Con la cruz a cuestas mirando a los impares
Las Penas
La calle San Vicente, casa-museo del Lunes Santo, retó al cielo con esplendor
En el día de ayer pasó más gente por la calle Alfaqueque que en el resto del año. Una marea de gente porque el reloj del Lunes Santo decía que en cuanto pasara el palio de las Penas de San Vicente empezaba su recorrido la cruz de guía del Museo. En ese tránsito, quienes habían visto el citado palio y circundaban el entorno por la calle Redes, veían la estampa del cuerpo de nazarenos del Museo en situación de alerta.
El Cristo de las Penas, con la cruz a cuestas, mira los impares de la calle de San Vicente, para que no pierdan detalle las siete monjitas de hábitos blancos y negros que retando al relente de la tarde han esperado una hora larga.
Todas las Sevillas posibles se acercan a esta conjunción de belleza casi imposible: camino de la iglesia van Antonio Ríos, ex presidente del Consejo de Cofradías, y Manuel Ramón Alarcón, el ex decano de Derecho que quitó los crucifijos de las aulas pero sabe que nadie osaría quitar los crucificados de las calles de Sevilla.
El Cristo gira por Alfonso XII. Hay dos escenas que lo dicen todo. En cuanto oye la música de cámara que acompaña al Cristo, una mujer rompe en llanto. Las más jóvenes, serán sus hijas, la consuelan, la abrazan, la asisten con kleenex. La fiesta de las ausencias.
Al llegar a la Catedral la cofradía estuvo detenida una hora ante el fuerte aguacero que cayó en Sevilla. Tiempo de espera que compartieron con Las Aguas y el Museo. La cofradía regresó por un camino más corto y a paso acelerado a su templo, haciéndolo por la Campana y Alfonso XII en lugar de Orfila, Javier Lasso de la Vega y Plaza de la Concordia.
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