Sánchez Carrasco: "En el barrio del Cerro, la Virgen lo es todo"
Antonio Sánchez Carrasco ha presentado esta cuaresma un libro sobre la Hermandad del Cerro del Águila
El fotógrafo y escritor Antonio Sánchez Carrasco, ha presentado esta cuaresma un interesante libro, donde recopila en 160 páginas la historia de la Hermandad del Cerro del Águila. Desde que en 1943 se erigiese la Parroquia de Nuestra Señora de los Dolores, para atender así a la extensión del barrio de San Bernardo, el Cerro ha ido creciendo junto a su Virgen de los Dolores.
Sánchez Carrasco acepta una entrevista, para que los lectores de Diario de Sevilla conozcan algunos de los entresijos de su obra y, por ende, de su barrio del Cerro del Águila. Los orígenes, los personajes y las devociones de esta cofradía del Martes Santo que supera actualmente los 5.500 hermanos.
Más que qué tiene el barrio del Cerro, la pregunta es ¿qué le falta?
Buena pregunta, realmente es un barrio muy completo en sus servicios y en sus fiestas. Quizás echo de menos la Velá de antaño. Poco a poco se está intentando recuperar, pero nada como aquel barrio hecho Velá, y no como ahora que es la Velá de un barrio.
Hablar de la hermandad es hablar del barrio y viceversa, ¿es correcto?
Más que acertado. La hermandad y el barrio, más que un binomio, son un monomio inseparable. Decir Cerro del Águila es decir barrio y Hermandad.
¿Cómo surge la idea de meter todo esto en 160 páginas?
Viene de la idea de Rosa García Perea y la editorial Almuzara, y yo, como Cerreño de nacimiento, encantado.
¿Qué le aporta la hermandad al barrio, y viceversa?
El barrio le aporta a la hermandad, obviamente cuerpo de nazarenos y algo más importante: alma. Esa cofradía con estética romántica y cuerpo de barrio. Como el propio barrio, donde se conserva la esencia de los barrios antiguos y ese espíritu que lo hace como un pequeño pueblo. La Hermandad le aporta al barrio espíritu y un nexo de unión para los cerreños de la diáspora. Como yo vamos, que sin ser hermano cada año que puedo vuelvo a mi barrio.
Si las pandemias lo permiten, este año muchos jóvenes vivirán el septiembre de antaño ¿cómo eran esas salidas de la Virgen?
Las salidas de septiembre yo las viví desde niño. Primero con la velita y después en la banda de cornetas y tambores Virgen de los Dolores. Era como vivir una salida extraordinaria de las de ahora, pero en tus calles de a diario y con tu gente. Imagina la belleza de la Virgen y un barrio detrás...
¿Qué tiene la Virgen de los Dolores, que vuelve loco a su gente?
En el barrio del Cerro, la Virgen lo es todo. Hasta personas poco creyentes tienen claro que la embajadora del Cerro es la Virgen de los Dolores. El lunes siguiente al domingo de su besamanos, la Virgen continúa expuesta, y ver a las mujeres mayores que van y vienen de la plaza de abastos con su carrito y se paran a besarla... Cuando la besan tienen una breve conversación con la que limpia su mano. La estampa es una conversación entre tres vecinas del barrio que se encuentran una mañana en la calle Afán de Ribera. Yo cada vez que puedo asisto a ese instante. Es la esencia del barrio en un metro cuadrado.
Háblame del ambiente del Martes Santo en el Cerro...
Yo viví en el Cerro hasta junio de 2010, las mañanas del Cerro, son de salir pronto a la calle y ver como te van llegando nazarenos por todos sitios. Salen de sus casas, de la de la abuela que sigue viviendo allí y que han buscado acomodo en barrios más periféricos. Poco a poco el barrio empieza a bullir. Comienzas a ver cara conocidas. Se acumula gente por los alrededores de la iglesia y cuando se abren las puertas y sale la cruz de guía. Hay risas, llantos, palmas... y el Cerro vuelve a hacerlo otra vez. La unión de un barrio que palpita con el corazón, que es su hermandad.
El año pasado se estrenó un paso para el Señor de la Humildad, y salió por primera vez el Martes Santo. ¿Qué lugar ocupa este Nazareno en el corazón del barrio?
Parecía, cuando llegó, que al Nazareno de la Humildad le iba a costar hacerse un hueco, y se lo ha hecho en menos tiempo de lo previsto. Sólo decirte que una cerreña a la que yo quiero mucho, y que es poco religiosa, se ha cruzado muchas veces con el Nazareno, tanto es así que cuando yo fui a pasar por quirófano, el pasado mayo, llevaba en el bolsillo del pijama una estampa del Nazareno que ella me la había dado. Además te fijas en cuando la gente entra en la iglesia van hacia adelante, hacia la Virgen, le echan un ojo al Cristo del Desamparo y Abandono y antes de irse su giro a la derecha para pedirle al Nazareno.
En el libro hablas de personajes, y quiero que me hables de alguno de ellos...
El capítulo de personajes fue creciendo casi sin querer, y a cada cual más interesante. No quiero nombrarte a ninguno en especial porque todos tienen una historia detrás. Por decirte uno. Mi padre Antonio Sánchez Carrasco (sí coincido en apellidos, has oído bien), con 14 años trabajaba en Hytasa, osea, imagina lo que ha visto del Cerro.
Sabiendo de tu pasión por la gastronomía popular, ¿de qué se habla y qué se despacha en los bares del Cerro?
En los bares del Cerro se habla de lo que se habla en todos los bares. Fútbol, Semana Santa, política... En cuanto a productos. La cerveza de mi amigo Martín en el bar Ornedo, las tapas del Zapico, la carne a la brasa del Tío Curro, con una salsa picante que está para echársela hasta al yogur en blanco, los montaitos del Julio, las gambas del Andrés, las tapas de Casa Alves... es que me lo pones complicado, en el Cerro se come muy bien.
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