La Virgen del Carmen bendice un año más San Gil y la Macarena

Ni la plena canícula veraniega, ni en vísperas de elecciones generales. Los cofrades que aún no han alcanzado su merecido espacio vacacional en absoluto desatienden el calendario y apuestan por el patrimonio letífico de nuestra ciudad. La vorágine carmelita poco a poco toca a su fin y ayer fue el turno para la Virgen del Carmen de la parroquia de San Gil, otra devoción gloriosa que en tiempo alcanzó amplia popularidad y predicamento en su barrio.

Aún así, no faltaron, por supuesto, los vivas, los pétalos y las palmas para la Flor del Carmelo, que en torno a las ocho de la tarde rebasó el cancel de su templo para recorrer el macarenísimo entorno del Pumarejo, Parras o San Luis. Acompañada por la banda de música Santa María del Alcor, del Viso (la banda del Arahal debía tocar en su localidad con la patrona, Santa María Magdalena), la Virgen volvió a mostrar su característico pelo natural recogido a través de una tiara de plata. Profusamente, lució la imagen numerosos abalorios y joyas, especialmente en el arranque del manto y la toca, con el detalle de algunas flores de talco rematando el conjunto.

Como novedad, el paso estrenaba la restauración de la trasera y la crestería, unas tareas acometidas por los Hermanos Caballero. Contaron los cofrades con la oportunidad de contemplar, desde cerca y en plena "funcionalidad", los airosos y elegantes candelabros, que en su día pertenecieron al misterio del Señor de la Sentencia.

Alrededor de las doce de la noche, tras visitar a la Esperanza en su Basílica, la Virgen alcanzó de nuevo el compás de San Gil con las melodías finales de ¡¡Macarena!!, de Cebrián. Un inestimable regalo en el que se conjugaba historia, devoción, identidad y barrio. Jornada de reflexión y de cofradías.