El Cristo Yacente del Sagrario continuará cerca de los fieles hasta su regreso definitivo al altar mayor

Una nueva oportunidad, aunque con diferente perspectiva, para quienes no hayan tenido ocasión en estos días. El Cristo de la Misericordia, imagen yacente que forma parte del conjunto escultórico del altar mayor de la parroquia del Sagrario, ha sido reubicado en un nuevo espacio del templo. La talla ha permanecido en veneración extraordinaria una vez culminado el proceso de restauración al que ha sido sometido, tareas que continúan ejecutándose igualmente en el resto de este fabuloso retablo.

En concreto, el Cristo se sitúa, desde este mismo martes, ante el altar derecho del crucero de la parroquia, a escasos metros de donde ha estado expuesto recientemente. En este lugar recibirá culto hasta que sea de nuevo subido al altar mayor, en fecha aún por confirmar, una vez que culminen todas las intervenciones en dicha obra. Por precisar, la efigie se halla ante uno de los retablos del siglo XVII realizado en mármol, y que preside una escultura de la Virgen del Rosario, obra del portugués Cayetano de Acosta entre 1749 y 1753. Frente por frente, al otro lado del crucero, se encuentra otro retablo similar presidido por un crucificado de Manuel Pereira con una Inmaculada a sus pies.

Cientos han sido los fieles que, en esta última semana, se han acercado hasta la parroquia del Sagrario para contemplar en proximidad esta imponente imagen, causando sensación especialmente su tamaño (de más dimensiones de lo que esperaba el ojo ajeno) y su extraordinaria policromía, en la que participó ni más ni menos que Valdés Leal. El Cristo de la Misericordia es una obra de Pedro Roldán, autor de la imaginería de este retablo, y que contó también con la firma de Dionisio de Ribas, otro de los grandes exponentes del barroco sevillano.

Restauración del retablo

La restauración de este retablo forma parte de la rehabilitación integral del templo barroco y se está acometiendo por la delegación diocesana de Patrimonio Cultural, al frente de la cual está el sacerdote Antonio Rodríguez Babío. Esta obra ha sido posible, entre otras fuentes de ingresos, gracias a la implicación decidida de la propia parroquia del Sagrario, con su párroco, Manuel Cotrino, al frente. El retablo presentaba un estado de conservación deficiente. En líneas generales, la falta de mantenimiento y los diferentes desmontajes y transformaciones que ha sufrido a lo largo de su historia habían hecho mella en su aspecto actual, con multitud de alteraciones y patologías.

Este retablo también es conocido como de la Piedad y procede de la capilla del Vizcaínos, una de las muchas que tenía el cercano convento Casa Grande San Francisco, que se situaba en el espacio que ocupa la Plaza Nueva. Esta joya de cuenta con arquitectura de Francisco Dionisio de Ribas y esculturas y relieves de Pedro Roldán.