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Notas sobre un conflicto histórico en el orden procesional de la Madrugada

El autor, reconocido investigador, arroja luz sobre el orden de la precedencia de las tres últimas cofradías que procesionan en la jornada, según lo que recogen los archivos

Notas sobre un conflicto histórico en el orden procesional de la Madrugada
Joaquín Rodríguez Mateos - Historiador y archivero

15 de marzo 2018 - 02:30

Desde el año 1861, en que la Carretería cambió su día de salida a la tarde del Viernes Santo, en la Madrugada de dicho día procesionaban de manera regular las hermandades del Silencio, el Gran Poder, la Macarena y la O, al margen de alguna otra salida ocasional de hermandades como la Lanzada y la Hiniesta. Por entonces aún no había fijado ningún orden estable en las procesiones de la Semana Santa, sino que la autoridad concedía licencias anuales de salida, que seguían un cierto orden -aunque impreciso y cambiante- basado en la tradición y en la antigüedad de las corporaciones. Las cofradías solicitaban cada año licencia para hacer su estación, indicando el día de la semana en el que se pretendía salir y el itinerario que se iba a seguir, con lo que se confeccionaba la nómina oficial de las cofradías. Esta falta de regulación supuso por una parte un habitual intervencionismo ordenancista por parte de las autoridades civiles, así como un buen número de disputas y de pleitos entre las propias cofradías que acabaron en frecuentes decretos e imposiciones arzobispales. Esta situación no empezó a revertir para consolidar un orden estable hasta la entrada del siglo XX: no hay más que recordar la intervención del cardenal Spínola en 1903 para imponer una concordia que acabara con las disputas entre la Macarena y el Gran Poder.

Además, las salidas de las cofradías eran muy poco regulares en el tiempo: era muy frecuente que no salieran todos los años, bien por cuestiones económicas -muchas de ellas necesitaban imperiosamente de la subvención municipal, frecuentemente insuficiente- o bien por falta de estabilidad interna de las corporaciones, muy alejadas aún de la consolidación institucional que empezaron a presentar años más tarde, lo que suponía una enorme volatilidad en todo lo concerniente a la regulación de horarios e itinerarios.

Esta situación vino a complicarse con el importante número de hermandades que comenzaron a incorporarse a la nómina de la Semana Santa en los últimos quince o veinte años del siglo XIX, bien de nueva fundación o bien tras recuperarse de situaciones de postración más o menos prolongadas.

En este contexto se producen los dos grandes conflictos que afectaron a la Madrugada en esos años de transición de uno a otro siglo: el primero, ya citado, que venía afectando desde hacía tiempo a las hermandades de la Macarena y el Gran Poder, y que acabó con la intervención del cardenal Spínola en 1903 tras el conflicto producido entre ambas el año anterior cuando la cofradía de la Macarena decidió pasar por la carrera oficial por delante de la del Gran Poder; y el segundo, que afectó a las hermandades del Calvario y la Esperanza de Triana, que acabó con el decreto arzobispal de 1899. El conflicto planteado por la Hermandad de los Gitanos no fue tal en los años iniciales, sino que se gestó ese último año citado en la pretensión de obtener ganancia ante el conflicto suscitado entre la Esperanza de Triana y el Calvario.

De estas tres cofradías, el Calvario fue la primera en incorporarse a la Semana Santa en estos años finales del siglo XIX: tras haberse refundado en 1886 sobre sus precedentes históricos de la antigua hermandad de los mulatos -extinguida un siglo atrás- salió por vez primera en 1888 el Miércoles Santo, por cuanto había sido éste su día tradicional de salida desde el siglo XVI; la Esperanza de Triana estaba entonces aún prácticamente extinguida desde hacía treinta años, habiendo salido por última vez el Viernes Santo del año 1859; mientras que permanecía casi inactiva desde hacía cincuenta años la Hermandad de los Gitanos.

En los tres años siguientes cambiaría por completo el panorama de la Madrugada. En 1888 la Hermandad de la O había decidido hacer su estación en la tarde del Viernes Santo, por lo que, al año siguiente, una "reconstituida" Hermandad de la Esperanza de Triana, que había decidido volver a realizar su estación a la Catedral, pasó a ocupar su lugar en la Madrugada, cediendo a su vez a la anterior la posición que había ocupado hacía años en la tarde del Viernes; de este modo, la Esperanza anunció su salida en la Madrugada a las 02:30, como había acordado en su cabildo general, haciéndolo en cuarto lugar. La Hermandad del Calvario había mostrado ya desde sus inicios su interés por incorporarse a la Madrugada "por prestarse más al recogimiento y orden de la procesión", lo que persiguió decididamente en los años subsiguientes sin que encontrara aceptación por parte de la autoridad eclesiástica más que de manera esporádica. De hecho, este año 1889 el Calvario mantendría su salida el Miércoles Santo al habérsele sido expedida la licencia para dicho día en línea de continuidad con el año anterior.

En 1890 se incorporaría por fin el Calvario a la Madrugada, pues aunque en la nómina oficial seguía constando aún su salida el Miércoles Santo, según la licencia concedida, al llover ese día se posibilitó hacerlo en la Madrugada, como así se estipulaba también en la citada licencia. Aunque la documentación no refleja cuál fue el orden de paso de las cofradías por la carrera oficial ese año, el diario El Porvenir del Domingo de Resurrección, día 6 de abril, reseñaba que esta cofradía, "que no pudo salir el Miércoles, lo efectuó a las dos de la mañana, pasando por la calle de las Sierpes detrás de la del Gran Poder". Y esto fue así por cuanto la autoridad hizo pasar a la cofradía del Calvario por el hueco que se abría entre las cofradías del Gran Poder y de la Macarena, con el objeto de que no entorpeciera el paso en la calle Cuna a la cofradía del Silencio en su recorrido de vuelta. Hay que recordar que por entonces el inicio de la Carrera se situaba en la calle Sierpes en su confluencia con Cerrajería, y que el Calvario -residente entonces en San Ildefonso- alcanzaba esta última calle citada bajando por Alcuceros, la Plaza del Salvador y Cuna.

En Cabildo de 15 de enero de 1891, la Hermandad del Calvario aprobó que "hiciese esta hermandad estación de penitencia a la Santa Iglesia Catedral en la Madrugada del Viernes Santo por este año y los subsiguientes sin que pueda tomarse en lo sucesivo acuerdo en contrario, y que esta disposición, hecha en cabildo general, tenga la misma fuerza legal que un artículo de nuestras Reglas". Ese mismo día se comunica tal pretensión al Ayuntamiento de la ciudad, y posteriormente se dirige solicitud al prelado para la aprobación de dicho acuerdo; en su virtud, se le incluye en la nómina oficial en cuarto lugar, por delante de la Esperanza de Triana, "con objeto de que atraviese la calle Cerrajería antes de las cuatro y media, dejando así expedito el tránsito" a la Hermandad del Silencio en la calle Cuna, en continuidad con lo regulado el año anterior. La Hermandad de la Esperanza de Triana presentaría al Ayuntamiento un escrito el día 20 de marzo protestando por ello, y exigiendo salir en cuarto lugar "para no perder el turno"; acogiendo positivamente dicha reclamación, el Ayuntamiento oficiaría al Calvario cuatro días después previniéndole "que debe ocupar el quinto lugar en el orden de la estación", no sin que la hermandad alegara que en esa posición difícilmente podría despejar la calle Cuna antes de las cuatro y media para no obstaculizar a la Hermandad del Silencio. La prensa local, tanto La Andalucía como El Porvenir, reseñaron en sus ejemplares diarios correspondientes al Jueves Santo, 26 de marzo, al Calvario situado tras la Macarena, lo que no sabemos si obedece a haber sido redactada la información a la vista de la nómina oficial, confeccionada con anterioridad al referido escrito del Ayuntamiento, o si realmente se hizo valer la argumentación de la hermandad del Calvario, de manera que a última hora no llegara a hacerse efectiva dicha orden municipal.

Ese mismo año 1891 se incorporaría también a la Madrugada por vez primera la Hermandad de los Gitanos, tras tomar un nuevo impulso en su actividad después de cincuenta años sin salir. Fue la última de las hermandades en incorporarse a la Madrugada, y lo hizo en último lugar, posición que aceptó por ello y que siempre ocupó oficialmente desde entonces.

Al siguiente año 1892, la Esperanza de Triana no aguardó a la confección de la nómina oficial, y el día 25 de febrero ya había presentado al Ayuntamiento un escrito llamando la atención "sobre el lugar que nos corresponde en la salida de la cofradía, con el fin de evitar lo del año pasado", lo que parece dar a entender que finalmente llegó a ocupar en 1891 la quinta posición de la Madrugada. En su virtud, el día 3 de abril se dio cuenta en el cabildo de la Hermandad del Calvario de un oficio remitido por la secretaría de cámara del Arzobispado por el que se autorizaba a esta hermandad a hacer estación de penitencia "únicamente en la tarde del Miércoles Santo, y no en la Madrugada del Viernes como lo había efectuado en los dos últimos años", una imposición arbitraria que supuso un enorme golpe para las aspiraciones y el derecho que correspondía a la hermandad para hacer su estación en dicha jornada con carácter definitivo.

En 1893, el cabildo de la Hermandad del Calvario volvió nuevamente a acordar por unanimidad solicitar "la salida de la cofradía por los años sucesivos en la Madrugada del Viernes Santo", elevándose "una instancia a la jurisdicción eclesiástica en súplica de este permiso para lo sucesivo, rogando que la autorización solicitada reformase el capítulo 8º de nuestras Reglas". No obstante, la comunicación hecha entre tanto por el Ayuntamiento anunciando el importe de la subvención municipal, que a juicio de la hermandad no alcanzaba para cubrir los gastos de la cofradía, embarcada como estaba en la construcción de sus dos nuevos pasos, motivó que renunciara a su salida en la Semana Santa de ese año, lo que se repitió igualmente al año siguiente.

El 21 de febrero de 1895 la hermandad volvió excepcionalmente a obtener licencia para su salida de nuevo en la Madrugada del Viernes Santo de ese año con sus dos nuevos pasos, señalándosele como hora las 02:30 y haciéndolo en quinto lugar. Al tiempo, se le indicó que debía presentar sus reglas para la debida reforma del capítulo 8º, que establecía el día de su salida. Ese año no saldría la Hermandad de los Gitanos por la insuficiencia de la subvención municipal.

En 1896 ni el Calvario ni los Gitanos harían tampoco estación por los mismos motivos económicos. Eran hermandades pequeñas, de escasos recursos, en una época de renovación patrimonial en la que se dependía por completo de la subvención municipal para poder sufragar los costes derivados de la salida de la cofradía. En los dos años siguientes, y en tanto se procedía a la modificación de sus reglas, el Calvario hubo de seguir haciendo su estación el Miércoles Santo, a las cinco de la tarde.

Por fin, el 27 de febrero de 1899 son presentadas al Arzobispado sus nuevas reglas, que merecen la aprobación el 13 de marzo. En su capítulo XII se daba consecuencia al acuerdo tomado por el cabildo de 15 de enero de 1891 para hacer estación en la Madrugada del Viernes Santo, con tiempo de volver a San Ildefonso para asistir corporativamente al Sermón de Pasión. Inmediatamente tras la perseguida reforma de sus reglas, la Hermandad del Calvario presentó ante la autoridad eclesiástica una solicitud para "que se digne fijar de una vez y para siempre el orden que una y otra corporación -la Esperanza de Triana y el Calvario- debe llevar en dicho día... con el fin de evitar los disgustos que pudieran ocurrir en la Madrugada del Viernes Santo no sólo del presente año sino también en la de los sucesivos". Para ello el Arzobispado pidió a ambas hermandades que presentaran sus reglas respectivas, puesto que se argumentaba un conflicto de horarios entre las estaciones de ambas: las reglas de la Esperanza de Triana estipulaban que habría de realizar su estación el Viernes Santo "a la hora de tercia" (las 9 de la mañana) tras el rezo del Sermón de Pasión, mientras que las del Calvario marcaban, como ya se ha indicado, que la cofradía habría de salir en la Madrugada en hora que le permitiera volver a su templo a tiempo para la asistencia corporativa al referido Sermón de Pasión. El vicario resolvería por decreto de 22 de marzo de ese año que la cofradía del Calvario debería ocupar por tanto el cuarto lugar en la Madrugada, por delante de la de la Esperanza de Triana, a la que, a la vista de sus reglas, se le fijó como horario de salida las 9 de la mañana del Viernes Santo.

Aunque el decreto se comunicó a las partes el mismo día 22, el día 28 la Esperanza de Triana elevó al Ayuntamiento un escrito de protesta al hacerse pública la nómina oficial, en la que esta hermandad aparece consignada en la mañana del Viernes Santo, mientras que cerraba la Madrugada la Hermandad de los Gitanos en quinto lugar, tras el Calvario. El orden y horario señalados en la nómina tendrían incluso su reflejo en la información ofrecida por algunas cabeceras de la prensa local, como El Noticiero Sevillano o El Porvenir. El día 29 de marzo, siguiente al escrito de la Esperanza, el Ayuntamiento le respondió que, finalmente, "la expresada autoridad eclesiástica ha tenido a bien conceder la (hora) de las dos y media de la Madrugada del próximo Viernes Santo, siempre que verifique su estación a la Santa Iglesia Catedral no sólo con el recogimiento y orden propios del acto que realizan, sino después de la Hermandad del Santo Cristo del Calvario y Nuestra Señora de la Presentación... apercibiéndole de que en caso de no acatar lo dispuesto se multará a la cofradía que Vd. preside en la totalidad de la subvención que se le tiene concedida". La Hermandad de la Esperanza de Triana debió salir efectivamente durante la Madrugada, a la hora finalmente señalada, por cuanto la edición matinal de El Noticiero Sevillano del Viernes Santo, 31 de marzo, recogía que "a la hora de cerrar esta edición encuéntranse en sus respectivas iglesias todas las imágenes, excepción hecha de las de la cofradía de San Gil". Ésta fue la primera ocasión en que la Hermandad de los Gitanos presentaría una protesta oficial sobre su posición en la Madrugada, reclamando el lugar de la Esperanza de Triana al pasar ésta en la nómina a la mañana del Viernes Santo, lo que obviamente le fue denegado.

A pesar de que, en atención a la urgencia de la resolución, lo decretado lo era sólo "en el año actual… sin que se entienda que se prejuzga el derecho que pueda asistir a ambas hermandades", al año siguiente se le dio firmeza legal, consolidándose este orden sin reclamación o apelación por las partes. En dicha resolución debió pesar también con toda seguridad el hecho de que no debía ser por esos años muy estricto por parte de la Hermandad de la Esperanza de Triana el cumplimiento del orden y horario exigidos -tal como se desprende del tono de la referida comunicación que se le hace de la licencia de salida en 1899- por cuanto sólo dos años después, en 1901, el provisor autorizó a la Hermandad de los Gitanos a pasar "delante de la anterior si aquella no llega a tiempo a la Campana", lo que incluso se llegó a recoger de esta manera en la nómina oficial que se mandaba imprimir.

Quince años después, en 1914, la Hermandad de la Esperanza de Triana reclamaría ante el provisor arzobispal este orden establecido entonces, orden que se confirmó definitivamente por decreto de 8 de abril de ese año, por prescripción extintiva. Bastantes años después, y como epílogo de este episodio, la Hermandad de los Gitanos presentaría el 13 de marzo de 1971 una reclamación sobre el orden procesional de las cofradías de la Madrugada, y que sería desestimada por no corresponder a esta hermandad derecho alguno a adelantar ningún puesto en el orden establecido. Se consolidaba así un orden de la Madrugada ya más que centenario, el más largo y estable de toda la Semana Santa sevillana.

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