¿Dónde están los azulejos que recuerdan el vía crucis que dio origen a la Semana Santa de Sevilla?
La Priostía
Hay caminos con historias que se mantienen en el tiempo. Da igual que antes fuera calle Oriente y ahora Luis Montoto o que hasta hace unos años tuviera un puente por el que pasaban los trenes. Desde la Casa de Pilatos hasta la Cruz del Campo catorce azulejos recuerdan al primitivo vía crucis que, como tradicionalmente se repite, dio origen a la Semana Santa de Sevilla.
Todo empezó cuando el primer marqués de Tarifa, Fadrique Enríquez de Ribera tras visitar Jerusalén y conocer los lugares de la Pasión de Jesús, promueve un vía crucis que tiene como punto de partida su recién construido palacio cerca de la Puerta de Carmona y llega a un pilar de la entonces Huerta de los Ángeles.
En 1630, los Fernández de Ribera acercan a la ciudad el humilladero de la Cruz del Campo construido por el asistente Diego de Merlo en 1482.
De este modo, la distancia de su palacio a la Cruz era la misma que la tradición señala entre el Pretorio y el Calvario: 1.321 pasos, equivalentes a 997,13 metros.
Un lugar a la estación de penitencia
Cada una de las hermandades existentes entonces tiene entre sus obligaciones hacerse cargo de una de las cruces que marcaban las 12 estaciones del vía crucis. Hasta la reforma urbanística de 1816, las cruces que señalaban las estaciones Séptima, Octava, Novena, Décima y Undécima se alzaban, sobre peanas de ladrillo, entre los álamos cercanos a los Caños de Carmona.
Incluso la Hermandad de los Negritos hacía hasta 1604 estación de penitencia, la noche del Jueves Santo, hasta el humilladero de la Cruz del Campo rezando las estaciones del vía crucis.
Por otro lado, Isidoro Moreno expone en la web de Los Negrito que el templete, tal y como está hoy en día fue construido a finales del siglo XV sobre una estructura existente, muy modesta y con una cruz de madera edificada por una incipiente cofradía de los Negritos en 1380. Seguramente, la casa hospital de los negros de Sevilla estaba "no muy lejos de convento de San Agustín y poco distante a la Cruz del Campo".
En cualquier caso, el vía crucis comenzaba en la capilla de las Flagelaciones de la casa de Pilatos hasta 1630, que comenzó en el retablo de mármol existente en la fachada del palacio.
El vía crucis dejó de hacerse en Sevilla en 1873. Tras caer en el olvido, en 1957, los descendientes del marqués de Tarifa crean la Pía Unión junto con catorce cofradías sevillanas y retoman la celebración del vía crucis. Entre todos ellos costean los azulejos que indican las estaciones –14 desde 1720– donde la escena de la Pasión de Cristo está representada por cada hermandad que participó en su reconstrucción. Este nuevo retablo cerámico del vía crucis repartido por las calles San Esteban, Puerta Carmona y Luis Montoto, fue bendecido el 8 de marzo de 1957 por el cardenal Bueno Monreal.
14 retablos
Los azulejos fueron restaurados en 1995, siendo la hermana mayor de la Pía Unión la duquesa de Medinaceli, y bendecidos por el entonces arzobispo de Sevilla, Carlos Amigo Vallejo.
La primera estación, el Juicio de Jesús es un retablo que representa el paso de la Sentencia de la hermandad de la Macarena. Hasta los años 80 estaba bajo el balcón principal del palacio y fue sustituido por el mal estado en el que se encontraba y colocado en la fachada del número 2 de la plaza de Pilatos.
El de la segunda estación, que representa a Nuestro Padre Jesús del Silencio es uno de los que quedan originales. Debajo de él se especifica la estación que representa y el año, 1521.
Unos pocos pasos más adelante, en la fachada de la iglesia de San Esteban está la tercera estación. Está situada a la izquierda de la puerta ojival del templo, que siempre ha estado muy vinculado a la casa de Pilatos. De hecho, su puerta principal es la que da a la calle Medinaceli.
El nuevo azulejo se realiza en 1995 y es colocado en la fachada tras la restauración del templo. Representa la primera caída de Jesús bajo el peso de la Cruz. Muy cerca, en la esquina del Muro de los Navarros con la calle Puerta de Carmona, otro azulejo representa el encuentro de Jesús con María. Este retablo del Gran Poder sustituye al original, que desapareció.
Para llegar hasta la quinta estación hay que adentrarse en la calle Luis Montoto, hasta pasar el cruce de Juan Antonio Cavestany. Allí, en el 23 está la quinta estación. En él se representa el momento en el que el Cirineo ayuda a llevar la cruz a Jesús. Curiosamente, este retablo está dedicado a la hermandad de Pasión, que no lleva actualmente al Cirineo. Fue suprimido de las andas procesionales tras un informe de Peláez del Espino que alertaba de los daños que provocaba en la imagen del Nazareno, al rebotar la cruz contra la talla. El retablo anterior desapareció al ser derribada la vivienda.
La fachada de San Benito, con el encuentro con la santa mujer Verónica, contempla la sexta estación. Una vez cruzada la avenida de la Buhaira y siguiendo por Luis Montoto, el retablo de Nuestro Padre Jesús de la Salud de la hermandad de La Candelaria es la séptima estación.
Dos imágenes de la Madrugada ocupan los retablos correspondientes a la octava y novena estación. Nuestro Padre Jesús de la Salud, de los Gitanos, el Jesús de las Tres Caídas de la Esperanza de Triana.
Trianera también es la imagen del retablo de la undécima, el Cristo de las Penas de la hermandad de la Estrella, situado como el de la duodécima, el Cristo de la Exaltación de la hermandad de Santa Catalina, en la fachada del antiguo Tutelar de Menores. Ambos son originales de 1957, aunque fueron vueltos a montar tras la restauración del edificio en el año 2000.
El Cachorro representa la muerte de Cristo. Está en esta ubicación desde 1986. Muy cerca del templete están la decimotercera y decimocuarta estación. Los retablos representan el descendimiento de la cruz y el traslado al sepulcro con las imágenes de la Piedad del Baratillo y Santa Marta, respectivamente.
La Cruz del Campo no era el único humilladero ni el centro exclusivo de estas prácticas penitenciales: la cruz de San Sebastián, de los Rodeos, de la Resolana eran también centros de peregrinación, así como algunas ermitas como las de San Lázaro o la de la Virgen de los Ángeles extramuros de la Puerta de Carmona.
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