Sevilla se viste de azul Purísima
La ciudad recupera sus mejores galas para vivir la festividad de la Inmaculada Concepción
En la Catedral los Seises volvieron a bailar tras casi dos años
Con el eco aún de la salida extraordinaria de la Virgen de los Reyes, Sevilla ha vivido este miércoles uno de sus días más grandes. En una ciudad acostumbrada a las grandes citas –Domingo de Ramos, Jueves Santo, Jueves del Corpus, Día de la Asunción o el Domingo de Pasión– el de la Inmaculada no le va a la zaga. Hasta una veintena de imágenes estuvieron expuestas a la veneración de los fieles. Hubo procesiones, como la de Inmaculada de los Padres Blancos; y en la Catedral se recuperó el baile de los Seises tras el obligado parón de la pandemia.
Como sucediera en la tarde del 7 de diciembre, buena parte de la actualidad de la jornada de ayer tuvo lugar en la Catedral y su entorno. Por la mañana, se celebró la eucaristía solemne por la festividad de la Inmaculada Concepción que tuvo lugar tras la tradicional procesión de tercia. Este año la misa ha contado con el aliciente de que la Virgen de los Reyes aún presidía el Altar del Jubileo. Este mismo fue el escenario en el que por la tarde ha comenzado la Octava de Inmaculada, que el año pasado tuvo que suspenderse. Tras casi dos años de ausencia los fieles también volvieron a disfrutar de cante y del baile de los Seises ante el Santísimo. Sevilla ha recuperado esta tradición que se remonta al siglo XIII pero que sus orígenes, tal como hoy se conocen, hay que buscarlos en el año 1613 y en la figura de Mateo Vázquez de Leca, canónigo de la Catedral y arcediano de Carmona. En ese año comienzan a bailar en la Octava del Corpus en el presbiterio bajo de la Catedral con los trajes de pajecitos y, esencialmente, con el mismo significado y organización actuales.
Los Seises no bailaban desde el Triduo de Carnaval de 2020, celebrado en febrero. Las actuaciones se repetirán cada tarde –desde hoy en el Altar Mayor– tras la celebración de la palabra y la adoración eucarística que comienzan a las 17:30.
En la cercana Plaza del Triunfo, muchas personas se apostaban en torno al monumento a la Purísima, alfombrado de los ramos de flores de las tunas. Otro ramo de flores, el que se depositó a los pies de San Fernando durante la procesión extraordinaria de la Virgen de los Reyes, estaba ya huérfano de flores.
El Día de la Inmaculada tiene obligadas visitas. Una es a la capillita del Postigo, magníficamente restaurada, para postrarse ante la Virgen Pura y Limpia. Otra es a la Real Iglesia de San Antonio Abad. La Hermandad del Silencio es la sublimación de la Inmaculada Concepción. En el presbiterio ha vuelto a lucir esplendorosa la Virgen de la Concepción. Muchos de los fieles que se acercaron hasta el templo de la calle Alfonso XII se seguían maravillando con la recuperación de las pinturas murales. Una iniciativa que la ciudad le debe a la corporación.
Otro de los momentos del Día de la Inmaculada ha sido la reposición al culto de la Virgen del Mayor Dolor y Traspaso, de la Hermandad del Gran Poder. La delicada imagen estuvo estuvo a la veneración en su basílica tras la restauración que le ha practicado Pedro Manzano en los últimos meses.
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