Semana Santa de Gilena. Donde San Juan corre
Reliquias de la provincia
El Discípulo Amado protagoniza una peculiar tradición de la localidad de la Sierra Sur
Una sola hermandad saca cuatro cofradías
En capítulos anteriores nos hemos referido a la Semana Santa de varios municipios que conservan el sentido catequético con el que se crearon algunos actos mantenidos hasta la actualidad. Hoy toca hacerlo con Gilena, localidad de la Sierra Sur en la que confluyen diversos estilos artísticos y estéticos a la hora de celebrar los días de la pasión y muerte de Cristo. Recordemos que, dada su proximidad con Córdoba y Málaga, la comarca toma prestados muchos elementos de estas provincias, un enriquecimiento palpable en Gilena.
La primera peculiaridad es el hecho de que sea una sola hermandad la que protagonice las cuatro cofradías que se ponen en la calle. El primer día es el Domingo de Ramos, con la Sagrada Entrada de Jesús en Jerusalén, cuyo cortejo de nazarenos lo conforman niños con ramas de olivos. Hasta 2013 no participaban los adultos, que lo hacen ahora portando palmas. De igual modo, desde 1977 (año en que salió por primera vez) este paso era llevado con ruedas, hasta que en 1992 incorporó costaleros.
La siguiente estación de penitencia tiene lugar en la mañana del Viernes Santo, cuando salen a la calle tres pasos:el de Jesús Nazareno (imagen donada por los marqueses de Estepa en el siglo XVIII), Nuestra Señora de los Dolores y San Juan Evangelista. El cortejo que los acompaña viste túnica color morado con botones blancos, cinturón de esparto y túnica y capillo color crema. Es en este momento cuando nos detenemos en dos aspectos muy importantes de la segunda cofradía.
Una Virgen tallada por una monja
Por un lado, la autoría de la dolorosa, de gran valía artística y obra de una religiosa del convento de Santa Clara de Jesús, de la cercana localidad de Estepa. Se trata de sor Ana de San José, que talló la imagen en 1772, según consta en un pergamino hallado en el interior del busto durante una restauración efectuada en 1952, en la que también se descubrió otro documento que especifica que en 1873 ya fue restaurada por Gumersindo Jiménez Astorga, quien alteraría la fisonomía primitiva de la imagen, al ampliarle los ojos y la frente.
Tras dicha intervención vendrían dos más. Por un lado, la mencionada en 1952, practicada por los hermanos Cabrera bajo la supervisión del afamado pintor, escultor y profesor de la Universidad de Sevilla, Francisco Maireles de Vela, natural de Gilena. Ese mismo año Sebastián Santos le talló un nuevo juego de manos y en 1994 Francisco Berlanga le dispuso pestañas y brazos nuevos, además de resanar las zonas deterioradas del rostro y el cuello. A ello hay que añadir que en 1996 se consiguió recuperar, por medio de una devota, las manos originales de la imagen, que son entrelazadas.
La Virgen de los Dolores luce manto y sayas de Rodríguez Ojeda. Una de ellas, la de tonalidad marfil, está confeccionada con la cola de la túnica primitiva del Nazareno, que aún se conserva (también del insigne bordador), aunque sin ese elemento tan propio de Andalucía oriental. Según el historiador del Arte y diseñador Francisco Javier Sánchez de los Reyes, son piezas que se podrían datar en la última década del siglo XIX, por la semejanza con otras obras de la primera etapa de Ojeda, como el manto y saya que realizó para la Virgen de Regla, de Sevilla capital, aunque son perceptibles las alteraciones sufridas en el manto de Gilena.
La carrerilla
Pero si hay una tradición que hace famosa la Semana Santa de esta localidad es la carrerilla de San Juan, el segundo de los aspectos que debemos destacar de esta cofradía. Es al término de la misma, sobre las 14:15 del Viernes Santo, cuando la plaza donde se encuentra la parroquia se convierte en un hervidero de público para presenciar la forma tan peculiar de escenificar el momento en que el Discípulo Amado avisa a la Virgen de que a su Hijo lo han condenado a muerte y va camino del Calvario. Se desconoce desde cuándo se celebra este acto que, como su nombre indica, consiste en una carrera desde el centro de la plaza, en línea recta, hasta el interior del templo, donde se encuentra la dolorosa. Un trayecto que se recorre a los sones de la Marcha de los Infantes, conocida en este pueblo como Ya viene el pájaro. Esta composición la interpreta la centuria romana que acompaña al cortejo, otra de las peculiaridades de la cofradía de la que se tiene constancia desde 1870 y que al alba de esta jornada despierta a los gilenenses al toque de trompeta y tambor.
Debe tenerse en cuenta que la imagen de San Juan sale en un paso de carga ligera, pues consiste en una peana que descansa sobre seis largas maniguetas (horquillas) llevadas por portadores, conocidos como sanjuaneros. Hasta 1982 se pujaba por hacerse con este puesto. Ahora se organiza mediante cuadrillas que se relevan. Una de ellas se encarga de la carrerilla. Es el único momento en el que estos portadores se quitan la túnica de nazareno.
Al margen de por motivos meteorológicos, sólo una vez no se ha celebrado este rito. Fue en 1953, cuando en la mañana del Viernes Santo murió la camarera de San Juan, tras muchos años desempeñando el cargo.
El almuerzo del reencuentro
Una vez encerrada la cofradía, los gilenenses se disponen a vivir otro de los momentos más importantes del año: el almuerzo del Viernes Santo que, según vecinos del municipio, es una Nochebuena (pese a la hora) de primavera, pues supone el reencuentro de muchos familiares que residen fuera de la localidad.
Bien entrada la noche del Viernes Santo sale a la calle la tercera cofradía de la hermandad, la del Cristo del Vía Crucis, un crucificado articulado que antes también hacía las veces de yacente. Sale a las 23:00 y durante su discurrir por las calles se rezan las estaciones del piadoso ejercicio que da nombre a esta imagen.
La Semana Santa de Gilena concluye el Sábado Santo. A las 17:00 salen en procesión el Cristo Yacente, la Virgen de los Dolores y San Juan, aunque sin carrerilla, con nazarenos y con mujeres vestidas de mantilla.
Temas relacionados
No hay comentarios