El parqué
Jaime Sicilia
Quinta sesión en verde
De algún modo u otro, las cofradías han articulado históricamente el devenir de la propia ciudad. Se han mimetizado con su entorno, adoptado decisiones en función del contexto socioeconómico del momento, padecido circunstancias catastróficas (guerras, epidemias) y evolucionado análogamente a los tiempos. Algunas de ellas bien merecen, incluso, la escritura de varios capítulos literarios o tomos enciclopédicos por sus características tan singulares y por haber sobrevivido a todo tipo de vicisitudes.
Una de ellas es Las Cigarreras, que con casi medio milenio de vida se yergue como una hermandad capital de la ciudad e indispensable para comprender una advocación emblemática. La primitiva cofradía de la Columna y Azotes que dieron a Nuestro Señor nos evoca una Semana Santa detenida, un cortejo modelado por los siglos. En estos últimos días la corporación ha anunciado que acometerá una serie de reformas y actuaciones en una capilla de la iglesia de Consolación, sede canónica de otra cofradía señera como es La Cena. Para los más duchos en historiografía local es conocido que dicha capilla es propiedad plena y absoluta de la hermandad del Jueves Santo. Sí, en ese rincón de la calle Sol, durante más de doscientos años, recibieron culto sus titulares. Ese espacio puede ser perfectamente usado y ocupado por sus hermanos. Ahora bien... ¿Por qué cuenta Las Cigarreras con esa capilla en este primitivo convento?
Se tiene constancia de que esta hermandad se funda allá por 1563 en San Benito de Calatrava, en un emplazamiento cercano al monasterio cisterciense de San Clemente, por la Barqueta. Posteriormente protagonizó un discurrir itinerante por diferentes sedes, entre ellas, el monasterio de la Trinidad, el convento de San Pablo (hoy Magdalena, por su fusión con la Antigua) o San Francisco de Paula, hoy conocida como el Sagrado Corazón y ubicada en la calle Jesús del Gran Poder. En esta última residió hasta 1628, momento en que traslada su sede a San Pedro, aunque existen actas de cabildos generales celebrados en la desaparecida San Miguel, en 1610 y 1611. Como ven, un caso fascinante.
Sucede que su estancia en San Pedro se complica por falta de espacio "y altos derechos que se le exigían por parte del clero parroquial", tal y como se informa en una síntesis históricas redactada por la corporación en 2013 por su aniversario. Por tal motivo, en 1674 se plantea el traslado definitivo a una nueva sede canónica, y que es la que nos ocupa: el convento de Nuestra Señora de Consolación, conocida como Los Terceros. La escritura pública con la orden se firma el 16 de diciembre de dicho año, y en 1693 se acuerda la titularidad de la capilla puesto que la corporación había saldado las deudas contraídas con la orden. Este dominio se mantiene hasta nuestros días.
A principios del siglo XVIII la cofradía entabló estrecha relación con una congregación de entierros de la Real Fábrica de Cigarros, labor recientemente instituida en la ciudad. La corporación de la Columna y Azotes participó activamente en el sufragio de las sepulturas de estos congregantes -con sede, curiosamente, en San Pedro-, donando ceras, paños mortuorios y un muñidor. Es el germen del sobrenombre con el que hoy la conocemos. En el XIX pasó numerosas dificultades sociales y económicas (solo salió en procesión tres veces en más de cuarenta años y la Fábrica cerró por la invasión francesa), fijó su sede un tiempo en la iglesia de Santiago y a finales de dicha centuria entabló relación con la Casa Real, decisión capital para comprender su estética contemporánea. Para revitalizar su actividad se decidió nuevamente vincularse con los tabaqueros: en 1891 ingresaron en la nómina de la hermandad más de 5500 trabajadoras cigarreras, recuperando el esplendor que siglos atrás asumió.
En 1904, y tras haber nombrado como hermanos protectores al presidente y miembros del consejo de administración de la Compañía Arrendataria de Tabacos, Las Cigarreras se marcha de Los Terceros e instalándose en la Capilla de la Universidad, en aquel momento de la Fábrica de Tabacos, aprovechando la visita y el juramento como hermano del rey Alfonso XIII. El resto... es historia. La cofradía, eso sí, ha señalado que en cuanto se acondicionen las estancias se situará en la capilla de Los Terceros un cuadro de la Virgen de la Victoria y uno de sus titulares cristíferos. Una ocasión inmejorable para reencontrarse con la historia de la propia Semana Santa sevillana.
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