El cordobés Enrique Báez: centenario de un genial autor de marchas procesionales

Su reconocimiento quizás se produzca algo tarde, pero si la dicha es buena siempre será bienvenida, aunque aún queda largo camino por recorrer. Esta semana (el pasado 12 de agosto, para más señas) se cumplieron cien años del nacimiento de Enrique Báez Centella, un nombre quizás desconocido para la Sevilla cofradiera pero capital en el catálogo de autores en el género de la música procesional. Vinculado toda su vida a su ciudad natal, Córdoba, Báez fue sin lugar a dudas uno de los grandes compositores del pasado siglo, cuya música se revaloriza progresivamente y se incluye en los repertorios de todas las bandas andaluzas.

Para comprender su alcance y dimensión, es justo rescatar en primer lugar algunos datos acerca de su vinculación con la música y con las cofradías. Este genial cordobés perteneció a una extensa y destacada familia de músicos e intérpretes; tanto es así que estudió percusión y piano, pero hubo un instrumento en el que destacó sobremanera: el violín, del que ffue catedrático. Formó parte de la Banda Municipal de Córdoba (a la que dedicó buena parte de sus esfuerzos y producción), en la que tocó la caja y el timbal. Ejerció durante dos décadas en el Conservatorio de Música de Tetuán y posteriormente en la Orquesta de Córdoba, donde terminó por jubilarse, como apuntan los amigos de Patrimonio Musical.

Sus marchas

Coetáneo de grandes artistas (y amigos personales) como Pedro Gámez Laserna, nuestro protagonista compuso un total de hasta doce marchas procesionales, todas ellas -a excepción de Por una madre, en memoria de su madre- dedicadas a imágenes de Córdoba capital y la provincia. Entre ellas podemos destacar Jesús Caído (1955), Virgen del Socorro (1978) o Santísimo Cristo de la Clemencia (1990). También escribió obras populares como el pasodoble Mi Córdoba mora, que incluso fue interpretado por Lola Flores o Lolita Sevilla.

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Aunque no firmó ninguna composición para la capital hispalense, su música se deja oír de vez en cuando en nuestras procesiones, especialmente su marcha más emblemática y la primera que presentó: Virgen de las Angustias, dedicada a la dolorosa homónima de Juan de Mesa y una de las más veneradas de la ciudad califal. Es, indudablemente, su ópera prima y su predilecta, y aunque la compuso con tan solo veintiocho años, prácticamente se ha consagrado como su creación definitiva. Suele interpretarla la Banda de Música del Maestro Tejera en Semana Santa y en las procesiones de gloria a las que acompaña, todo un hito que ojalá pase a ser costumbre en nuestras calles.

El pasado mes de febrero, la banda de música cordobesa de la Esperanza dedicó un concierto monográfico a la obra del autor, muy vinculado a esta formación musical. Enrique Báez falleció en febrero de 2003, pero dos años después se rotuló en la capital cordobesa una calle a su nombre para perpetuar su justa memoria.