El Santo Ángel muestra en una exposición cómo se vivía la cuaresma en los conventos
Conventos
Se podrán contemplar imágenes pasionistas de pequeño tamaño e instrumentos que los religiosos empleaban para sus disciplinas penitenciales
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El Convento del Santo Ángel, en su museo, ha organizado una exposición cuaresmal en la que muestra al público las prácticas penitenciales y las devociones que recorrían los claustros y los tránsitos de los espacios conventuales durante la Cuaresma y la Semana Santa. Con el salmo De profundis, Desde lo hondo a ti grito Señor, Señor escucha mi voz, se da titulo a esta muestra, cuyo comisario es el prior Juan Dobado. Se podrán ver en torno a 60 obras, procedetes de las Carmelitas Descalzas, las cuales el público podrá ver por primera vez.
La exposición la componen imágenes de pequeño tamaño, nacidas para la devoción en el oratorio o en las hornacinas de los claustros. Entre ellas destaca un magnífico Calvario de escuela castellana del siglo XVIII, un Jesús Caído o el Cristo de la Humildad, de la escuela de Malinas, de finales del siglo XV o comienzos del XVI. La imagen del Crucificado se convierte en el símbolo de la cuaresma, como se observa en el espléndido Cristo de escuela italiana del siglo XVIII o el maravilloso marfil filipino del segundo tercio del siglo XVII, con cruz de ébano donde aparecen tallados racimos de uvas.
Algunos ejemplos de dolorosas, de estética castellana, aportan el dramatismo en la Virgen, así como algunas pinturas, donde destaca la tabla de la Piedad, de escuela flamenca del quinientos. Se trata de una nueva donación al Museo del Santo Ángel. Representa el momento en el que la Virgen sostiene al Hijo en sus brazos, ayudada por San Agustín y San Nicolás de Tolentino.
Los Niños de Pasión
Muy entrañables son siempre las imágenes de los Niños de Pasión, como el Buen Pastor, el Nazareno o Niño en Meditación, obras de los siglos XVI al XVIII. Las pequeñas tallas de los Niños pasionarios poblaban los conventos cargando con la cruz o con los instrumentos de la pasión, o sentados en meditación en la roca del Calvario.
Otras piezas ponen de relieve la piedad sencilla como las cruces pintadas o el original vía crucis pintado sobre tabla del siglo XVIII, destinado a los tránsitos del convento, donde las religiosas podían hacer en privado las estaciones como ejercicio de piedad individual.
Algunos elementos de la liturgia ya han quedado en desuso, como el famoso tenebrario, espectacular obra tallada en madera y dorada que presidía el Oficio de Tinieblas y que está datado en el siglo XVIII. Muy valiosa es la colección de ornamentos de tonalidades moradas, de los siglos XVIII y XIX, así como las capas negras para el Viernes Santo o el ejercicio de la Soledad en el Sábado Santo. Los altares se cubrían con telas moradas para tapar las imágenes desde el Viernes Santo hasta la celebración de la Vigilia Pascual.
Cilicios y ayunos
Dos vitrinas exponen pequeños objetos relacionados con las penitencias como las disciplinas, de cuerdas o de pinchos, así como los cilicios que los religiosos podían llevar siempre con permiso del prior o de la priora. Las disciplinas en comunidad eran los lunes, miércoles y viernes, en el De profundis o en el antecoro. Las penitencias eran comunes igualmente a las cofradías que llevaban sus disciplinantes o flagelantes. Los ayunos marcaban también el tiempo de Cuaresma, aunque algunas órdenes, como el Carmelo Descalzo, ayunaba desde la Exaltación de la Cruz hasta la Pascua de Resurrección, así como la abstinencia de carne durante todo el año.
Estampas, pequeños bronces, cruces de taracea, libros de rezos y muchas más piezas que nos sumergen en esa práctica cuaresmal que las órdenes religiosas vivían con intensidad como preparación a las Fiestas de Pascua.
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