El avance de la fotografía en la Semana Santa de Sevilla a través de tres generaciones
Manuel Ruesga Bono, Manu Socarrás y Julio Marín, tres generaciones de fotógrafos sevillanos que transmiten el fervor de la Semana Santa de Sevilla a través de sus objetivos
La fotografía como elemento simbólico de la Semana Santa

La fotografía es una parte fundamental de la Semana Santa en Sevilla, un reflejo visual de la devoción y la pasión que inundan las calles de la ciudad cada año. A través de sus imágenes, los fotógrafos han logrado capturar la esencia de una festividad que va más allá de lo religioso, convirtiéndose en un testimonio del fervor popular, las tradiciones y el arraigo cultural que se transmite de generación en generación.
A lo largo de los años, son muchas las generaciones de fotógrafos que han contribuido a dejar constancia de la Semana Santa sevillana, tanto desde el punto de vista artístico como informativo. En el cuarto episodio del podcast El Palquillo, tuvimos la oportunidad de conversar con tres protagonistas de este mundo de la fotografía cofrade, quienes han sabido plasmar la esencia de la Semana Santa con su cámara, cada uno desde su propia perspectiva.
Manuel Ruesga Bono (1945) es uno de los profesionales más destacados en este campo, con una trayectoria de más de 50 años capturando la Semana Santa de Sevilla y otros eventos importantes de la ciudad. Su carrera comenzó en el Correo de Andalucía. Con el tiempo, pasó por varios medios locales hasta ser miembro fundador de Diario de Sevilla en 1999. Una década más tarde, en 2010, tras su jubilación, Ruesga Bono no abandonó la profesión, sino que continuó ampliando su legado fotográfico. Hermano de la Estrella, su dedicación y su contribución al mundo de la fotografía le han valido numerosos reconocimientos, entre ellos la Medalla de Oro de la Ciudad de Sevilla, otorgada en 2010. Además, el Sevilla FC creó el Premio SFC Manuel Ruesga Bono, un galardón que durante doce ediciones ha premiado a destacados fotógrafos sevillanos. Actualmente, sigue activo en el mundo de la fotografía cofrade a través de su sección El Retrato de Cuaresma de Ruesga Bono en El Palquillo, en la que comparte su mirada única y personal sobre las cofradías sevillanas y su entorno.
Junto a Ruesga Bono, encontramos a Manu Socarrás (1994), quien ha logrado en pocos años labrarse un nombre propio en la fotografía cofrade. Hermano de los Gitanos desde pequeño, donde actualmente ejerce como uno de los fotógrafos oficiales, Manu comenzó en el mundo de la fotografía prácticamente por casualidad, pero rápidamente se adentró en él con una pasión y dedicación que lo han convertido en uno de los nombres más reconocidos en la ciudad. Además, Manu ha logrado una importante popularidad en redes sociales, donde cuenta con más de 13.000 seguidores en sus perfiles oficiales, lo que le ha permitido conectar con un público amplio y diverso. Su capacidad para fusionar la tradición con la modernidad ha hecho que sus fotografías sean muy valoradas, no solo en el ámbito cofrade, sino también en el más general del arte visual.
Por último, tenemos a Julio Marín (2001), el fotógrafo más joven de este grupo, pero con una gran proyección en el ámbito de la fotografía cofrade. Julio comenzó como un aficionado que, año tras año, iba con su cámara a los cultos y las salidas de las hermandades. Actualmente, para varias corporaciones sevillanas, como La Redención, Pino Montano y Los Gitanos. Aunque es el más "junior" en términos de experiencia, Julio ha demostrado una gran habilidad para capturar los momentos más íntimos de la Semana Santa.
De la devoción a la imagen: los inicios de tres profesionales
Cada historia tiene un punto de partida, un instante en el que la pasión por la fotografía y la Semana Santa se entrelazan. Para Julio Marín, Manu Socarrás y Manuel Ruesga, el camino comenzó desde su vínculo con las hermandades y una inquietud por capturar la esencia de la celebración.
Julio recuerda que su primer contacto con la fotografía cofrade surgió a través de su hermandad: “Aparte de la Hermandad de la Redención, soy también hermano del Baratillo. Durante la época en la que me hice hermano, entre que estaba en el cuerpo de acólitos y demás, me entró la curiosidad por coger la cámara y hacer fotos a las imágenes". Lo que empezó como un simple pasatiempo, pronto se convirtió en una afición más seria: "Vi que le cogí el gusto y a partir de ahí empecé a salir por mi cuenta en Semana Santa, en besamanos y otros cultos. Con el tiempo, llegó un punto en el que ya fueron las propias hermandades las que me seleccionaban para fotografiarlas".
Para Manuel Ruesga, la fotografía y el mundo cofrade siempre estuvieron ligados, pero su afición se convirtió en algo más cuando empezó a ser reconocido en concursos: "Yo soy cofrade antes que fotógrafo. Pertenecía al grupo joven de La Estrella, y allí organizábamos concursos de fotografía sobre la ciudad. Fue ahí donde empecé a destacar, porque me dieron algún premio, un segundo, un tercer puesto… Y así se unió mi afición por la fotografía, que tenía desde los 15 o 16 años, con mi gran pasión, que eran las cofradías. Posteriormente, comenzó a trabajar en El Correo de Andalucía, donde inicialmente no se dedicaba a la fotografía cofrade, pero nunca dejó de captar la Semana Santa por su cuenta durante dicha etapa.
Por su parte, Manu Socarrás llegó a la fotografía cofrade por una anécdota curiosa: encontrar una buena imagen de su hermandad de Los Gitanos para ponerla de fondo de pantalla en su BlackBerry. “En aquella época no se estilaba que todo el mundo tuviera cámaras ni había fotos de calidad en cualquier plataforma. Siempre quería una foto de mi hermandad, pero nunca la encontraba”. Fue entonces cuando decidió pedir una cámara y empezar a hacerlas él mismo. Con el tiempo, su trabajo fue ganando visibilidad y comenzó a llamar la atención dentro de su hermandad. “Al mejorar mis fotos y con el auge de las redes sociales, en la hermandad necesitaban gente para llevar la comunicación. La persona encargada entonces tiró de mí porque veía mis fotos en mi Blogspot”. Gracias a ello, se vinculó más estrechamente al grupo de comunicación y, poco a poco, la fotografía pasó de ser un hobby a convertirse en su profesión, acompañando cada Madrugada al Señor de la Salud y la Virgen de las Angustias.
La evolución de la fotografía cofrade
El avance de la fotografía en las últimas décadas ha sido vertiginoso, y Manuel Ruesga, con su destacada trayectoria, lo ha vivido en primera persona. Para él, el cambio ha sido “enormemente positivo”, especialmente al ver la evolución de las nuevas generaciones. “Ellos, con la edad que tienen, han progresado muchísimo, más de lo que yo había avanzado a su edad”.
El acceso al conocimiento ha cambiado radicalmente. Antes, los fotógrafos tenían que aprender de otros más experimentados, aprovechando cada oportunidad para absorber su sabiduría. “En mi época, aprender fotografía era juntarte con fotógrafos mayores, que algo te enseñaban, algo te orientaban”. Hoy, en cambio, el mundo fotográfico es más extenso y accesible, con infinidad de recursos y una interconexión global que facilita el aprendizaje. Además, los avances técnicos han sido determinantes. “Hoy tienen muy buenos equipos, que eso también es fundamental”.
La experiencia de Manuel es testigo de ese cambio. Procedente de una generación en la que el carrete de 36 fotos marcaba los límites de cada sesión, reconoce que la evolución ha sido mucho mayor para los fotógrafos jóvenes de hoy que para los de su época. “Yo soy de la época del carrete, y para ellos la evolución ha sido enorme, más aún de lo que lo fue para mí”. Y a pesar de los años, sigue creyendo que el aprendizaje nunca se detiene. “Si yo he aprendido mucho de los demás, de los mayores que yo, ellos hoy tienen todavía más herramientas para seguir creciendo".
Su camino en la fotografía cofrade comenzó casi por casualidad, cuando realizó sus primeras imágenes para el programa de Semana Santa de Cigarrillos Joya, un antiguo fabricante de tabaco canario que editaba publicaciones en Sevilla. Ruesga no trabajó para ninguna hermandad en particular, sino que se dedicó a capturar imágenes de cualquier corporación. “Me acuerdo que la primera portada que hice fue el Cristo de San Bernardo bajando el puente de Los Bomberos. Quedaba muy bien, porque si el cielo estaba nublado, la imagen se veía muy bonita, muy adornada”. En sus inicios, se enfocaba más en la fotografía estética y artística, pero con el tiempo comprendió la importancia de la fotografía periodística. “Eso ya lo fui aprendiendo después”.
Dificultad de fotografiar en las bullas de Semana Santa
Las bullas en Semana Santa han evolucionado hasta el punto de hacer casi imposible el trabajo de los fotógrafos. Manuel Ruesga, con su experiencia, recuerda cómo antes era más fácil moverse y capturar imágenes. "Al principio podías hacer fotos con calma cuando paraba un paso, pero ahora es imposible. Sobre todo, con la gente que camina cangrejeando delante del paso. La policía empieza a echar a la gente, y el primero en ser expulsado eres tú, porque vas con una cámara". Destaca que en otros tiempos incluso lograba que una hermandad le parase un paso momentáneamente para fotografiarlo, algo impensable hoy en día.
Julio Marín coincide en que la cultura de la bulla ha cambiado. "Antes, la gente de Sevilla sabía cómo moverse en la bulla, pero cada vez hay menos público que entienda esa idiosincrasia". Además, lamenta que muchas veces sean los fotógrafos los que reciben las críticas y las expulsiones, mientras otros caminantes invaden el espacio delante del paso sin mirarlo siquiera. "Se nos ha creado la fama de estar siempre en medio, cuando en realidad hay mucha gente que simplemente se pasea sin respeto alguno".
Manu Socarrás, por su parte, evita ponerse delante del paso, pero reconoce que la situación es preocupante. "No por estar más cerca vas a hacer la mejor foto, pero si llevas una cámara, automáticamente estás mal visto". Lo atribuye a la proliferación de fotógrafos ocasionales que, con una cámara o incluso un móvil, creen estar al mismo nivel que los profesionales, afectando su trabajo. "Las nuevas generaciones con TikTok, Instagram y Twitter están perdiendo el respeto por la fotografía y por la propia Semana Santa". Aunque no ve una solución sencilla, cree que la clave está en recuperar el sentido del respeto en las calles.
El impacto de las redes sociales
Las redes sociales han cambiado por completo la forma en que los fotógrafos cofrades muestran su trabajo, pero ¿han afectado negativamente a la hora de labrarse un nombre en este ámbito? Julio Marín lo tiene claro: “Siempre he sido defensor de que las redes sociales, al final, son una forma de mostrar tu trabajo”.
Sin embargo, reconoce que no todo el reconocimiento en este ámbito proviene de las redes, sino de la calidad del trabajo. “Sí que es verdad que algunos fotógrafos se han labrado un nombre, no ha sido por las redes sociales, sino por su fotografía”. Para él, el único riesgo es cuando el uso de estas plataformas se desvirtúa, dando más protagonismo a la polémica que a la imagen. “Si no estás metido en polémicas ni faltando el respeto a los demás, las redes sociales no afectan negativamente. Al final, son un medio para transmitir tu trabajo y que la gente lo vea”.
Manu Socarrás coincide en esta visión, aunque matiza que el problema surge cuando se hace un mal uso de estas plataformas. “Condicionan mucho si se utilizan mal. Creerte que por tener un perfil en redes sociales ya tienes el don de la fotografía no tiene sentido. El único punto negativo de las redes sociales es que le dan poder a muchas personas que no han demostrado nada en su vida y creen que sí tienen ese don”.
Robo de fotografías en redes sociales
El uso indebido de imágenes en redes sociales es un problema recurrente para estos profesionales. La facilidad con la que se comparten imágenes sin citar la autoría o, peor aún, eliminando la firma, ha generado una gran polémica en los últimos años. Manu Socarrás lo ha vivido en primera persona en múltiples ocasiones. “A todo el mundo se la han pasado por WhatsApp cortada, ¿no? A mí me ha pasado muchas veces” Para él, esto no deja de ser otro ejemplo del mal uso que se hace de las redes sociales en ciertos casos..
Julio Marín, por su parte, no le da tanta importancia cuando se trata de personas que lo hacen sin mala intención. “Hay mucha gente que no lo hace con maldad, simplemente lo hace y ya está, sin ninguna intención de molestar al fotógrafo”. Sin embargo, sí reconoce que hay casos que van más allá de un simple descuido. Recuerda un episodio especialmente llamativo en el que una persona tomó una fotografía de un palio con la luna de fondo, la pasó a blanco y negro, la recortó de otra manera y la publicó como si fuera suya. “Defendía que la foto era suya porque había hecho cambios en la edición. Es decir, que por modificarla, se atribuía la autoría”.
"Transmitir la emoción de quienes contemplan al Señor o la Virgen es lo que más me gusta"
Cada fotógrafo tiene una visión única de lo que más le impresiona capturar en Semana Santa. Para Ruesga, la evolución ha cambiado su enfoque. "Llegó un punto en mi carrera en el que dejé de centrarme solo en los titulares. Ahora busco detalles, anécdotas y la noticia en sí, porque mi fotografía pasó de ser cofrade a fotoperiodística". Su objetivo es captar momentos que definan la Semana Santa de una manera más global, más allá de la imagen icónica de un paso.
Julio, en cambio, se deja llevar por la historia que cuentan las imágenes. "Me impresiona captar momentos que transmitan un mensaje. Recuerdo las fotos de las misiones del Gran Poder en barrios como Los Pajaritos o Las Candelarias. No era solo el Señor en la calle, era todo lo que sucedía a su alrededor". Para él, la fotografía es contar historias, ya sea a través de un titular o de un simple detalle que refleje la emoción del momento.
Manu Socarrás, por su parte, encuentra su mayor inspiración en los rostros del público. "Me gusta fotografiar las caras de la gente mirando al Señor y a la Virgen. Una foto del paso la puede hacer cualquiera, pero transmitir la emoción de quien lo contempla es lo más difícil". Aunque a veces supone un reto captar esos gestos sin interrumpir la escena, considera que es lo que más le emociona de su labor.
Las fotografías en la cartelería cofrade
El debate sobre si la fotografía debería volver a la cartelería de Semana Santa es uno que genera opiniones encontradas. Manuel Ruesga argumenta que, aunque los fotógrafos no han sido olvidados gracias a las tertulias cofrades, "los órganos oficiales siguen prefiriendo la pintura". Sin embargo, él considera que hay grandes fotógrafos capaces de hacer un cartel de alta calidad sin complicarse, simplemente capturando la esencia de la Semana Santa.
Manu añade que, incluso si no es solo fotografía, el collage, como el de Santi León en Córdoba, también es una opción válida. "No hace falta ser exótico, lo que se quiere es un cartel que realmente anuncie la Semana Santa, y la fotografía lo puede hacer perfectamente".
Julio, por su parte, menciona que "hay diseñadores gráficos muy buenos que también podrían hacer maravillas con fotografía", y propone que el Consejo debería revisar la opción de volver a la fotografía en los carteles, ya que, aunque la pintura tiene su mérito, la fotografía y el diseño gráfico pueden ofrecer algo igualmente espectacular. Siente que a los fotógrafos se les ha restado valor en este contexto, ya que a menudo se les percibe como si solo "apretaran un botón".
Manuel Ruesga refuerza esta idea, resaltando que "un fotógrafo es un artista, igual que un pintor", y que se necesita talento para captar y transmitir la esencia de lo que se está fotografiando.
¿Una imagen propia como cartel?
En cuanto a si alguno de los fotógrafos tiene una fotografía que consideren adecuada para un cartel, las respuestas son variadas. Julio no cree tener una foto que se identifique como la foto perfecta para un cartel. Aunque sí reconoce que hay algunas fotos que podría considerar, no tiene un recuerdo exacto de cuál podría ser.
Manu Socarrás opina que elegir una fotografía para un cartel es complicado, ya que depende mucho del estado de ánimo. "Hoy te puedo decir que es una de un Nazareno, y mañana te puedo decir que es una petalá". Para él, hay muchas fotos que podrían ser perfectas, pero no podría decir una en específico.
Por su parte, Manuel Ruesga afirma que nunca ha hecho una foto pensando en que fuera un cartel. Aunque algunas de sus fotos podrían servir, ninguna fue tomada con ese propósito en mente. Él sugiere que, al igual que a un pintor se le encarga una pintura específica para un cartel, a un fotógrafo debería encargársele una foto pensada específicamente para ese fin. Sin embargo, "si me dices para publicarla en un periódico, sí tengo algunas".
Vivencias personales en Semana Santa
Julio relata una experiencia que vivió junto a Manu. Aunque llevaba poco tiempo en la Hermandad de los Gitanos, tuvieron el privilegio de quedarse solos con la Virgen de las Angustias durante el montaje del besamanos. "A mí me impactó de una manera decir "tengo a la Virgen aquí delante, que no hay nadie más alrededor mía"", expresó. A pesar de tener una gran admiración, Julio no pudo tomar muchas fotos debido a la impresión del momento. "Nos pegamos unos 40 minutos y saqué tres o cuatro fotos". Para él, ese fue su momento más significativo.
Manuel Ruesga, por otro lado, habla de su experiencia durante el proceso de beatificación de Santa Ángela de la Cruz. En su trabajo con el padre José María Guerrero, tuvo la oportunidad de vivir la Semana Santa con las Hermanas de la Cruz. "Esa Semana Santa metido en el convento, fue una maravilla", comenta. Disfrutó de momentos únicos, como escuchar los cánticos de las imágenes que pasaban por la puerta del convento, incluyendo La Macarena o La Amargura. "Eso se te ponen los vellos de punta, esa es la mejor Semana Santa que he vivido".
Una mirada única al Señor de la Salud
Manu Socarrás destaca un aspecto que le llama profundamente la atención: cómo la gente mira al Señor de la Salud de Los Gitanos. "Lo que más me llama la atención es cómo la gente le habla. No es que le recen, le hablan directamente". Este vínculo tan especial entre los fieles y la imagen es algo que le conmueve profundamente cada año, "se me ponen los pelos de punta".
Es algo en lo que coincide también Manuel Ruesga: "Encontrarte al Señor de la Salud en la calle te pone los vellos de punta nada más que lo ves. Mira que que he visto cofradía, he visto el Gran Poder, pero el Señor de la Salud es único".
Futuro y nuevas generaciones
Julio es optimista respecto al futuro de la fotografía cofrade, siempre que las nuevas generaciones mantengan los valores y la humildad que los fotógrafos veteranos han transmitido. "Si las nuevas generaciones mantienen el respeto y la humildad, yo creo que el futuro de la fotografía cofrade está completamente asegurado". Destaca que muchos jóvenes vienen con mucha fuerza, lo que le da esperanza para el futuro. "Mientras tengan los valores adecuados y la educación correspondiente, hay muchos años de prosperidad por delante".
Manuel Ruesga, en sintonía con esta visión, considera que la generación que está llegando es mejor preparada, con más medios y capacidades. "La generación que viene es siempre mejor que la que vamos saliendo, por una mejor preparación y mejores medios". Sin embargo, también señala que aunque hay muchos fotógrafos, no todos alcanzan el nivel más alto. "Solo llega una parte de ellos, y eso depende en gran parte de la suerte". A pesar de reconocer su propia suerte, dice que "sin suerte no hubiese llegado hasta aquí".
Julio también resalta que, además de la suerte, la clave está en la constancia. El éxito inicial puede venir rápido, con fotos que se viralizan, pero "lo complicado es mantener el nivel". Es importante seguir trabajando, renovándose constantemente para mantenerse relevante en un mundo tan cambiante.
Manu Socarrás añade que, para los jóvenes fotógrafos de hoy, las redes sociales como Twitter e Instagram son una herramienta natural. "Ellos crecen con estos botones, lo tienen mucho más fácil que nosotros". Aunque también reconoce que, a pesar de las nuevas facilidades, espera que la fotografía cofrade siga mejorando como arte. "Yo espero que pueda mejorar nuestro arte", concluye con esperanza.
El consejo de Manuel Ruesga
Ruesga, con su amplia experiencia, ofrece un consejo claro y directo a los jóvenes fotógrafos: "Que trabajen, que nunca se vengan abajo, que tengan personalidad". Les anima a ser auténticos y a hacer lo que realmente les gusta, sin dejarse influir por lo que hacen los demás. "Que hagan las cosas que a ellos les gusta hacer, y que al primero que le tiene que gustar una foto es a ti". Resalta que la autenticidad y el trabajo constante son la clave, y que "lo demás va viniendo solo".
"Sobre todo, tener mucha personalidad en tu trabajo", concluye, subrayando la importancia de ser uno mismo y de no seguir modas ajenas.
La imagen más complicada de fotografiar
Manu Socarrás señala que, durante mucho tiempo, la Virgen de las Angustias le resultó una de las imágenes más complicadas de fotografiar. "Hasta hace dos o tres meses no había sido capaz de sacarla como realmente es", comenta. Este desafío, que le llevó tiempo superar, es un claro ejemplo de la dificultad de capturar la esencia de una imagen tan venerada.
Para Manuel Ruesga, el Gran Poder es el que le presenta mayores retos. "Se me pierde la noche, su cara es oscura, dura, la oscuridad es muy difícil", explica, mostrando cómo la luz y la sombra juegan un papel crucial al intentar captar una imagen tan solemne.
Finalmente, Julio coincide en la dificultad de fotografiar a la Virgen de las Angustias. Para él, no es solo un problema técnico, sino la impresión emocional que genera la imagen, lo que lo hace casi imposible de capturar de manera adecuada: "Es muy difícil cuando la tienes delante". Ello es algo en lo que incide Ruesga: "Eso es por el el tirón sentimental que te pega. Yo por eso a mis titulares (La Estella) apenas les hago fotos porque para evitar eso".
"El mejor legado que tengo es la cantidad de gente que me quiere"
Cuando se les pregunta sobre el legado que les gustaría dejar como fotógrafos cofrades, todos coinciden en que lo más importante no es solo la obra que han creado, sino la huella humana que dejan en los demás.
Julio destaca que, más allá de las fotos, lo que realmente le gustaría que se recordara de él es su personalidad y valores. "Prefiero que se me recuerde como buena persona, por tener respeto, educación y no tener ego", comenta. Para él, el verdadero legado está en las relaciones humanas que ha cultivado y cultivará a lo largo de su carrera, y prefiere que su nombre esté asociado a la humildad y sinceridad más que a una imagen en particular.
En esta línea, Manuel Ruesga coincide con Julio, agregando que su mayor legado es la cantidad de gente que le quiere y la que él ha ayudado a lo largo de su vida. "El mejor legado que tengo es la cantidad de gente que me quiere y la cantidad de gente que yo quiero", dice. Ruesga destaca especialmente su labor de ayudar a los más jóvenes. Recuerda con cariño cuando fichó a José Luis Montero, fotógrafo de Diario de Sevilla al que descubrió cuando era joven aficionado al que vio en la calle tomando fotos y que luego se convirtió en un gran fotógrafo. "Lo que te quiero decir es que a mí me gusta ayudar a toda la gente joven", afirma. Para él, ese es el legado más importante: compartir lo aprendido y facilitar el camino de otros como a él le costó en sus inicios.
Manu Socarrás también hace hincapié en la marca personal a través de sus fotografías. Su mayor deseo es que, con el tiempo, la gente reconozca sus imágenes sin necesidad de ver su nombre, que la personalidad de su trabajo quede marcada en cada foto. "Espero que sean muchas fotografías más que la gente pueda verlas y no diga ‘oye, esta fotografía es de Manu Socarrás’ porque yo lo he leído, sino que digan, ‘yo he visto la foto y sé que es de Manu Socarrás’". Para él, este tipo de reconocimiento es el mayor legado que puede dejar: una identidad propia dentro del mundo de la fotografía cofrade.
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