El Silencio culmina la recuperación de las pinturas de San Antonio Abad
Tras siete años de intenso y laborioso trabajo el templo vuelve a lucir la decoración del XVII, ocultada en 1834.
La última fase se ha centrado en las paredes.
Una labor de hermandad que ha llevado siete años de trabajo. La Hermandad del Silencio ha culminado con éxito la recuperación de las pinturas murales de su sede canónica, la Real Iglesia de San Antonio Abad. La última fase de los trabajos se ha centrado en las paredes, en las que el equipo de restauradores, dirigidos por Javier Barbasán, han sacado a la luz toda una serie de motivos decorativos. La intervención ha servido también para constatar que los retablos son coetáneos a las pinturas, puestos que se complementan. Los hermanos del Silencio pudieron comprobar el excelente resultado de esta recuperación histórica en los recientes cultos de reglas celebrados por la archicofradía.
Antes de comenzar esta última fase de la recuperación de las pinturas, el director de los trabajos, Javier Barbasán, tenía sus dudas sobre si quedaría algo, puesto que las paredes son mucho más accesibles que las bóvedas y techos y podrían haberse perdido con suma facilidad: "Hemos encontrado bastante. Las paredes son más vulnerables. Es lo primero que se toca y, además, las humedades por capilaridad le afectan mucho. Además, el zócalo de mármol ya rompió la decoración antigua".
Los restauradores han realizado una reintegración con los mismas técnicas y materiales que se emplearon en las bóvedas y techos. Donde no se han encontrado restos suficientes se han completado los motivos. En los lugares donde no había suficiente información se ha dejado en blanco. "Las pinturas de las paredes son puramente decorativas. No hay escenas como en los techos. Por eso lo hemos podido recomponer donde habías trazos porque los motivos se van repitiendo en las pilastras, etcétera", subraya Barbasán.
En esta última fase se ha aprovechado para equilibrar todo el conjunto una vez obtenida toda la información. "La reintegración se ha hecho de manera que todo tenga una uniformidad, aunque es evidente que las paredes no tienen la misma visión y perspectiva que el techo". La restauración ha deparado el descubrimiento de una hornacina junto al coro, aunque no se ha podido determinar si es de la misma época que las pinturas (1730-1740) o si era posterior. También se ha podido documentar una pintura anterior a la esta, "muy básica", puntualiza Barbasán.
La iluminación de todo el templo ha sido adaptada a las pinturas. Se ha replanteado por completo y se han instalado luminarias led, de menor consumo y que generan menos calor. Esta actuación contribuye a realzar la nueva visión de la iglesia.
El desprendimiento de unos caliches en el verano de 2009 fue lo que deparó la aparición de unos vestigios de la antigua decoración, de la que se tenía conocimiento por fuentes documentales. Fue entonces cuando se pusieron manos a la obra para afrontar esta tarea ingente, que comenzó en 2012, y que ha requerido una gran esfuerzo económico, contando con la colaboración de la Real Maestranza de Caballería en alguna de las fases.
Ha sido un proyecto de hermandad, como enfatiza el hermano mayor, Eduardo del Rey: "En estos años han pasado tres juntas de gobierno y dos hermano mayores: Alberto Ybarra, en sus dos mandatos; y yo, en este. El proyecto era muy importante y de gran envergadura, tanto por los propios trabajos a desarrollar, como por el esfuerzo económico. Y había que llevarlo a cabo estuviera quien estuviera en cada momento. Afortunadamente así se ha hecho y hoy es una feliz realidad para la archicofradía y la ciudad".
El hermano mayor se muestra muy orgulloso del resultado final y de haber sacado a la luz la historia oculta de la Real Iglesia, algo que sirve, incluso, para dar mayor realce al culto diario.
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