De Pasos y 'novelería' en la plaza mayor
Domingo de ramos
La cruz de guía de la Cena fue la encargada de inaugurar la Semana Santa en el Metropol Parasol a las 17:00 ante un numeroso público que no se quiso perder el momento
Las setas de la Encarnación vivieron ayer su bautizo cofradiero en un Domingo de Ramos en el que la expectación para ver el paso de las primeras procesiones por el Metropol Parasol fue la nota predominante. Tras pasar la Hermandad de la Cena hubo más opiniones positivas que negativas. "Yo qué quieres que te diga. A mí la Plaza de la Encarnación me ha parecido un horror toda la vida, y hoy me ha encantado ver la Cena por aquí". Como muestra este testimonio de Andrés, un veterano cofrade, que vivió el paso de la Cena desde la plaza principal del Parasol, y que aseguró que la zona ha ganado mucho con la intervención urbanística, pese a las iniciales reticencias de muchos sevillanos.
Lo que resultó un fracaso rotundo fueron las sillas del famoso Plan Palio que se colocaron a los pies de la escalinata de la plaza, a pleno sol de la tarde, y que apenas fueron ocupadas por 15 personas. Ni las asociaciones de mayores ni los hoteles, a los que el Ayuntamiento destinó el uso de los asientos, consiguieron que el corralito se llenara. Incluso Sacyr, la empresa concesionaria, ha editado un programa en el que se recogen las 15 cofradías que pasarán por la Encarnación, con el lema "Un gran lugar para vivir un gran momento de la Semana Santa".
Muchos sevillanos tuvieron la oportunidad ayer de descubrir la renovada Encarnación. La visión de los tres pasos de la Cena bajo los parasoles resultó menos dramática para algunas personas de lo que en principio pensaban. Fruto de la novelería, muchas personas abarrotaron la zona desde las 16:30. La llegada de la cruz de guía estaba anunciada en los programas para las 17:00. A esa hora la escalera que lleva a la Plaza Mayor, como se ha denominado la zona, estaba ya convertida en una improvisada tribuna. Igual que toda la zona superior, donde se agradecía la brisa que corría a esa hora de la tarde.
Sabedor de su papel de protagonista -sería el primer nazareno en pasar bajo las setas- el diputado de cruz de la Cena se paró justo antes de pasar bajo el arco que une las dos zonas de la plaza. Miró el reloj, y a las cinco en punto dio la orden para que avanzara el primer tramo. La cofradía discurrió con un ritmo pausado. Quince minutos más tarde llegaba el primer paso. El misterio de la Sagrada Cena, también con renovada estética, puesto que ha cambiado los faroles de las esquinas del paso por candelabros de guardabrisas, y ha agrandado unos centímetros la talla de los respiraderos (mejoras que también gustaron, en general), pasó bajo las setas a los sones de la marcha Rocío, interpretada de manera magistral por la banda de las Cigarreras.
Pasó el primer paso y el público se refugió en la sombra, que en eso sí que ha ganado la plaza. Fue el momento de las primeras impresiones. Para Alberto y Cristina, un joven matrimonio con hijos pequeños, la experiencia no había podido ser más positiva. "A mí me ha gustado. Se puede ver el paso desde lo alto con buena perspectiva. Otra cosa es que quieras fijarte en todos los detalles, pero para los niños es cómodo". Sin embargo, no todo iban a ser parabienes. Un grupo de jóvenes, de entre 14 y 15 años de edad, calificaron la estampa como "una aberración cofradiera", pero "había que estar aquí para vivir el momento". Lo dicho, novelería.
Pasó la Cena y llegó el Señor de la Humildad y Paciencia. Los que habían buscado la sombra, trataban de reconquistar la posición perdida, pero había llegado nuevo público que hacía que encontrar una buena posición fuera más complicado. Las sillas del Plan Palio, seguían vacías. El segundo de los pasos de la hermandad sí fue arriado bajo el arco de los parasoles haciendo las delicias de los cientos de cámaras y teléfonos móviles que captaban el momento.
Y llegó el primer paso de palio. Barroco versus modernidad. La Virgen del Subterráneo pasó a los sones de Virgen de la Paz. Los dos pasos de la cofradía que llevan música discurrieron con marcha por las setas. Testigos de excepción de la escena fueron los costaleros del Señor del Silencio de la Hermandad de la Amargura y su capataz, Manuel Villanueva, que igualaban en la zona que muchos llaman La Encarnita. Tras la Cena llegó San Roque, y por la noche, fue la Amargura, de regreso a San Juan de la Palma, la que pasó por la nueva Plaza Mayor.
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