Las cofradías sevillanas y la evolución del Covid-19: de la esperanza a la cruda realidad
Análisis
Las procesiones extraordinarias previstas tienen fecha de caducidad: 31 de diciembre
Quién le iba a decir a muchos sevillanos que el de la Virgen de la Encarnación sería el último paso que vería en la calle durante mucho tiempo. Desde aquel mes de diciembre de 2019 a septiembre de 2020, la pandemia del coronavirus se ha llevado por delante todo lo previsto. El único gran acto cofradiero que se pudo celebrar fue el Vía Crucis de las Hermandades con el Señor de la Salud de los Gitanos.
Suspendidas las procesiones de Semana Santa, las glorias, el Corpus o la salida anual de la Virgen de los Reyes, la esperanza estaba puesta en el mes de septiembre y en una soñada mejoría y erradicación de la pandemia. Algunos soñaban con una reducida Semana Santa en la festividad de la Virgen de los Dolores, como autorizó el Vaticano, o una procesión magna de acción de gracias, un acontecimiento alimentado desde algunos sectores que nunca ha estado en la cabeza del arzobispo, monseñor Asenjo.
Comienza septiembre y la situación, sin tener la gravedad de marzo, comienza a complicarse de manera importante. Sevilla bate cada día su récord de contagios de Covid-19 y se empieza a desandar buena parte del camino recorrido hasta ahora. La Junta de Andalucía, por ejemplo, ya ha impuesto nuevas restricciones a bodas o funerales. Los actos de religiosidad popular en la la vía pública siguen en suspenso. Para su realización hace falta una doble autorización: religiosa y civil, es decir, del Arzobispado y del Ayuntamiento. Algo que no sucederá en ningún caso.
Las cofradías han vuelto a retomar sus cultos, con las lógicas limitaciones. Las iglesias están abiertas y se puede visitar a los sagrados titulares. Una de ellas, la de la Bofetá, celebrará en las próximas semana los cultos en honor a la Virgen del Dulce Nombre. Esta hermandad tuvo que suspender el quinario en plena celebración sólo unos días antes de que se decretara el estado de alarma. Por ello, la función del triduo que presidirá monseñor Asenjo, el próximo domingo 13, ha sido elevada a función principal de instituto gracias a una dispensa del Arzobispado. Estos cultos se celebrarán con las restricciones de aforo vigentes y con las medidas de seguridad oportunas.
El tradicional besamanos a la Dolorosa, sustituido por una veneración pública, que se celebrará a partir del viernes 18, también llega con novedades. La Virgen del Dulce Nombre será expuesta en la Capilla del Sagrario de San Lorenzo, un espacio recientemente restaurado por la Hermandad de la Soledad, que es más amplio y permitirá un mejor desarrollo y entrada y salida de fieles.
¿Qué pasará con las extraordinarias previstas?
Esta misma semana se han conocido, como no podría ser de otro modo, las suspensiones de las salidas anuales de la Virgen de la Luz o la de Guadalupe. La Hermandad del Cerro, inmersa en la celebración del 75 aniversario fundacional, decidirá estos días cómo celebrará los cultos extraordinarios previstos para este mismo mes. En cuanto a la salida extraordinaria de la Virgen de los Dolores, programada para el 26 de septiembre, la intención es pedir un aplazamiento.
En el mismo caso se encuentran otras hermandades con salidas extraordinarias aprobadas, como la Lanzada o el Carmen (octubre y noviembre). En cualquier caso, el Arzobispado no contempla que las procesiones fuera de reglas vinculadas a efemérides, como son estos casos, se puedan trasladar al próximo año o a una fecha en la que la pandemia haya remitido. Así se trasladó en el mes de marzo a las corporaciones interesadas. Por tanto, estas procesiones acabarán por no celebrarse.
De momento, ninguna hermandad ha solicitado oficialmente un cambio de fecha.
El caso del Gran Poder
La misión del Señor del Gran Poder en el barrio de los Pajaritos es el único gran acontecimiento cofradiero que podrá sobrevivir a la pandemia. Catalogado como un acontecimiento de gran importancia pastoral, su celebración prevista entre los meses de octubre y noviembre podría posponerse sin problemas debido a esta excepcionalidad. La hermandad, que celebrará elecciones el próximo 27 de noviembre, continuará con las actividades sociales y caritativas puestas en marcha en estos barrios desfavorecidos y esperará a que se den las condiciones necesarias para que el Señor visite a sus vecinos, como ha aseverado el hermano mayor, Félix Ríos, en varias declaraciones públicas. Por el momento tampoco se contempla un acto sustitutivo.
Sí se ha visto alterado, como no podía ser de otro modo, el normal desarrollo del año jubilar concedido por el IV centenario de Señor y muchos de los actos previstos, como el festival taurino benéfico que se iba a celebrar el 12 de octubre en la Real Maestranza y que se ha aplazado.
Ante estas circunstancias, es más que evidente que la Semana Santa de 2021 en ningún caso será como la de 2019. Tampoco como la de 2020. Tiempo tienen todavía el Consejo de Cofradías y las hermandades para buscar alternativas.
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