos procede de Lebrija. Estudió tres cursos del doble grado de Derecho y Administración y Dirección de Empresas (ADE). Hasta llegó a estar de erasmus en Bélgica.
Una decisión madurada
Reconoce que durante años permaneció "distanciado de la Iglesia" y que su único vínculo por aquel entonces era su hermandad lebrijana, la de la Virgen del Castillo, patrona de la localidad. Como sus otros compañeros, empezó a integrarse en la corporación a través del grupo joven y especialmente en las labores de priostía. "Limpiando plata", precisa. Luego llegó la implicación con la preparación de los cultos. "Es una de las patas fundamentales de las hermandades y comencé a participar como acólito", recuerda Moisés.
"Fue en ese momento cuando me di cuenta de que el Señor me pedía que diera un paso más", un compromiso que iba más allá del servicio que ofrecía a través de la hermandad. "Desde que sentí esa llamada hasta que dije que sí, pasó mucho tiempo. Primero lo hablé con mi párroco y luego con una monja concepcionista. Después con mi familia. Les dije que esto era lo que me hacía feliz. Cuando en la hermandad se enteraron, se alegraron mucho por la decisión que iba a tomar", explica este joven.
Más de una década en juntas de gobierno
José Manuel Ruiz completó la carrera de Medicina antes de ingresar en el seminario hace tres cursos. Tiene 32 años y es natural de La Puebla del Río. En su hermandad de cuna, la de la Virgen de los Dolores de dicho municipio, y en la del Museo ha desempeñado numerosas funciones. Ha pertenecido durante 11 años a juntas de gobierno de la corporación cigarrera, desde diputado mayor de gobierno al de formación y cultos. También ha formado parte durante una década del cuerpo de acólitos del Museo. A todo ese currículo cofradiero se añade su formación como músico en la banda de la Puebla, donde se ha llevado años tocando el clarinete. "Menos ponerme el costal, prácticamente lo he hecho todo en las cofradías", comenta este seminarista.
En su juventud decidió estudiar Medicina porque "era lo que me había gustado desde pequeño". No obstante, aquel deseo cumplido no terminaba de hacerlo feliz. Uno de los testimonios clave que le llevó a plantearse su futuro fue el de un seminarista que "había renunciado a todo, pero que, al contrario que yo, era feliz". Un verano, haciendo el Camino de Santiago junto a amigos de la hermandad, descubrió esa "llamada del Señor" durante la celebración del Adoremus (oración comunitaria para jóvenes). Cuando dio a conocer su decisión en la hermandad de La Puebla nadie se extrañó. "Era algo que se esperaban -señala José Manuel- por mi importante integración en la parroquia".
"Las hermandades forjaron mi vocación"
Manuel Ezequiel Chacón-Manrique de Lara y Barrau ha formado parte desde corta edad de los grupos jóvenes del Baratillo y el Rocío de Triana. También pertenece al Valle. Tiene 24 años y cursó el primer año de Historia del Arte antes de entrar en el Seminario, donde ingresó en el otoño de 2021. Su vocación le llegó siendo bastante joven, a los 13 años, cuando se planteó entrar en el Seminario Menor. "La llamada la sentí a solas con el Señor, en la Capilla de San Onofre", detalla Manuel, quien destaca la ayuda tan importante que recibió de las hermandades para decidir su futuro. "Son las que forjaron mi vocación", asevera.
Los tres seminaristas coinciden en subrayar la función fundamental que desempeñan estas corporaciones en "la siembra" de nuevas vocaciones, un servicio que no siempre han valorado ciertos sectores de la Iglesia. "Las hermandades nos acercan a Dios", defiende Moisés, quien recuerda que casi 70 cofradías colaboran regularmente con el Seminario a lo largo del año. Una relación que no se ciñe a la aportación económica, sino que supone una implicación en la formación de estos jóvenes. Moisés explica que en este curso acude a la parroquia de Los Remedios, de la que forma parte la Hermandad de las Cigarreras, en la que ha participado en la última meditación junto a la Virgen de la Victoria. "De las mejores experiencias que he vivido desde que llegue aquí", asegura.
José Manuel reconoce que "ha habido ciertos sectores en la Iglesia que durante algún tiempo han menospreciado el valor de la piedad popular, pero el arzobispo emérito, don Juan José Asenjo, ya defendió en su episcopado que las hermandades se han convertido en un dique de contención de la ola de secularización que sufre la sociedad actual". Aunque en este punto hace una precisión: "las cofradías también deben encauzar esta función vocacional y pontenciarla".
La "extrañeza" por esta decisión
Este seminarista cigarrero admite que "para muchos cofrades les resulta extraño que un joven decida ser cura". "Yo tampoco me lo planteaba", confiesa este futuro sacerdote, que incide en la sorpresa que causa esta opción "en un mundo tan secularizado pero, paradójicamente, con mayor necesidad de trascendencia".
Manuel alude al importante papel que desempeñan los grupos jóvenes a la hora de despertar a esa edad la vocación sacerdotal. "A veces es el único contacto que tienen con la Iglesia, en una etapa de la vida en la que pueden sufrirse carencias espirituales que la hermandad cubre", explica. "Durante bastantes años no se ha valorado este servicio y se las ha reducido a las procesiones, una percepción que está cambiando. Las propias cofradías se van concienciando del importante papel que ejercen para que de ellas salgan futuros sacerdotes", insiste este baratillero, que presume de ser "el primer cura" que saldrá del seno de la cofradía del Arenal. Una corporación que, como recuerda, "lleva muchos años becando a seminaristas".
Los tres disfrutarán la próxima Semana Santa de sus cofradías dentro de sus posibilidades. Cuando se ordenen, quizás el tiempo para verlas sea menor por las responsabilidades que habrán de desempeñar. Una vocación que sigue extrañando a muchos jóvenes de su generación.
Así lo recuerda Moisés, que menciona la reflexión que hizo con otros erasmus durante su estancia en Bélgica. Muchos no entendían su decisión. "Les expliqué que eso ocurre porque en nuestras vidas con demasiada frecuencia nos ponemos metas marcadas por el confort y la rentabilidad económica. Estudiamos carreras universitarias por inercia. Si nos detuviéramos un momento y nos preguntáramos qué nos hace feliz, quizás la respuesta sería otra y nuestro futuro, también", reflexiona este joven cofrade, que tiene claro que “la primera misa que celebre será a las plantas de la Virgen del Castillo”, su patrona y la titular de la hermandad donde forjó su vocación para ser cura.
Las hermandades aportan 90.530 euros al Seminario de Sevilla
La memoria económica del Arzobispado de Sevilla incluye todos los años un apartado con la ayuda económica que prestan las hermandades al Seminario. En el último ejercicio del que se tienen datos, el de 2021, colaboraron 34 corporaciones y el Consejo de Cofradías de Sanlúcar la Mayor. De las hermandades, 27 son de la capital y siete de la provincia. La aportación llegó a 90.530 euros.
Entre las principales cuantías se encuentran la de la Hermandad de la Santa Caridad, fundada por Miguel Mañara, con 9.000 euros; le sigue el Gran Poder, con 5.400; y Pasión, con 3.000. También están las de la Amargura, la Divina Pastora de Triana, el Amor, el Baratillo, el Museo y Vera-Cruz, todas ellas con una aportación de 2.700 euros. El Cachorro lo hace con 2.600 euros; el Calvario, el Cerro y los Estudiantes contribuyen con 2.500 euros; las Cigarreras y los Negritos ayudan con 2.400; la hermandad de gloria de la Virgen de la Luz entrega 1.200 euros y Montesión, 500.
No debe dejarse atrás la importante ayuda económica que prestan hermandades de la provincia, como la Asunción de Cantillana, con 5.400 euros; la Divina Pastora de esta localidad, con 2.700; y la Virgen de Setefilla de Lora del Río, con idéntica partida. El Consejo de Sanlúcar la Mayor participa con 2.400-
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