¿Por qué se celebra la procesión magna el 8 de diciembre?

Congreso de Hermandades

Se postula como una de las jornadas más señaladas de los últimos tiempos en clave religiosa y cofradiera

En un principio el Congreso iba a ser en octubre, pero la fecha se modificó

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La Esperanza de Triana, una de las imágenes participantes en la procesión
La Esperanza de Triana, una de las imágenes participantes en la procesión / Rafa del Barrio

Era un mes de junio del año 1946. Un cofrade de San Bernardo, por aquel entonces hermano mayor de la cofradía, comparte la idea de solicitar a la autoridad civil la inclusión del título de Mariana en el escudo de armas de la ciudad, una denominación autoproclamada por los sevillanos siglos atrás pero que requería, quizás, de un respaldo gubernativo total. No se demoró la propuesta y en noviembre, el pleno aprobó la concesión de este "apellido" a la capital hispalense gracias al impulso de Antonio Filpo Rojas.

Nada ha cambiado desde entonces. Más bien la cuestión se ha intensificado hasta niveles insospechados. La Iglesia ha hallado en la religiosidad popular una herramienta útil para no solo combatir la secularización, sino para revitalizar su presencia en la sociedad y el músculo de de las hermandades, ahora entidades de ejemplo y de impacto con siglos a sus espaldas. Su capacidad aglutinadora y su infinitas posibilidades de alcance social las convierten en un recurso necesario para atraer a los fieles. Por todo ello no es de extrañar el ímpetu y la determinación que el Arzobispado está desarrollando en la organización del II Congreso Internacional de Hermandades y Piedad Popular, que congregará en la ciudad a cientos de miles de personas el próximo mes de diciembre y, en concreto, el día 8, una fecha marcada como el "Día D" cofradiero que puede marcar un antes y un después en todos los aspectos: organización, capacidad, dimensiones...

El 8 de diciembre de 2024 se celebrará -es sabido- la procesión de clausura con motivo de este Congreso, ideado como se explicó en su momento para "impulsar la oportunidad que ofrece la religiosidad popular para la Nueva Evangelización ante los desafíos del mundo actual". En dicha procesión participarán imágenes de incalculable calado devocional: la Macarena, la Esperanza de Triana, el Gran Poder, el Cachorro y la Virgen de los Reyes. A ellas se les suma la participación de imágenes de la provincia: Setefilla de Lora del Río, Consolación de Utrera y Valme de Dos Hermanas, con hondo e histórico arraigo en sus comarcas.

Ahora bien, ¿por qué se ha elegido esta fecha para dicho Congreso? En clave civil, es una época de marcado trasiego ciudadano. Las luces de la Navidad ya se encuentran instaladas, el ajetreo de las compras es la tónica diaria y el centro se convierte en un auténtico reclamo que hace impracticable, en ocasiones, un cómodo paseo. Si a todo ello le añadimos un puente festivo, el atractivo turístico nacional e internacional y una procesión de tal calado, todo se multiplica exponencialmente. En un principio, tal y como se anunció en noviembre de 2022, este Congreso iba a desarrollarse en el mes de octubre, coincidiendo precisamente con el calendario del I Congreso del año 1999, hace un cuarto de siglo. Una fecha algo más cómoda y flexible que aliviaba, en medida, la tensión de los recursos municipales.

De octubre a diciembre

Sin embargo, el pasado mes de abril de 2023, Saiz Meneses y una representación de la Archidiócesis de Sevilla viajaron a roma para tratar una serie de asuntos en los dicasterios de la Curia Vaticana. Entre ellos se abordó el cambio de fecha de esta relevante cita, que pasaría a celebrarse del 4 al 8 de diciembre. El motivo de esta modificación era el desdoble de la fase final del Sínodo, que pasaba a celebrarse tanto en octubre de 2023 como en octubre de 2024.

En este punto, se acordó buscar una fórmula alternativa que guardase, además, un sentido religioso e histórico para con la ciudad y su modo particular de expresar su religiosidad. Entonces se anunció el traspaso del 4 al 8 de diciembre, siendo este último el día elegido para la gran procesión, y Solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen, una advocación de profundísima raigambre hispalense, más que en ningún otro lugar del mundo. Tanto es así que en 1615, como es conocido, la hermandad de los Nazarenos de Sevilla promulgó un voto "hasta derramar la última gota de sangre" para defender la concepción sin mácula de María, sin ninguna mancha de pecado. Dos siglos y medio después, en 1854, pasaría a convertirse en dogma de fe y de toda la Iglesia. Desde entonces, es una de las fechas marcadas en rojo en nuestro particular calendario, este año aún más si cabe. Cuenta atrás para un acontecimiento sí con precedentes en formato (véase 1946 o los Santo Entierro Grande) pero no en impacto por numerosas razones. La mariana ciudad aguarda.

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