La curiosa historia que esconde la diadema de la Virgen de la Piedad del Baratillo

En un primer momento, la diadema la portaba la Virgen de la Caridad en su Soledad

En el año 1945 pasa a ser de la recién bendecida imagen de la Piedad

La Junta de Gobierno del Baratillo aprueba la iniciativa de replicar en oro la diadema de la Piedad

La primitiva titular de esta diadema fue la Virgen de la Caridad / Joaquín Moeckel

La Junta de Gobierno de la Hermandad del Baratillo aprobó recientemente, como apuntó esta cabecera, replicar en oro la diadema de la Virgen de la Piedad para su coronación canónica, que tendrá lugar el día 14 de septiembre en la Catedral de Sevilla. Sin embargo, esta pieza posee una historia de lo más entrañable y familiar, y que sirve como ejemplo del trabajo y la ilusión de una cofradía que tuvo que adaptarse a los tiempos para aderezar, al máximo posible dentro de las circunstancias, a sus imágenes titulares.

La primera fotografía que consta de dicha diadema se fecha en el año 1931, cuando es bendecida la Virgen de la Caridad en su Soledad, recientemente gubiada por el escultor José Fernández-Andes, que es quien regala esta obra labrada en latón dorado, esto es, metal. La Virgen de la Caridad fue la "titular" de esta diadema hasta el año 1945, concretamente hasta el cuatro de febrero (curiosamente, fecha de nacimiento de Otto Moeckel, quien fuera hermano mayor y Medalla de Oro de la cofradía, además de ser el único hermano cuyos restos fueron velados a los pies de la Piedad), momento en que los baratilleros de la época deciden ponerle a la recién bendecida Virgen de la Piedad esta diadema.

Fernández-Andes regaló esta diadema en 1931 a la Virgen de la Caridad

Aquella diadema, originariamente, contaba de doce estrellas, pero los hermanos de la época, desatendiendo criterios bíblicos e iconográficos e inclinándose por subjetividades personales, le añadieron once más hasta llegar a las veintitrés. De este modo y con esta diadema procesionará la Virgen de la Piedad, junto al Cristo de Pizarro, hasta 1951, cuando se bendice la imagen actual del Señor de la Misericordia, obra del escultor gaditano Luis Ortega Bru. En la década de los años 50 o 60, los hermanos del Baratillo aportan a la Virgen de la Piedad una nueva diadema de plata sobredorada, debida a la firma de Seco Velasco.

Cuando se produce la noticia de la coronación, quién mejor que Joaquín Moeckel, actual Medalla de Oro de la cofradía, para precisamente coordinar la cuestación popular en busca de ese oro, de esas donaciones para que la Virgen de la Piedad luzca en su coronación la más completa y distinguida diadema. Siguiendo la más pura ortodoxia y disciplina, incardinadas en la genética alemana, a Moeckel no le pareció oportuno iniciar dicha cuestación de manera autónoma e independiente. En base a la doctrina "ottista", Moeckel propuso la idea de replicar la diadema a la Junta de Gobierno, que aceptó la iniciativa por la trascendencia histórica y el mensaje que se pretende lanzar: "En el año 1945 tus hijos te ofrecieron lo que tenían, latón. En 2024 tus hijos te ofrecen oro, sin complejos", apunta Moeckel.

La Piedad del Baratillo, junto al Cristo de Pizarro, portando dicha diadema

La idea es que este proyecto se ejecute al margen de las órbitas normales y de los compromisos más esenciales de la Junta de Gobierno, como es la acción social. Moeckel se convierte, de este modo, en coordinador general de esta cuestación, que no será la primera que lleve a cabo: ya trabajó por y para la restauración de la iglesia del Salvador, organizó el festival taurino de la Hermandad baratillera en la Maestranza -colgando un rotundo no hay billetes- o mantuvo los festejos taurinos en la localidad de la Algaba. Ya se conoce que la Hermandad de los Estudiantes será la primera en obsequiar para esta diadema, y el primer donante es el actual hermano mayor del Baratillo, Luis Fernando Rodríguez Carrillo

Una de las pretensiones de esta iniciativa es devolver a los hermanos y devotos ese espíritu de ilusión y participación que se respiraba en la hermandad en los años 50-60, donde todos remaron a la misma vez para engrandecer el patrimonio de la cofradía con lo máximo de cuanto se disponía. El coordinador en cuestión pretende que en la cuestación popular participen tanto hermanos como comerciantes, vecinos del barrio o cualquier cofrade interesado. Si se cruzan a Moeckel por la calle, ya lo saben: a buen seguro participará usted en la ejecución de esta nueva diadema para la Virgen de la Piedad. Eso sí, con una premisa: el que pueda mucho, mucho; quien pueda poco, poco; y quien pueda nada, nada.

La idea de Moeckel es que los Hermanos Delgado se encarguen de la ejecución de esta nueva diadema por el siguiente y sencillo motivo: la corporación no cuenta con ninguna obra que lleve la firma de esta célebre saga de orfebres. Existen en el ajuar patrimonial piezas de Armenta, de Seco, de Villarreal y Marmolejo, por lo que se atienden a criterios de objetividad e imparcialidad. Eso sí, siempre con la seguridad de que esta diadema sea fácil de colocar, por expreso deseo de la curia y para evitar complicaciones en el momento álgido...

Joaquín Moeckel y los Hermanos Delgado trazan el diseño de la diadema

En resumidas cuentas: la ejecución de esta diadema se dirige a los hermanos de aquellos años duros que entregaron todo cuanto tenían con muy pocos medios, pero que legaron el Baratillo que hoy día se conoce. Gente sin medios pero con una imaginación y un amor desmedidos. Tanto es así que, primitivamente, la Piedad antigua salía de Caridad bajo palio y la Magdalena participaba como Piedad en el paso de Cristo... Unidad en lo principal, discusión en lo secundario, y caridad en todo.

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