De devociones y religiosidad: a vueltas con el Congreso Internacional de Hermandades 2024

Se ultiman los detalles antes de dar a conocer todo el programa de actos de un ambicioso evento

Las miradas se focalizan en un posible colofón que convierta a la ciudad en un epicentro devocional

¡La traca, la gran traca!

Saiz Meneses, arzobispo de Sevilla, junto al Papa Francisco
Saiz Meneses, arzobispo de Sevilla, junto al Papa Francisco

No, no todo está inventado en las cofradías. O sí, pero es susceptible de mejorarse, de reinterpretarse, de adecuarse a los diferentes contextos y circunstancias. A nadie se le escapa que el mes de diciembre de 2024 está grabado con letras de oro en nuestros calendarios y agendas. Con los fotogramas inefables que nos ofreció el Santo Entierro Grande aún en las retinas y en las memorias, la ciudad toda se dispone a encarar otro de los eventos que quizás marque un antes y un después en nuestro modo de participar en la expresión religiosa en pleno siglo XXI.

Estableció Monseñor el paralelismo: "una gran traca final". Lo ha afirmado el presidente del Consejo en algunas ocasiones: "será algo que recordaremos durante mucho tiempo..." Jamás las más altas representaciones de las cofradías y la espiritualidad local se han posicionado de tal manera, con tanto entusiasmo y vehemencia, en un acto de tales características. Sí, las expectativas acerca del cierre del II Congreso Internacional de Religiosidad Popular son elevadas, y en cuestión de días conoceremos toda su programación y sus variantes: cultual, cultural y social.

Coronación de la Estrella en el año 1999, cuando se celebró el I Congreso
Coronación de la Estrella en el año 1999, cuando se celebró el I Congreso

Desde la curia se es consciente que, en tiempos de secularización y dispersión espiritual, las hermandades son herramientas útiles eficacísimas para cohesionar al rebaño de fieles y proclamar el Evangelio. Porque es uno de los principales propósitos de la Santa Sede en nuestros días: la evangelización, la difusión de la Palabra de Dios. En su tiempo fue la potenciación del culto eucarístico, o el impulso de la caridad y la formación. Pero desde la curia sevillana se lanza, igualmente, un mensaje de serenidad: no es pretensión que ese posible acto de "piedad popular" como culminación al Congreso eclipse todo cuanto se desarrollará en torno al mismo. A Sevilla se desplazarán destacadas y reseñables personalidades de la Iglesia que aportarán aún más prestigio y difusión a este evento, cuyo lema es Caminando en Esperanza.

Pero es inevitable pensar en esas palabras y en el celo con que se está gestando una jornada que, en efecto, posiblemente no olvidemos jamás. Lo avanzan algunos compañeros y las posibilidades aumentan: no es descabellado pensar en la presencia de las grandes devociones procesionando una tarde de diciembre inmaculista por las calles de nuestra ciudad. ¿Resolana? ¿Pureza? ¿San Lorenzo? También habrá de decir algo la riquísima y variada diócesis, que vertebra en buena medida el fervor popular de más de un millón de personas. Aquí el concepto de magna quizás no radique en su cantidad, sino en su dimensión espiritual y devocional. ¿Algo más magno que la Macarena y la Esperanza de Triana, u otras devociones, compartiendo espacio y geografía más allá de la Madrugada del Viernes Santo? ¿Algo más magno que siglos de historia concentrados a los pies de la Catedral gótica más inmensa de toda la cristiandad?

Apenas alcanzamos un cuarto de siglo pero el horizonte se divisa insuperable. Y el mundo actual -así lo entiende la Iglesia- precisa de una renovación del mensaje de la fe, de una expansión cuyas atomizaciones alcancen todos los estratos de la sociedad mundial. Y ahí, indudablemente, entran en escena las hermandades (como colectivo aglutinador y depositario), y nuestras imágenes devocionales, en quienes confiamos, precisamente, nuestros últimos desvelos... y esperanzas.

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