Un aniversario ‘cum laude’

La Hermandad de los Estudiantes se funda en el año 1924 por parte de un nutrido grupo de alumnos y profesores de la Universidad de Sevilla para dar culto al Cristo de la Buena Muerte. El Crucficado permanecía en la iglesia de la Anunciación, que fue casa profesa de la Compañía de Jesús, y entonces era la capilla de la universidad, radicada entonces en la calle Laraña. Aquella corporación se incorporó a la nómina del Martes Santo dos años después sacando solo al soberbio Crucificado. Hubo que esperar algunos años, hasta 1942, para que se incorporara a la cofradía la Virgen de la Angustia.

La hermandad había comprado la talla atribuida a Astorga que fue titular de la extinta Hermandad del Despedimiento, con sede en San Isidoro. Antes había rendido culto a una Dolorosa de Bidón que hoy recibido culto en un pueblo de Burgos. En la Anunciación permaneció la hermandad hasta que en el año 1966 se trasladó a la nueva sede de la universidad, en la antigua Fábrica de Tabacos de la calle San Fernando. Cien años después de que se aprobara la fundación de la corporación, la cofradía está más arraigada que nunca en la Universidad de Sevilla, donde es uno de sus puntales y donde desarrolla una importantísima labor pastoral, asistencial y cultural.

La Hermandad de los Estudiantes ha celebrado este domingo con todo boato y esplendor sus primeros cien años. Por la mañana con una solemnísima misa estacional presidida por el arzobispo, monseñor José Ángel Saiz. El prelado ensalzó el espíritu y la idiosincrasia única de la corporación y agradeció a los hermanos mayores, directores espirituales, juntas de gobierno, miembros de la hermandad “que han sido fieles a su identidad universitaria y, al mismo tiempo, han dialogado y han interpelado a una sociedad cada vez más influida por la secularización”. 

Por la tarde ha tenido lugar la procesión triunfal de rigor. Los dos pasos de la corporación han sido acompañados por muchísimas personas desde la salida a las cinco de la iglesia de la Anunciación hasta bien entrada la noche. La procesión ha dejado imágenes y sonidos para el recuerdo de todos los cofrades. El Cristo de la Buena Muerte ha llevado el acompañamiento musical de la Banda del Maestro Tejera. Palabras mayores. Muchos cofrades veteranos ha nadvertido de que se está abusando de manera excesiva del acompañamiento musical en imágenes que normalmente no lo llevan. Pero lo cierto es que a la mayoría le agradó lo visto y oído. Eso sí, el sobrecogedor silencio es lo que mejor acompaña a la Buena Muerte de Juan de Mesa cuando el paso arría. Así debe seguir siendo.

En estos últimos cien años, la hermandad ha cambiado de manera extraordinaria. Una buena muestra es el singular y extraordinario paso de palio de la Virgen de la Angustia. Sólo hay que echar un vistazo a las fotos de hace 50 años, que también se celebró en la Anunciación. La cofradía ha completado el diseño soñado por Joaquín Castilla. Bellísima ha lucido la Dolorosa de Astorga con unos sones más alegres que en Semana Santa. Los que la han visto en Laraña pudieron verla a los sones de Coronación de la Macarena. Por cierto, a un paso de la Campana se acumulaba la basura fuera de los contenedores. El Ayuntamiento debe estar más atento a estas cuestiones.

La corporación municipal ha recibido a los pasos en el Ayuntamiento. Allí se ha ndespedido las representaciones, que en este domingo de noviembre han hecho de penitentes tras el paso del Crucificado. Ha enfilado la hermandad su itinerario más bello e íntimo. El que lleva a transitar por la muralla, la Contratación, San Gregorio... Tras una semana de celebración, el Cristo de la Buena Muerte y la Virgen de la Angustia han regresado a la capilla de la universidad. Allí, la hermandad seguirá ejerciendo su importantísima labor en el seno de la comunidad universitaria. A por otro centenario.