¿Cuánto debe pagar una hermandad por quedarse refugiada en la Catedral de Sevilla?

Cada vez que una cofradía se refugia en el templo metropolitano por la lluvia, vuelve a surgir el debate sobre posibles costes

Salió cruz: la lluvia destroza el Lunes Santo en Sevilla

La hermandad de San Gonzalo se quedó refugiada en el interior de la Catedral
La hermandad de San Gonzalo se quedó refugiada en el interior de la Catedral / Hermandad de San Goznalo (X, @HdadSanGonzalo)

La lluvia rompió por completo el último tramo de la jornada del Lunes Santo en Sevilla. Las hermandades de Santa Marta, Vera Cruz, Las Penas y El Museo suspendieron su salida. Las Aguas regresó a su capilla apenas unos minutos después de haber iniciado su estación de penitencia, San Pablo optó por quedarse en el Santuario de los Gitanos, Santa Genoveva volvió al Tiro de Línea tras pasar unas horas en el Rectorado de la Universidad, La Redención regresó a la calle Santiago y la hermandad de San Gonzalo quedó finalmente refugiada en el interior de la Santa Iglesia Catedral.

En este contexto, cada vez que una corporación busca cobijo en el templo metropolitano a causa de la lluvia, resurge la misma pregunta en redes sociales y en los corrillos cofrades: ¿tienen que pagar las hermandades por quedarse en la Catedral?. A menudo se difunden cifras, se generan rumores y se alimenta la confusión, pero desde el Cabildo Catedralicio han sido siempre muy claros al respecto.

Ya el año pasado, cuando Jesús Despojado, La Paz y La Cena encontraron refugio allí, se emitió un comunicado recordando que "la Catedral de Sevilla es la casa de Dios y la madre de todas las iglesias" y, por ello, "cuando una hermandad se ve sorprendida por la lluvia, el templo cede su techo sin ningún tipo de contraprestación económica o similar".

Además, el Cabildo subrayó que "la Catedral entiende su esencia de Iglesia metropolitana y, como tal, acoge a las hermandades que requieren resguardo de sus pasos y hermanos en un acto fraternal de amor y amparo", apelando a la "responsabilidad colectiva de erradicar el rumor infundado de que las corporaciones han de abonar una cuantía económica por su estancia allí.

El final del Lunes Santo fue, sin duda, triste. La ilusión de muchos cofrades se vio empañada por una meteorología caprichosa que obligó a replantear recorridos y tomar decisiones complicadas. Ahora, tanto San Gonzalo como San Pablo están pendientes de saber cuándo podrán regresar a sus respectivos barrios.

Lo que sí queda claro, un año más, es que la Catedral no cobra ni cobrará por abrir sus puertas a las hermandades que necesitan refugio.

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