Bares en Semana Santa: un esfuerzo que cada vez compensa menos
El Jubileo de la Pestaña
Aumenta el número de negocios emblemáticos que cierran durante la fiesta
Los que siguen haciendo su agosto son los bazares chinos con las sillitas
La subida de precios resulta más que notoria en las torrijas y bocadillos
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En Casa Moreno, llegados los días santos, hay tres tramos de clientes hasta alcanzar la barra, la "presidencia" más codiciada de este negocio, a medio camino entre tienda de ultramarinos y abacería. La fiesta pasada por agua no ha venido mal a las ventas. Todo lo contrario. El Martes Santo "no dieron abasto", especialmente por la noche, cuando tres de las cofradías de la jornada se quedaron sin salir por un riesgo de lluvia que al final se redujo a eso, a mero porcentaje. No cayó ni gota. En este miércoles la situación no pinta nada bien, pero hay hermandades que salen a la calle. La decisión se conoce mientras los feligreses habituales -y otros ocasionales- hacen su particular estación de penitencia entre viandas y botellines. Muchos botellines con el nombre del origen de la Semana Santa sevillana. Hay que alegrar el gaznate en tiempos de desolación.
Del negocio que dirige Emilio Vara (el polo de manga corta es su segunda piel) sale el futbolista Joaquín con chaquetón azul y entra el ex ministro José María Michavila, quien busca acomodo en la ansiada barra hasta hacerse hueco. A esa hora se conoce que el Buen Fin y el Carmen saldrán a la calle. Un viento "mú saborío" se cuela cada vez que abren la puerta de Casa Moreno, donde ya podría inspirarse más de un prioste a la hora de plantear el altar de insignias. La disposición es más que perfecta y logra que al cliente le apetezca llevárselo todo.
En días de cielos nublados y con pocos nazarenos en la calle no hay nada mejor que buscar refugio en un bar, aunque cada vez son más los que se alistan a las filas de cerrados por Semana Santa. La fiesta que antes suponía temporada alta en la caja registradora, se ha convertido ahora en un incordio para muchos taberneros, especialmente los que tienen clientela asegurada todo el año. Sin ir más lejos, a pocos metros de Casa Moreno, otro referente de esta milla del buen yantar, Trifón, cierra sus puertas los días santos. Al bar famoso por las anchoas con leche condesada -entre otros manjares que nos hacen sentirnos como Dimas, muy cerca del Paraíso-, se suman otros negocios a los que ya no les compensa descorrer las persianas o mantener el horario habitual.
"No compensa"
Ejemplo de esto último es la cafetería del Pasaje Rioja, que antes de las tres de la tarde corta su servicio. Uno de los empleados reconoce que años atrás se lograba una gran recaudación. "No dábamos abasto vendiendo agua. Teníamos varios congeladores ocupados y no parábamos de abrir cajas para repartir las botellas", rememora este camarero de camisa blanca y de manos en constante remojo para limpiar la vajilla. "Ya no compensa", admite.
Pese al mal tiempo de esta primera parte de la Semana Santa y el que se vaticina para la segunda, las ventas no se han visto mermadas en la mayoría de los bares. Registran un lleno considerable y a los clientes se les nota cierta "alegría" a la hora de rascarse el bolsillo. O mejor dicho, la tarjeta, puesto que el dinero en efectivo -eso que los muy modernos llaman "cash"- está como la hegemonía del clavel en los pasos, en decadencia.
Tal balance nos lo ofrecen los amigos de La Flor de Mi Viña, de los pocos bares que quedan en el centro de la ciudad con cocina casera y alejada de esa imperante (y horripilante) moda de los gastrobares, donde sirven comida en pizarra y los nombres de las tapas son tan largos como los títulos de las hermandades. Cuando se termina de leer, se ha acabado el hambre. La verdadera cruz viene después, al llegar la cuenta, una lanzada tan grande como la de Longinos.
Las estocadas
Aunque para estocada, las que pegan algunos negocios llegadas estas fechas. Lo comprobamos en un establecimiento de comida para llevar de la calle O'Donnell. Si el Domingo del Pregón un bocadillo y una botella de agua costaban cinco euros, en días santos tal precio alcanza los ocho. Todo ello con un género de calidad tan cuestionable como ciertas nuevas marchas, dignas de prohibición por contaminación acústica.
La inflación también ha llegado a la torrija. Estudios recientes demuestran que la elaboración casera se ha encarecido más de un 70%, debido al alza de los precios de los ingredientes. En las confiterías ya resulta complicado comprarlas a menos de tres euros la unidad (tamaño grande). Y ojo, porque no siempre es oro lo que reluce, pues más que miel es agua con azúcar (en caso de duda, lleven el Fortasec a mano).
A las que parece no irles tan bien con la lluvia es a las tiendas que venden pizzas en porciones. Supusieron la gran novedad en la Semana Santa pospandémica (¡qué lejos quedan ya los tiempos del Covid!). Así nos lo comenta un empleado del negocio situado bajo los soportales de la calle Imagen, con porciones a 2,50 y 3 euros, según los ingredientes que incorpore. "Este año estamos vendiendo menos, especialmente por la noche, cuando el público baja bastante", asegura esta trabajador de mandil negro ruan.
En la calle Imagen
Por cierto, esta misma calle -tan urbanísticamente difícil de digerir- ha sido noticia en las redes sociales por la presencia de veladores de una cafetería cuando pasan cofradías. Los usuarios de X (antiguo Twitter, ahora denominado con una letra que parece advertir de contenidos de tentación carnal) critican que el Ayuntamiento no aplique en dicha terraza la obligación de ser retirada una hora antes de que llegue la cruz de guía.
Tampoco está siendo una buena Semana Santa para los veladores. Con precipitaciones y temperaturas que se vienen cuerpo a tierra, lo que menos se apetece es comer en una mesa al aire libre. Al menos, es lo que ha asegurado en días recientes el presidente de la patronal, Alfonso Maceda, en declaraciones a un medio de comunicación. Las reservas en las terrazas -donde ya hay hasta zonas vips- han menguado bastante ante las malas predicciones.
El negocio amarillo
Lo que no se inmuta son las ventas de sillitas en los bazares chinos. Las medidas restrictivas no hacen mella en estos negocios de horario ininterrumpido, donde usted puede encontrar de todo. La responsable de la tienda de la calle Canalejas, mediante ademanes con manos y gestos en el rostro, confirma que todo sigue igual que años atrás. "Mucho, mucho", asevera a preguntas del periodista, a quien muestra los modelos de los que dispone. Uno a cinco euros, el más convencional, de tres patas y una posadera tan escuálida que amenaza con que rebosen los glúteos. El más caro, de ocho euros, dispone ya de cuatro patas y la zona donde la espalda pierde el nombre logra mayor acomodo.
En días pasados se ha visto a población asiática vendiendo este tipo de asientos por las calles, especialmente a jóvenes sentados en los bordillos de las aceras, una modalidad extendida y que hace imposible el tránsito por algunas zonas. Ejemplo de ello es el que se sufre en Javier Lasso de la Vega, vía preferida por el público sedentario e inmóvil.
La visita matinal
Los partes meteorológicos motivan a muchos sevillanos y turistas a acudir a los templos por la mañana. A los habituales de estas visitas se suman otros que garantizan, así, ver los pasos al menos en las iglesias, ante el temor de la ausencia de cofradías por la tarde y noche. En la Plaza de San Lorenzo la cola es igual a la de un día de besamanos del Señor, pero ahora, para contemplar al Gran Poder en el paso. No muy lejos de allí, San Antonio de Padua registra un lleno absoluto. Gran expectación por contemplar el nuevo misterio del Buen Fin, que parece sacado del mejor barroco del XVII.
La ruta de las visitas continúa por San Pedro. El Cristo de Burgos está de aniversario. Allí coincido con Ana Gallardo, una algabeña que trae azahar de su tierra para los pasos de la cofradía. Años atrás hizo lo mismo en San Bernardo y el Baratillo. Triplete del Miércoles Santo. En una ocasión requirió, incluso, de la ayuda de quien fuera alcalde de este pueblo, el comunista y muy taurino José María Torres Zapico, quien le aportó la flor del naranjo para aromatizar los pasos.
Sigue soplando el viento saborío en este miércoles de nubes, claros y lluvias dispersas. Día pegado a las redes sociales, a la radio y a la web de los periódicos. Y de druidas meteorológicos, ese espécimen que llega al grado de lo insoportable en Semana Santas húmedas. Lo mejor en tal situación, ahogar las penas en un bar. Si no lo cierran antes.
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