Cien años de la llegada de la Bofetá al barrio de San Lorenzo

Aniversario

La hermandad se trasladó en la noche del 20 de junio de 1924 desde San Román, templo en el que se reorganizó cinco años antes, a San Antonio de Padua

El Arzobispado autorizó una procesión triunfal en los pasos y con bandas de música

El atavío de la Virgen del Dulce Nombre, entre los premios Demófilo 2024

El traslado de San Antonio de Padua. / Hermandad del Dulce Nombre

Con música y con toda pompa y esplendor. El 20 de junio de 1924 está escrito en la historia de la Hermandad de la Bofetá con letras indelebles. En la primera noche del verano la joven y pujante cofradía daba un paso decisivo con el traslado hasta la iglesia de San Antonio de Padua. La corporación abandonada la parroquia de San Román, donde se había reorganizado cinco años antes, para instalarse en el barrio de San Lorenzo. Con el cambio de sede la Bofetá empezó una etapa de crecimiento que eclosionó con el definitivo traslado a la parroquia de San Lorenzo en 1968. Para conmemorar la llegada a San Antonio esta noche tendrá lugar una misa en el que fuera templo franciscano.

La Hermandad de la Bofetá fue reorganizada en 1919 por un grupo de jóvenes que tuvieron conocimiento de la existencia en el Beaterio de la Trinidad de las imágenes de una antigua corporación. La primera sede canónica fue el templo de San Román. La joven cofradía vive allí un lustro maravilloso en el que conforma su estética y estrena gran parte de su patrimonio. Las imágenes realizadas por Castillo Lastrucci o los bordados de Rodríguez Ojeda son alguno de los hitos de estos años. Pero en el cabildo de ofciales del 22 de abril de 1922 el mayordomo Manuel Carmona lanza la propuesta de cambio de sede argumentado una serie de motivos, como señala Juan Pedro Recio, escritor e historiador de la corporación: "Él expone las dificultades existentes para organizar los cultos, la falta de dependencias para guardar los enseres o la lejanía de San Román con el centro de la ciudad".

Primer Quinario en San Roman en 1920. / M. G.

En aquellos años la iglesia de San Antonio de Padua estaba regida por el sacerdote Diego González-Robles, al haber sido expulsados los frailes franciscanos en la Desamortización. Estos no vuelven hasta 1936, un siglo después. "Un nutrido grupo de hermanos residentes en la collación de San Lorenzo va a vistarle el 28 de diciembre del 1923. Él se mostró encantado. Dio todo tipo de facilidades", apunta Recio. El cambio de sede y el traslado se confirmó con mucha rapidez. El cabildo de hermanos lo aprobó de manera mayoritaria el 28 de mayo de 1924. El 17 de junio se recibió la autorización de la autoridad eclesiástica y, sólo tres días después, se lleva a cabo.

El Arzobispado autorizó a la hermandad un traslado glorioso en sus pasos procesionales. Pero la estrechez de la puerta exterior de San Antonio de Padua lo impide. El Señor va en el paso de la custodia de San Bernardo; mientras que la Virgen del Dulce Nombre lo hace sobre sus andas pero sin el palio. "Entre la llegada de la cofradía a San Antonio y la Semana Santa de 1925 se hacen obras en la puerta para que puedan salir los pasos. Hay que recordar que el Buen Fin no tenía paso de palio entonces. No lo estrena hasta unos años después cuando se agranda la puerta", añade Recio.

El traslado de San Antonio de Padua. / Hermandad del Dulce Nombre

En el archivo de la hermandad se conservan los detalles de aquel traslado que resultó multitudinario. El capataz era Angelito de San Bernardo. Delante de la cruz de guía iba la Guardia Municipal a caballo. La banda del Regimiento de Soria 9, con López Farfán al frente, se dividió tras los pasos. De ahí sale la marcha El Dulce Nombreque se estrena en la Semana Santa de 1925. También acompañaba el coro de campanilleros de la O. Entre las numerosas representanciones figuraban la de las hermandades de los Gitanos, el Silencio, los Panaderos, la Exaltación, las Siete Palabras, la Esperanza de Triana, Carretería, Montserrat o San Bernardo. La salida fue las diez de la noche, finalizando el traslado bien entrada la madrugada con el rezo del Te Deum.

La primera ubicación en San Antonio de Padua. / Hermandad del Dulce Nombre

El primer retablo de la hermandad se sitúa en la zona del coro. Antiguamente la puerta de acceso a la iglesia se situaba en este lugar al que se accedía desde el compás, por lo que el paso de fieles y devotos era muy importante. Cuando la comunidad vende este espacio y se cierra la puerta, la entrada se efectúa desde la calle San Vicente, por lo que la hermandad realiza un nuevo retablo en la zona el crucero. Todavía son visibles los emblemas y el escudo en el mismo.

El cambio de sede supuso al principio un quebranto para la joven hermandad, como señala Juan Pedro Recio: "Afecta negativamente. Muchos hermanos se dan de baja. Sobre todo los vecinos de San Román. Para que la cofradía no se marchara se promueve incluso una fusión con la sacramental".

Las imágenes en el retablo en el que permanecieron hasta su marcha a San Lorenzo. / D. S.

Los 44 años en San Antonio de Padua suponen a la postre una importante etapa de crecimiento sostenido pero muy cualitativo. En este periodo se le da a la Dolorosa su aspecto actual con la aplicación de las lágrimas. Se estrena la corona, los respiraderos y varales. Se hace el paso de misterio. Se confecciona la túnica burdeos o el Simpecado... "La cofradía se va involucrando y asentando en el barrio y configura su idiosincrasia antes de la marcha definitiva a la parroquia que es el verdaderos aldabonazo", concluye Recio.

El paso de misterio de la Bofetá saliendo de San Antonio de Padua. / M. G.

Este jueves, a las 21:00, la hermandad celebrará una misa en San Antonio de Padura presidida por Miguel Vázquez Lombo, párroco de San Lorenzo y director espiritual. A su conclusión, se descubrirá un azulejo conmemorativo de los cien años de la llegada de la Bofetá al barrio de San Lorenzo.

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