Silvio, un Farfán a ritmo de swing
Silvio, el rockero, el personaje,el cofrade y el icono.
Sevilla/Silvio. ¿Qué decir de Silvio? ¿Qué puedo comentar de Silvio sin parecer idiota? Complicado, mucho se ha dicho y poco queda por descubrir, pues si dicen que sólo los niños y los embriagados dicen la verdad, a Silvio basta sólo con escucharlo y verlo para contemplarle en toda su autenticidad.
Tal día como hoy, un 8 de agosto de 1945 nacía Silvio Fernández Melgarejo, Silvio para Sevilla, Silvio para el rock, así sin apellidos ni apelativos, tan sólo su nombre suficiente para saber quién era y comprender lo que suponía. Quince años ya sin Silvio, sin duda, una buena ocasión nos brinda la efeméride de su nacimiento para conmemorar a un artista excepcional que sigue tan vivo en la música y en nuestra memoria. Aprovechando la línea cofrade de este medio, pretendemos con este recuerdo conocer al Silvio cofrade y ver cómo la Semana Santa influyó en su vida y en su personal estilo musical.
A grandes rasgos a cualquiera le resultaría extraño descubrir la Semana Santa sevillana en el rock, sin embargo, eso es posible gracias a Silvio. Ningún personaje como él representa con tal precisión las constantes de la esencia sevillana incorporadas a los aires de una nueva cultura que desde finales de los setenta miraba al punk y al rock londinense. Fue Silvio, además, símbolo de una década, de un periodo cultural vitalista, transgresor y dinámico. En la locura de aquellos ochenta, Sevilla tuvo a este héroe que se lo bebía todo, y todo de marca. La cultura sevillana en su expresión más sublime, la Semana Santa, cambió la onda del rock de Silvio, dándole un sello personal, sofisticado, frío y también sentimental y auténtico con unas letras y referencias musicales con las que construyó una imaginería castiza que bien definía las formas de Silvio, un rock tan nuevo como innovador, pura esencia.
Pero antes del rockero, el Silvio niño fue uno más de los que correteaban y jugaban por el barrio de los Remedios, donde creció con la Semana Santa como eje de su vida. Mucho más que un juego fue para él aquel tambor que aporreaba fantaseándose tras los palios sevillanos, todos los que su imaginación era capaz de recrear.
A Silvio le encantaba la Semana Santa de Sevilla, para él era “la fiesta que se capta con todos los sentidos”. Recordaba constantemente su rechazo a la Feria de Abril, porque según explicaba “era difícil contentarse con la Feria después de haber vivido la grandeza de la Semana Santa”. Eran días para paralizarlo todo, pues le gustaba salir a la calle y deleitarse con el olor a incienso, la visión de los pasos y sobre todo con las marchas procesionales, una de sus preferidas “Encarnación de la Calzada”. Entre todas las hermandades, Silvio se quedaba en El Cachorro, con el que se emocionaba a su regreso por el puente. Allí, ante el Crucificado de la calle Castilla contrajo matrimonio con Carolyn y según declaró, hasta salió de fiscal de la Virgen del Patrocinio en alguna ocasión. Si realmente fue así, sería curioso ver el cumplimiento de horarios de aquel año…
Silvio era de esas personas que ven en la Semana Santa una forma de entender la vida y así la trasladó a su modo de hacer rock. En sus inicios, siendo batería de Smash redoblaba con sonidos de tambor romano de la macarena, unas formas que fueron constantes en su carrera, incluso cuando abandonó la percusión para hacerse con el micrófono en Luzbel y posteriormente en Sacramento. Así, podemos escuchar los redobles macarenos en “Margarita Margueró” o “Vengo buscando pelea”, composiciones ambas donde se intuyen además remates claramente extraídos de la marcha “Pasan los campanilleros”.
En 1984 protagoniza el corto “No hables más de mí” dirigido por el fotógrafo Alberto García Alix. En aquel trabajo interpretaba el papel de Johnny Kidd, el cantante tuerto americano, que dado por muerto aparecía repentinamente para tomarse unas copas. Sin hacer caso alguno del guión acordado, Silvio encarnó el personaje aportándole sus particularidades, entre ellas un redoble cofrade con los nudillos sobre la mesa, que dejó perplejo al fotógrafo: Johnny Kidd, el pirata del rock americano de los sesenta redoblando al ritmo cofrade de Sevilla…
Pero Silvio no sólo fue un armao de sonidos, también de actitud, encarnando esa presencia irónica que Chaves Nogales contaba de los armaos. No era extraño que Silvio desfilase con el pie del micrófono repitiendo el mismo paso de la centuria con el desplante altivo y sarcástico de los macarenos.
En 1988 Silvio y Sacramento saca a la luz uno de los discos considerados de culto e imprescindibles en el rock español: “Fantasía Occidental”. El trabajo quedó compuesto por 8 cortes, todos icónicos como “Las Criaturas”, “Betis”, “Música de oro y vos” o “Sureños”. En la cara B “La pura concepción” se ofrecía como un experimento sonoro, cuyo estilo musical fue denominado con el ilustrativo calificativo de “Swing María”.
Cantar la limpia y pura concepción de la Virgen ya en sí constituye una creación genuinamente sevillana. Desde Miguel Cid en el XVI hasta Muñoz y Pabón a principios del XX muchos han sido los músicos y poetas sevillanos que han exaltado el dogma mariano. Y Así lo hizo Silvio con este tema, cuya música es una versión del trío final de la popular marcha “Virgen de las Aguas”, pero a un ritmo de swing que convierte la canción en una de las más pegadizas y fundamentales de su trayectoria.
Si por alguna canción será recordado aquel mítico disco será por el corte cuarto de la cara B. Si en “La pura concepción” se trataba de convertir una marcha en un tema swing, bajo el título “Rezaré” se procuraba precisamente lo contrario, transformar el “Stand by me” en una marcha procesional de aire clásicamente sevillano. De este modo, sorprendía el inicio del bajo y la batería rompiendo como las cornetas de “Estrella Sublime” para nombrar una por una la mayoría de las advocaciones marianas de nuestras cofradías, especialmente las de Triana por las que Silvio sentía especial predilección.
A modo de salve Silvió prometía con insistencia oración a la Virgen recitando sus advocaciones más sevillanas a modo de letanías, que terminaban con un rotundo “Macarena de Triana eres tú”. Ni el mejor de los pregoneros soñaría con una definición de la Virgen María en Sevilla como este estribillo.
“Rezare” causó un gran impacto en Sevilla, caló en los sectores más radicales del rock y a la vez en los núcleos más rancios de las cofradías. Para Enrique Bunbury y los Héroes del Silencio, el tema resulta mítico y grandioso, para el Cardenal y Arzobispo Emérito de Sevilla, D. Carlos Amigo, es una canción sorprendente por su cercanía religiosa y pasión sentimental.
Videoclip de “Rezaré”.
Un total de dos mil copias se vendieron de “Fantasía Occidental”, un número considerable si tenemos en cuenta el año y la nula promoción que tuvo. Hoy es una joya musical de la música española. Silvio, el rockero, el personaje y el icono, llenó los años setenta, ochenta y noventa con su visión de Sevilla: la canalla, refinada, tradicional, rompedora, pop, punk y folclórica, toda ella regada, claro está, con alcohol a destajo porque puestos a tener de todo, Silvio tenía licencia para liarla.
“Desde Adán y Eva todo está improvisado”.
Silvio.
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