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Así ha sido el reencuentro de los sevillanos con sus devociones

La mayoría de los templos abren sus puertas este lunes con importantes medidas higiénicas y de seguridad

Así ha sido el reencuentro de los sevillanos con sus devociones. / José Ángel García

"Imagínate cómo puedo estar después de más de dos meses sin verla. Tengo el corazón acelerado todavía". Estas eran las palabras de una mujer que salía de la basílica de la Macarena tras rezar a la Virgen de la Esperanza. Han pasado casi dos meses desde que los sevillanos vieron por última vez a sus devociones. Han sido semanas, en el mejor de los casos, de encuentros virtuales gracias a las misas retransmitidas en streaming por las cofradías. Por eso esta mañana muchas personas se han agolpado a las puertas de los templos para volver a encontrarse con su Cristo y su Virgen. "Lo peor fue el Jueves Santo. Yo vivo en la calle Relator y no poder ver a la Virgen como siempre ha sido muy duro. Hoy la veo guapísima, como siempre", comenta la señora mientras saluda a unos vecinos que también han acudido al encuentro con la Virgen de la Esperanza.

La ansiada fase 1 del plan de desescalada del estado de alarma ha deparado que Sevilla, entre otras cosas, recupere las terrazas de los bares y el culto religioso. La Catedral, las basílicas de la Macarena, el Gran Poder, el Cachorro, la capilla de los Marineros, el Santuario de los Gitanos... todos han vuelto a abrir sus puertas para gozo de muchos fieles y devotos. Lo han hecho con importantes restricciones de aforo, apenas una o dos personas en los bancos y pidiendo el uso de mascarillas y guantes. El reencuentro con las devociones ha deparado estampas únicas, como el Señor del Gran Poder más cercano a los fieles, la Esperanza Macarena haciendo un guiño a los sanitarios, o la Esperanza de Triana imponente vestida de luto por todos los fallecidos de la pandemia del Covid-19.

Los fieles en la basílica del Gran Poder. / José Ángel García

Lo anunciaba este periódico en la noche del domingo. El Señor del Gran Poder había sido bajado de su camarín para que los fieles pudieran tener una visión más cercana del Señor en el presbíterio. Aunque la visita a los templos se ha producido esta mañana con total normalidad y fluidez, sí ha habido algún momento en el que la cola de fieles ha rodeado la Plaza de San Lorenzo, en la que los árboles plantados esta pasada cuaresma han agradecido el chaparrón caído sobre las diez.

Personas a las puertas de la basílica del Gran Poder. / D. S.

La normalidad está aún lejos de alcanzarse en la plaza, uno de los epicentros devocionales de la ciudad. Con los bares cerrados, los vecinos acuden al quiosco a comprar el periódico y a la farmacia. Sí se agradece la apertura del establecimiento de la calle Conde de Barajas que, entre otros artículos, vende churros. A las once de la mañana el párroco de San Lorenzo, Francisco de los Reyes Rodríguez López, oficia la misa en el interior de la basílica. Llena dentro de las limitaciones. Fuera, una pequeña fila aguarda mientras varios fotógrafos captan el momento. En el atrio de la basílica una pantalla permite que los que están más lejos tengan una visión cercana de cuanto acontece en el presbíterio. Donde el Señor luce con su túnica morada lisa a la suficiente altura para que se vea bien desde el exterior.

Repaso a la fachada de la parroquia de San Lorenzo. / D. S.

Fuera, el Paco, el sacristán de San Lorenzo, termina el repaso de pintura en las paredes de la parroquia que quedó aparcado tras decretarse el estado de alarma. La parroquia no abrirá sus puertas hasta mañana martes, día en el que la Hermandad del Dulce Nombre celebra su misa de hermandad. El aforo se ha limitado a 65 personas sentadas. "Gracias a Dios hemos podido seguir las misas y ver al Señor por internet. Mi hijo me lo ponía en el móvil", cuenta emocionada una devota tras salir de la basílica.

La ruta de la devoción une San Lorenzo y la Macarena por las calles Conde de Barajas, la Alameda, Correduría, Feria y Bécquer. De basílica a basílica se observa cierta animación en los veladores de los bares, sobre todo de trabajadores de la construcción, y un número considerable de comercios abiertos. Entre ellos, muchos regentados por chinos.

Los devotos en la basílica de la Macarena. / José Ángel García

En la reapertura al culto público de la basílica de la Macarena tras casi dos meses, la Virgen de la Esperanza luce la saya "de los volantes", confeccionada por Victoria Caro en 1936 y diseñada por Ignacio Gómez Millán, y el manto "de los Cisneros", realizado con bordados del antiguo palio de Juan Manuel Rodríguez Ojeda (1907-08) adaptados y confeccionados sobre terciopelo verde en 1967 por el taller de Carrasquilla Perea. La Virgen luce en la saya la Medalla del Colegio de Médicos de Sevilla en representación del sistema sanitario y de todos y cada uno de sus trabajadores (médicos, personal de enfermería, celadores, personal de limpieza y cocinas, etcétera). Así ha querido la hermandad homenajear a los llamados héroes de la pandemia.

La Virgen de la Esperanza en su camarín.

El acceso a la basílica es a través de un itinerario perfectamente señalizado. Ya desde la puerta, numerosos carteles advierten de la necesidad de utilizar guantes y mascarillas y se exponen otras recomendaciones. En el interior, el olor a gel hidroalchólico se hace patente. Los bancos se limitan a tres personas. La salida se realiza por la tienda de recuerdos, perfectamente adaptada a las nuevas circunstancias.

La hermandad ha anunciado que la puerta principal del templo permanecerá abierta para que la Virgen de la Esperanza, que se dispone en su camarín con un leve adelanto, pueda ser vista desde la calle sin necesidad de acceder al interior.

La Macarena, como el Gran Poder, se encuentra de pleno aniversario. Celebra el 425 aniversario de la hermandad y lo más próximo es el besamanos extraordinario de la Virgen el 31 de mayo y 1 y 2 junio. La corporación que preside José Antonio Fernández Cabrero debe decidir qué formato va a dar a este acto tan esperado, puesto que el beso a la imagen hay que descartarlo por razones sanitarias.

La Medalla del Colegio de Médicos prendida a la saya de la Macarena. / D. S.

Misas en el Altar del Jubileo

La Catedral ha sido uno de los templos que ha abierto más temprano para la celebración de las misas que, mientras duren las circunstancias actuales, se realizan en el Altar del Jubileo y no en la Capilla Real, como es costumbre. La que se mantiene en el Altar Mayor es la misa de coro de las diez, en la que participan los canónigos.

La misa de coro en la Catedral de Sevilla. / José Ángel García

También fueron muchos los fieles que se acercaron a escuchar misa al primer templo de la Archidiócesis, que organizó perfectamente todos los accesos y habilitó distintos espacios para que también se pudieran realizar confesiones.

La Esperanza de Triana. / José Ángel García

En Triana también se citaron muchas personas para el reencuentro con el Cristo de las Tres Caídas y Nuestra Señora de la Esperanza. Tras más de dos meses y medio ataviada de hebrea. La Esperanza luce bellísima con un terno negro y un tocado liso y corto, como en los años 20 del pasado siglo, y un pañuelo de encaje negro. Todo en señal de luto y respeto por los fallecidos y damnificados de la pandemia. Antes de entrar a rezar, a los visitantes se les dispensa un poco de gel. La apertura de la capilla de la Capilla de los Marineros es un chute de alegría en la calle Pureza, donde comercios y bares también empiezan a recobrar el pulso siempre bajo el amparo de su Esperanza. "Hoy es un día muy grande. Ya era hora de que pudiéramos verlos y encima nos podemos tomar una cervecita en el Bar Santana", cuenta un joven trianero henchido de gozo. No es para menos.

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