Cuando cae la lluvia de un Jueves Santo
Había algunas mantillas en las calles cuando empezó a llover a mediodía lLas cofradías de los Negritos y las Cigarreras marcaron la pauta inexorable de una jornada lluviosa
Amediodía comienza a llover con fuerza y es cuando ya sabemos que éste es un Jueves Santo para ponerse el traje de buzos. Los pronósticos de la Agencia Estatal de Meteorología son contundentes para la tarde y la noche: 100% de posibilidades de lluvia, parte de que ya se ve, y situación de alerta amarilla. Hay lo que hay, pero este pronóstico parece obra del primo de Lucifer. Y para el Viernes Santo, un 95% de posibilidades de lluvia.
Con ese ánimo, que está por los suelos mojados, hay que empezar las visitas a los templos. Éste va a ser un Jueves Santo de muchas visitas a los templos, de sagrarios con más gente rezando, que está muy bien, pero debería ser por otros motivos, no porque la lluvia haga un estropicio.
Todos los templos de la Madrugada están repletos. Hay la expectación de siempre para el reencuentro con el Gran Poder. La Macarena, siempre sublime en su paso de palio, va este año con orquídeas en las jarritas delanteras, además de los claveles de las jarras laterales. La calle Pureza es un hervidero junto a la capilla de los Marineros para ver a la Esperanza, como el templo de los Gitanos. Ante los pasos del Silencio y el Calvario se dirían que hay la misma devoción, pero con otra actitud más recogida.
Los templos del Jueves Santo también se llenan, sobre todo el Salvador, la Anunciación y la Magdalena. En el Salvador está el Señor de Pasión rodeado de devotos absortos. Están llenos los templos, incluso cuando ya llueve, o quizá también por eso, por lo que pudiera pasar. El tiempo lluvioso es incompatible con la brillantez del Jueves Santo. Se carga no sólo las salidas procesionales, sino también algunas costumbres, como la de las mantillas. Llevar la mantilla con paraguas no es lo mismo que en una tarde de sol redondo. Aún así, se ven mantillas en la Basílica de la Macarena, en Triana y hasta en las calles. Pero no es lo mismo que otros Jueves Santos soleados.
A las tres de la tarde están anunciadas las primeras salidas, que son las de los Negritos y las Cigarreras. A esa hora debía comenzar la más maravillosa sucesión de pasos de Semana Santa que se conoce en la Cristiandad. Durante 36 horas (casi sin interrupción, hasta la madrugada del Sábado Santo) deben salir a las calles de Sevilla 20 cofradías, entre las del Jueves Santo, Madrugada y Viernes Santo. Cuando eso se estropea, se rompe en pedazos la Semana Santa.
Y se estropeó. En la capilla de los Ángeles, de la Hermandad de los Negritos, vivimos un ejemplo de lo que pasa cuando una cofradía no puede salir. El alcalde, Eduardo García, anuncia una decisión que tenían muy clara, a su pesar. Los nazarenos y nazarenas la acogen con resignación, con asentimiento, con lágrimas, con rezos, con tantos sentimientos que sólo ellos saben. Se rezan las oraciones por la Jornada Mundial de la Juventud. La saetera Paqui Gómez le canta a la Virgen de los Ángeles y después Ángel Díaz le canta al Cristo de la Fundación. Por medio, fray Ricardo de Córdoba ha pronunciado unas elocuentes palabras explicando el sentido que tienen unas circunstancias tan difíciles. Después suena el llamador para levantar el paso de palio. Manda Antonio Santiago, que esa noche tiene previsto el doblete de los Jueves Santo, ese que le lleva de los Ángeles a la Macarena. El paso queda arriado y los hermanos de la cofradía siguen mirando a su Cristo y a su Virgen, siguen asimilando lo inevitable, ante unas flores que se volverán mustias en el templo. Esto es lo que pasa cuando sólo pasa la lluvia .
En el patio de la casa de hermandad de los Negritos llueve. Así es un Jueves Santo, cuando se rompe en pedazos.
León
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