En cuerpo y alma
los consejos para disfrutar de la semana santa
Ofrecemos una guía con las recomendaciones para vivir la fiesta en los templos, en las calles y en los bares, pues no sólo de la mística vive el cofrade
La fiesta que hoy arranca llega tras unas vísperas tan húmedas que ni siquiera hemos podido paladear bien la cuaresma. Se nos han ido estos 40 días bajo el paraguas. Ese accesorio que intentaremos utilizar lo menos posible a partir de ahora. Al menos, los augurios meteorológicos vaticinan una mejoría a partir de esta tarde, cuando le demos la espalda al mal tiempo.
Sirvan las siguientes líneas como consejos para disfrutar de esta celebración. Para que se le llene el espíritu y para que se le alegre también el cuerpo, pues no sólo de la mística vive el cofrade. Antes de nada, deje a un lado los partes meteorológicos. No viva obsesionado con los porcentajes de lluvia. Por cierto, debido al plan de seguridad, muchos bares cierran por la tarde. Téngalo en cuenta. O de lo contrario, estará en ayuno.
Domingo de Ramos
Échese a la calle esta mañana. Aunque la meteorología nos robe aquel machadiano sol de la infancia, la fiesta va por dentro. No olvide que hoy contamos con una hora menos. Que las nueve de ayer serán las diez. Esté atento al reloj. Entramos en el horario de verano. Las tardes se alargan.
Acuda pronto al centro de la ciudad. Tendrá la misma sensación que la mañana de Reyes. Sevilla se estrena cada año. Está esperando a que le desenvuelvas el papel de regalo. Desayune en alguna cafetería. Si pide torrijas, pregunte antes por el precio. No es cuestión de ser cicatero, pero en algunos establecimientos cuestan más de tres euros y no es miel todo lo que reluce, sino agua y azúcar.
Con el café tomado y la ropa de estreno (tenga especial cuidado con el calzado), vaya al Salvador. Suba por la rampa. No dude en hacerse un selfie en uno de los mayores símbolos de esta fiesta. Eso sí, de ahora en adelante, no tenga prisa por subirlo todo de inmediato a las redes. El postureo, en su justa medida. Dentro de la antigua colegiata, si hay algún rayo de sol, fíjese en el reflejo de las vidrieras en las columnas. Un arcoíris pétreo. Si el astro rey continúa oculto, ponga la mirada en el elegante atavío de la Virgen del Socorro y deposite un beso en el pie del Señor de Pasión. Rotundidad barroca.
Lléguese a la iglesia de los Terceros, en obras y con cinco pasos, una estampa para la historia. De ahí, a San Juan de la Palma, para contemplar con todo lujo de detalles los pasos de la Amargura. Tome un refrigerio en el bar Las Dueñas y vaya a descansar a casa. La tarde del Domingo de Ramos está hecha para las familias numerosas, con sus niños (y carritos). Regrese por la noche. No se pierda a la Hiniesta volviendo a su barrio ni a la Virgen de la Estrella, puntal de este domingo. Y por supuesto, a la Amargura. Pellízquese al verla alejarse. No sabrá si es sueño o realidad lo que contemplan sus ojos.
Lunes Santo
Los días laborables son los mejores para las visitas diurnas. Dos hermandades de esta jornada destacan por sus flores. Fijen bien la vista en el palio de la Virgen de las Aguas y en el del Rocío. A ver si logran acertar el nombre de sus especies. Constituyen una tesis botánica.
Si buscan una bocanada de autenticidad, acudan al Tiro de Línea. El Cautivo y su gente. Acompáñenlo hasta el centro. Nadie irá pendiente de la radio ni del móvil. Sino de Él. Estampas que hacen entender la verdad que aún le queda a esta fiesta.
Martes Santo
El Martes Santo de 2018 no puede vivirse sin el programa de mano. No se olvide de él. La carrera oficial es a la inversa. De la Catedral a la Campana. No confíe en las rutas de años anteriores. Si le gustó lo del Tiro de Línea, vaya al Cerro del Águila. El río de gente que arrastra la Virgen de los Dolores es otra imagen que reconcilia con la fiesta. De allí, a San Benito. Quédese por la zona a la espera de que salga la cofradía. Mientras, puede satisfacer el gaznate y el estómago en los múltiples bares que jalonan el antiguo barrio. Especialmente deliciosos son los panes con bacalao y salmorejo de La Chicotá. Para esta jornada se esperan máximas de 23 grados. Y un sol reluciente, el que verá reflejado en el nuevo dorado del misterio del Pilatos. Se le vendrán a la mente, sin remediarlo, los escritos de Núñez de Herrera. Aquella Semana Santa que poco entendía de la impostura actual. Tampoco se pierda al Cristo de la Buena Muerte. Por cualquier calle. Una obra de arte supera el enclave más feo. Y a la Virgen del Dulce Nombre con la luz de la tarde. Por fin se le verá el azul del manto recién restaurado.
Miércoles Santo
El miércoles es jornada para empezarla o terminarla en San Bernardo. Usted decide. Eso sí, no se quede de pie a verla por completo. Ni, por supuesto, use la sillita de los chinos. Busque acomodo en la barra de un bar. O haga lo que se ha hecho siempre, adelantarla sin molestar demasiado al respetable. Por cierto, tampoco se olvide de ver el regreso de las Siete Palabras. Especialmente, el misterio, uno de los más bellos calvarios de la Semana Santa.
Jueves Santo
Tras el miércoles, comienza el sprint final. Tres días en uno. Tómeselo con mucha calma. No conviene cansarse. Son muchas horas. Y mucho lo que sentir. Para ver los pasos del Jueves Santo y la Madrugada ha de ir muy temprano a los templos (entre 10:00 y 12:00) si no quiere pasarse más de una hora en la cola. También puede acudir a las iglesias en las que, por su dimensión, el tiempo de espera es más corto, como la Magdalena, el Salvador o la Anunciación.
Aviso especial en esta jornada a las que van de mantilla. En origen, esta prenda se usaba para acudir a los oficios, como símbolo de respeto por el Santísimo que se encuentra reservado en los monumentos. En caso de que la emplee antes del acto religioso, sea comedida. No se pasee con ella con un botellín en la mano e intente mantener siempre el decoro que requiere una indumentaria tan solemne. Su acompañante deberá llevarla del brazo, con traje y corbata (las pajaritas se dejan para fin de año). Nada de ir cogidos de la mano o por la cintura.
Si las colas le resultan insoportables, confórmese con vivir el ambiente en la calle. Y haga alguna parada en bares que forman también parte de esta fiesta: el Vizcaíno o El Rinconcillo. Allí hay tanta o más Semana Santa que en cualquier otra calle.
A partir de la tarde, la fiesta religiosa entra en otra dimensión. Hablan los siglos. Desde el antiguo palio del Valle a la revolución estética de Juan Miguel Sánchez en los Negritos. De la soberbia belleza de la Virgen de la Victoria al espejo de plata en el que se mira el Señor de Pasión.
Madrugada
Cuando caiga la noche, un cierto nerviosismo le recorrerá el cuerpo. Llega el tiempo de Dios. De su Gran Poder. No se vaya a casa. Salga a la calle. Disfrute de las horas más bellas del año. Mantenga la calma en todo momento. Déjese llevar por el embeleso. No tenga miedo. Cuando usted vea el perfil de la Macarena o la Esperanza de Triana le tienda la mano, desaparecerán todas sus congojas. Habrá merecido la pena. No renuncie a lo que es suyo. No ceda su espacio a quienes poco les importa esta celebración.
Viernes Santo
Ya por la tarde, quédese por el entorno del Arenal. El Viernes Santo debe paladearse. No hay prisa. El Cachorro, en cualquier lugar. No deje de ver a la Virgen del Patrocinio. Filigrana de plata sus candelabros de cola. La Carretería de vuelta. El regreso completo de Montserrat. Y la llegada de la Mortaja a su templo. El sonido de la esquila anuncia la fugacidad de la vida, de la fiesta.
Sábado Santo
Una brevedad que encontraremos el sábado en la sonrisa guasona de la Canina, sabedora de que tras tanto oropel, todos acabaremos bajo el imperio de su cardo y yedra. Si esta Semana Santa le ha ido bien, y usted es supersticioso, no se resista a tocar la puerta de San Lorenzo cuando entre la Soledad. Eso sí, tendrá que presenciar el OT saetero que cada año protagonizan en la plaza quienes dan el cante.
Domingo de Resurrección
Por la mañana, vencido por el cansancio, vaya a ver la Resurrección (la orfebrería de la Virgen de la Aurora es una de las más bellas de la ciudad) y acérquese a la Anunciación o acuda a besar el pie del Cachorro (si es capaz de soportar otra cola). Luego, cómase la última torrija. Ya habrá tiempo en la Pascua para ponerse a dieta.
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