El arte del vidrio: esa luz evangelizadora
Antonio Javier Salgado mantiene vivo el legado de este oficio tan antiguo como oculto
Más de cuarenta años trabajando para el clero y las hermandades avalan su trabajo, en el que cada vez hay más "intrusismo"
Hablaría de cofradías este verano con...(I)
Es justo heredero y continuador de uno de los oficios más nobles y repetidos a lo largo de la historia reciente de la humanidad pero que se encuentra en peligro de extinción. La falta de sacrificio, el intrusismo y el avance las tecnologías lo convierten en una profesión "oculta", como él mismo dice, pero con su labor se transmite la palabra de Dios a través de una de las esencias de la naturaleza: la luz.
Antonio Javier Salgado García (Coria del Río, 1968) es el máximo exponente del arte del vidrio. Sí, y es un arte, porque aúna el trabajo con el corazón. Y, a buen seguro, muchas de las vidrieras de la ciudad en las que usted se habrá detenido en alguna que otra ocasión han pasado por sus manos y por su taller de Sanlúcar la Mayor, localidad en la que está afincado actualmente por la tranquilidad que le ofrece el lugar. Suele sentarse a dibujar y pintar sobre las dos o las tres de la madrugada, cigarrillo en mano.
"Me dedico a esto porque mi padre era vidriero. Él, José Salgado Romero, autor de las vidrieras del Santuario de Regla de Chipiona, empezó el taller en 1963. Me llamó la atención desde pequeño, y de los cuatro hermanos solo a mí se me daba bien el dibujo. Con catorce años, cuando terminé los estudios de EGB, me incorporé en el taller en horario laboral. Posteriormente mi padre me metió en la Escuela de Artes Aplicadas, y allí conocí a mi maestro, don Fernando Marmolejo Camargo. Mi familia ha tenido mucha amistad con él, le gustaba cómo trabajaba y se fijaba en mí. Marmolejo, aparte de enseñar a sus hijos, enseñaba a alguien de fuera para que su sello siguiera. Tanta amistad tenemos que su hijo es mi compadre. Fernando me enseñó la técnica, pero el resto tienes que ponerlo tú", explica Salgado a este periódico.
Desde entonces, ha trabajado eminentemente para la Iglesia, pero también para numerosas hermandades y cofradías de Sevilla. Se encuentra inmerso en la restauración de las vidrieras de la Catedral y de su factura son las vidrieras de la Basílica del Gran Poder, de San Diego de Alcalá, de las Flores... "Este es un oficio que se transmite de padres a hijos, no es algo que puedas aprender en YouTube. Hay que tener mucho cuidado con el material orgánico con el que se trabaja, el estudio de la temperatura para ver cómo va a quedar el color... Por ejemplo, si quiero conseguir un rojo transparente, cuando estoy pintando es gris opaco. Con la experiencia intuyes cómo te va a quedar. ¿Naranja transparente? Pues pinto caqui opaco...", señala.
Salgado trabaja tal y como lo hacían sus antecesores hace ya más de cuatro siglos. Pero, ¿en qué consiste realmente su profesión? El vidriero es la persona que se ocupa de la reposición de vidrios, composición de vidrieras, e incluso la fabricación de vidrios y cristales. La artesanía en cristal es aquella que fabrica de modo artesanal y según métodos tradicionales piezas de vidrio muy fino y transparente. Aplicándole la técnica del siglo XVII se realizan vidrieras, que consta de perfilado de grisalla negra, esmalte a mano con pincel y sobre caballete de luz. Una vez frías las teselas (piezas), una a una se vuelven a sombrear en el caballete con grisallas, siendo su diluyente aguarrás. Se hornean las teselas a 650 grados, con posibilidad de hornearse hasta tres o cuatro veces. Terminado el proceso, se colocan en forma de puzzle, unidas por guías de plomo y en sus extremos con soldaduras. Para terminar, se aplica una pasta, se retira el sobrante con un cepillo de alambre y con un paño de algodón y acetano se elimina la grasa. "Es la técnica que aprendí, pero según mi amigo Sánchez-Dalp, tras haber realizado investigaciones, indica que puede ser incluso anterior, del siglo XVI", explica. "Es decir, nosotros no trabajamos como en el óleo. Fabricamos la pintura, los pigmentos, usamos grisallas y emaltes... Nos encargamos de convertir el vidrio en pinturas con aceites, diluyentes, aguarrás... Todo eminentemente artesanal".
Cuando se jubiló su padre, él continuó el taller, y su hijo ya ha realizado sus pinitos en orfebrería junto a su padrino, Fernando Marmolejo Hernández. También le ayuda su inseparable compañera de vida, Mary, en el apartado de la gestión y navegación tecnológica. "Yo, eso de los ordenadores...", bromea.
Sus obras
"De la casta le viene al galgo", señala Antonio, recordando a su padre. "Recibo más encargos del clero que de las hermandades, como por ejemplo la restauración de las vidrieras de Omnium Sanctorum o la Magdalena. El párroco de esta última, don Francisco, confió en su experiencia y trabajo para realizar la restauración de estas obras tan importantes, antes de que marchasen a otros lugares como alemania. También he trabajado en las vidrieras de la Quinta Angustia que dan a la calle Cristo del Calvario, las cuatro que tiene el Baratillo en su capilla que se la pidaron en el XVII... Es más, en esta última, escarbando con el albañil, nos encontramos una del siglo XIII. Ignacio Pérez Franco, hermano mayor en aquel momento, me animó a restaurarla y desde entonces se conserva, a pesar de la incertidumbre que nos provocaba someterla al horno porque el cristal estaba muy seco", apunta.
En su haber Antonio cuenta con numerosas obras, tanto realizadas motu proprio como restauraciones. Entre ellas destaca la restauración de las vidrieras de la Basílica del Gran Poder (2004-2019), el lucernario central del Real Círculo de Labradores (2008), el Pabellón del Consulado de Colombia (2012), la realización de las generosas vidrieras (3,50 metros por 2,45) de la parroquia de San Diego de Alcalá entre 2014 y 2020, la restauración de la vidriera del camarín de la Esperanza Macarena (2017), la intervención sobre las vidrieras de Maumejean datadas en 1929 de la parroquia de la Sagrada Familia (2017) o la restauración de las tres vidrieras de la sacristía de la Magdalena, fechadas a finales del XIX. De igual modo ha trabajado para diferentes puntos de la geografía, desde panteones particulares en Palma de Mallorca, más iglesias en Gelves y Coria o hasta instituciones públicas, como el Ayuntamiento de Palos de la Frontera. Sin embargo, su trabajo se focaliza actualmente en la restauración de las vidrieras de la parroquia del Sagrario, fechadas en el siglo XII.
Aún así, su labor no se limita exclusivamente al arte del vidrio, sino que también trabaja el cristal y la pedrería. Por ejemplo, de su factura son las piezas de la túnica malva del Señor de la Sentencia, o algunos detalles de la diadema de la Salud de San Gonzalo. "Los grabados de guardabrisa del paso del Señor de la Salud de San Bernardo, los faroles de la puerta del Baratillo durante la Semana Santa, en el broche de la Virgen de los Dolores del Cerro del Águila..." enumera.
Son infinitas las experiencias de Salgado en su oficio, pero recuerda una en particular con especial cariño. "Don Juan José Asenjo, para su casa en la calle Hombre de Piedra, le pidió al arquitecto don Antonio Campos unas vidrieras mías para su oartorio particular, porque había bendecido anteriormente muchas obras mías. Siempre le habían gustado pero no me ponía cara. Cuál es mi sorpresa que, estando allí un día, apareció monseñor junto a otros sacerdotes para felicitarme..."
¿Qué futuro tiene?
Sin embargo, el futuro a medio o largo plazo de este oficio no es para nada halagüeño. Además, Salgado apunta directamente al apartado académico y profesional. "El futuro es complicado porque no hay ni escuelas ni taller. Es un oficio muy antiguo y, además, en nuestra disciplina no hay licenciatura y tenemos problemas con las administraciones que te piden licenciado. Mucha titulitis... Aunque no sepas. Existe igualmente mucho intrusismo. No se puede encargar la restauración de una vidriera a un restaurador o restauradora de cuadros e imágenes. Son oficios diferentes. Ahora se lleva mucho la restauración conservativa", lamenta este vidriero, muy apenado con la situación de la usurpación en el terreno laboral.
"De verdad que el futuro lo veo fatal. Aquí escuelas no hay porque no hay licenciaturas y no hay afán de que se enseñe. Una vez fui a la Fundación Siglo XXI, a echarle la mano a un oficial con chicos de prácticas, pero cuando vi aquello con un ambiente de broma entre los adolescentes... No lo vi serio y me fui. No hay cultura de aprender, si no a coger el dinero y vámonos. Esto no se aprende en dos días, llevo aquí 42 años y siempre se aprenden cosas nuevas, porque aparecen retos nuevos... Pero la experiencia te ayuda a solventarlo", sentencia.
Sin embargo, Antonio Salgado permanece con la ilusión intacta por su trabajo y con la intención de continuar un legado que se remonta siglos atrás y alberga un extraordinario poder evocador y sugerente. "Siempre lo trabajo todo a mano. No utilizo serigrafías ni plantillas... Todo de manera artesanal. Me quedo con una frase que en su día nos dedicó nuestro amigo don Marcelino Manzano, a quien conocemos desde que era cura raso. Vino un día a bendecir unas vidrieras y nos dijo: 'Una vidriera se realiza con dos elementos fundamentales: arte y corazón. Si faltase alguna de ellas, sería imposible su elaboración, puesto que ambas entrelazadas hacen que la luz que penetra entre las teselas se convierta en lus evangelizadora'. Y así queremos seguir trabajando". Esa luz que, en Sevilla, se convierte en definitiva y única.
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