Se busca ubicación para una lápida

Las obras del hotel y de la Plaza de la Magdalena encara su recta final sin que haya noticias de la placa de Martínez Montañés

El Ayuntamiento asegura que busca una solución y se desliza que podría situarse en la fachada de la parroquia, algo que alteraría completamente la historia

La fachada del nuevo hotel de la Plaza de la Magdalena donde debería estar la placa de Martínez Montañés.
La fachada del nuevo hotel de la Plaza de la Magdalena donde debería estar la placa de Martínez Montañés. / José Ángel García

Sin noticias. Las obras del hotel y de la Plaza de la Magdalena encaran su recta final sin que la placa que recuerda que allí está enterrado Martínez Montañés haya vuelto a su lugar. La fachada reformada del antiguo edificio de El Corte Inglés, transformado en un establecimiento de lujo, está prácticamente finalizada y no hay evidencia alguna de que la lápida en honor a uno de los más destacados escultores e imagineros españoles de todos los tiempos, retirada al inicio de la obra, vuelva a su lugar original. Desde el Ayuntamiento se asegura simplemente que se trabaja para encontrar una solución.

Las obras tanto del hotel como de la plaza finalizarán, si todo marcha como hasta ahora, a lo largo del próximo mes de marzo o principios de abril. Para acelerar y rematar los trabajos de reurbanización, a partir del próximo martes se cierran todos los accesos a la plaza, incluyendo la entrada al garaje de la calle Rioja, al que sólo se podrá entrar por la calle Albareda. Con la controvertida reurbanización prácticamente finalizada, la única huella que quedaba en este lugar que advertía de su pasado parece que no regresará.

Así lo han deslizado ya algunos técnicos en conversaciones informales, apuntando incluso a la posibilidad de que la lápida en recuerdo de Martínez Montañés sea reubicada en la fachada de la actual Parroquia de la Magdalena, algo que carece de sentido, ya que este templo era convento dominico en tiempos de Montañés.

La placa antes de ser retirada de su ubicación.
La placa antes de ser retirada de su ubicación. / Antonio Pizarro

Este cambio de situación desvirtuaría completamente la intención de la Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría cuando promovió su colación en 1957. Así lo recuerda también Aurora Ortega, historiadora y archivera de la Real Parroquia de la Magdalena: “Catalina de Salcedo y Sandoval, la viuda de Montañés, fue una mujer muy valiente que se metió en pleitos una vez fallecido su marido para pelear por lo que correspondía a su familia. Ella misma dejó escrito que Martínez Montañés por haber fallecido en tiempo de la peste pidió ser enterrado en esta plaza y no en la sepultura que tenían como propia”.

La vida de Martínez Montañés está fuertemente ligada a la antigua Parroquia de la Magdalena, derribada en 1811 durante la invasión francesa. Su familia estuvo vinculada con esta iglesia durante más de un siglo. El primer documento que se conserva del escultor alcalaíno en el archivo parroquial data de 1598 y recoge el nacimiento del segundo hijo de su primer matrimonio con Ana de Villegas. Ese mismo año se instaló en la calle de la Muela, actual O’Donnell, que hace esquina con el inmueble donde se hallaba la placa.

La lápida de Martínez Montañés.
La lápida de Martínez Montañés. / D. S.

El Diagnóstico de los Monumentos Públicos de la Ciudad de Sevilla también advierte de la importancia que esta placa tiene para situar la plaza en su contexto: “Esta lápida es resultado de una iniciativa cultural que recuerda un hecho histórico relacionado con este lugar. En este sentido, debe entenderse como un monumento homenaje al escultor Juan Martínez Montañés. También aporta información histórica sobre este lugar”.

Si los responsable del hotel no están dispuestos a devolver la placa a su ubicación, fuentes de la parroquia aseguran que el Ayuntamiento debería hacer las gestiones oportunas para que se pueda colocar en otro de los edificios de la Magdalena.

La Plaza de la Magdalena, que era el resultado de una transformación urbanística acontecida entre 1840 y 1850, ya había perdido sus bellos edificios de finales del siglo XIX. Ahora, tras la remodelación del espacio, ha perdido completamente su identidad y el único eco que le quedaba de su pasado ilustre.

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