El corazón del túnel del tiempo
Dueñas. El palacio de la Casa de Alba es la estrella principal de una calle que hasta bien entrado el siglo XVII se conocía por el nombre de su propietario, el Duque de Alcalá
LLEGAMOS al final de este serial de enclaves donde la Semana Santa de Sevilla se muestra con su más auténtica personalidad y lo hacemos con una calle no muy surcada por cofradías, pero con una intensidad inenarrable en las que sí lo hacen. Y si esta madrugada, Dueñas se ha visto honrada con el paso de los Gitanos, esta atardecida vivirá un entierro en toda regla que procede del cercano convento de la Paz, en Bustos Tavera.
Dueñas arranca en la confluencia de las calles Gerona, Santa Ángela de la Cruz, San Juan de la Palma y Espíritu Santo para morir en Doña María Coronel. Y según Santiago Montoto en su recopilación de historias y leyendas sevillanas, hasta el XVII se conoce como calle del Duque de Alcalá. La razón estriba en que el palacio de la Casa de Alba allí situado había sido en un principio propiedad de los descendientes de doña Catalina de Ribera.
El nombre de Dueñas se debe a que en esta vía se levantaba un convento de monjas cistercienses bajo la advocación de Santa María de las Dueñas. Este cenobio, que se situaba en la acera derecha, fue demolido en la segunda mitad del XIX y su derribo propició un ensanche que hizo que parte de Dueñas se fusionara con Gerona. Enfrente, en la acera de los impares y hasta el XVIII, se abría una barreduela llamada Calleja de Dueñas y que se incorporaría a las dependencias del convento del Espíritu Santo, ya que era fronterizo entre dicho convento y el palacio de los Alba.
Este convento del Espíritu Santo fue fundado en 1538 por doña María de Aguilar y pertenece a la congregación de Comendadoras del Espíritu Santo. Destaca por su interés artístico el templo, que data del Siglo XVII y de estilo barroco, de una planta rectangular y bóveda de cañón. Adosado al templo se encuentra el antiguo colegio y asilo de niñas pobres. En el año 2000 la Hermandad de Montesión trasladó sus imágenes a esta iglesia a causa de las obras en su capilla de la calle Feria.
Algunas casas destacan por su antigüedad e innegable valor arquitectónico, entre las que se encuentra la señalada con el número 9, que forma ángulo recto con el palacio de los Alba, el de Las Dueñas que es la estrella de esta calle. El palacio fue levantado como casa solariega de la familia Pineda, quienes lo tuvieron que vender en el año 1484 a doña Catalina de Ribera por necesidades acuciantes de dinero. La causa, pagar un rescate por don Juan de Pineda, hecho prisionero por los musulmanes. El inmueble pasó a ser propiedad de la Casa de Alba en 1612, tras el matrimonio de la V Marquesa de Villanueva del Río con el IV Duque de Alba.
Este sevillanísimo palacio es un conjunto de patios y de edificaciones de estilos variopintos. Estilos que van del gótico-mudéjar al renacentista y el plateresco. En el frontispicio de la puerta principal figura el escudo de la Casa de Alba, circundado por los diferentes blasones que componen sus títulos nobiliarios. Y en el muro de entrada, un azulejo recuerda que ahí nació y vivió Antonio Machado, justamente sus primeros ocho años. Según narra Richard Ford en su Manual para viajeros, el palacio estaba prácticamente en ruinas en el siglo XVIII, con algunas de sus piezas destinadas a viviendas en arrendamiento. En una de estas viviendas fue donde el 26 de julio de 1875 nació Machado.
En otra de esas estancias arrendadas tuvo su estudio el pintor Salvador Clemente, que recibió como discípulo a un jovencísimo Juan Ramón Jiménez. El gran poeta moguereño se había venido a Sevilla a estudiar Derecho y estaba de pensión en la cercana calle Gerona, por lo que cuando le entró la afición pictórica se encomendó a Clemente por meras razones de proximidad geográfica. Pero ahí no queda nuestra galería de perpetuos, ya que en esta calle nació en 1891 el gran periodista Manuel Chaves Nogales, que retrata esta zona en su magnífico ensayo La Ciudad.
Dicho todo lo cual entremos de lleno en lo que significa Dueñas para la Semana Santa. Cuando esta entrega periodística llegue al quiosco ya habrá pasado la Hermandad de los Gitanos por allí, que atropella incluso la razón para forzar su itinerario de ida a fin de complacer a su benefactora la duquesa de Alba. Tiene enjundia el discurrir del Nuestro Padre Jesús de la Salud y de María Santísima de las Angustias bajando por Dueñas camino de Santa Ángela y Alcázares. Pero ya es agua pasada por este año.
El número fuerte de la Semana Santa en Dueñas va a producirse esta tarde cuando ya apenas quede algo del sol que se va por los tejados de San Juan de la Palma. La Antigua, Real e Ilustre Hermandad de Nazarenos de Nuestro Padre Jesús Descendido de la Cruz en el Misterio de su Sagrada Mortaja y María Santísima de la Piedad es, al sevillano modo, simple y llanamente la Mortaja y a su paso vamos a meternos por el túnel del tiempo camino de no se sabe dónde. Cortejo tétrico, un entierro en toda regla con Jesús siendo amortajado en el regazo de María. El entierro lo abre un muñidor que precede a la cruz de enagüillas y se da la circunstancia de que al paso lo anteceden dieciocho ciriales, que dieciocho fueron las personas que estuvieron en ese trascendente entierro. Si nunca lo vio, esté en Dueñas sobre las ocho de la tarde recién pasadas. No se lo pierda.
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