Noches en verde

La ciudad duerme mientras el equipo de grabación de la primera edición trabaja en los dos templos que cobijan a la Esperanza

Cabeza caliente usada para tomar los primeros planos de la Virgen de la Esperanza.
Diego J. Geniz

07 de marzo 2016 - 05:03

LA noche donde se forjan los sueños es también la de las horas de trabajo a puerta cerrada. La de los minutos que pasan lentos como si las manecillas del reloj se estancaran en un profundo duermevela. Dos noches y dos Esperanzas. La primera transcurre en la calle Pureza, tras cerrar la Capilla de los Marineros las puertas. Pasan unos minutos de las nueve cuando la furgoneta de La Guadaña descarga todos los utensilios necesarios. Será la segunda cabeza caliente que se monte para esta producción. La primera se usó a escasos metros de ésta, en la recoleta capilla de la Estrella.

La de ahora se alza sobre un cielo mudéjar y bajo la atenta mirada de una lámpara de araña que sirve a Javier Conde para grabar, a través de sus cristales, al dolor más castizo, a la belleza que parece sacada de los mejores azulejos. Presencian la escena uno de los priostes de la hermandad y el periodista José Antonio Rodríguez, colaborador de este proyecto. Se logran varios planos en los que resulta complicado apartar la vista del rostro que en esos momentos colmata la pequeña pantalla por la que se sigue la grabación. A todos tiene absortos. Es una de las Dolorosas más fotogénicas de cuantas aparecen en la primera edición de La Caja de la Semana Santa. Raro es el plano que le siente mal. Incluso tomada desde abajo, posición que en contadas ocasiones beneficia a las sagradas imágenes.

Se graban los últimos planos con el Cristo de las Tres Caídas. Se desmonta la cabeza caliente y la furgoneta vuelve, bien entrada la madrugada, a la puerta de la Capilla de los Marineros. El prioste apaga las luces. Varios minutos de charla a pie de calle resistiendo la embestida del frío. Se acaba esta larga jornada que comenzó en Madrid, donde La Caja fue presentada en los prolegómenos de Fitur. De la capital del Reino a Triana. Hay días que no caben en 24 horas.

También es noche cerrada en la Resolana. Lunes 2 de febrero. Encontrar aparcamiento en las inmediaciones de la basílica de la Macarena es tarea imposible a las nueve de la noche. Una tímida lluvia empaña el parabrisas de la furgoneta de los técnicos, que se adueña del atrio a unas horas que están más pensadas para la estufa y el sofá que para un trabajo audiovisual. Salen los últimos fieles del templo. Fuera, un grupo de armaos comenta las noticias del día.

Los componentes del equipo técnico entran dentro de la basílica, donde los recibe Fernando Marmolejo, uno de los priostes macarenos. Se monta la cabeza caliente y José Carlos Guerra-Librero, productor técnico, logra desde una aplicación del móvil controlar los planos que se graban. Llega Jerónimo Núñez, otro de los priostes de la hermandad. Abre el camarín. Se toman imágenes de cada detalle de este cofre de plata y mármol. En la antesala varios jóvenes macarenos comentan su ilusión por la nueva túnica que estrenará este año el Señor de la Sentencia. Núñez retira varios relicarios que la Virgen posee a sus pies. La cabeza caliente se adelanta hasta subirse en el presbiterio. Los priostes no le quitan ojo a ese artilugio que se acerca a escasos centímetros del entrecejo que a nadie deja indiferente. "Por favor, tened cuidado", pide con un tono misericordioso Núñez mientras que Marmolejo le replica: "Tranquilo, estos señores son profesionales". Pepe Carmona, productor también del audiovisual, analiza palmo a palmo el indescriptible rostro que tiene a escasos centímetros.

Acaba la grabación cerca de las tres de la mañana. Se cierra el camarín y aparece el telón cortafuegos que cubre por completo a la Dolorosa más universal.

En la calle ha dejado de llover. Vuelve el frío. Hay pocas ganas de hablar. Ninguna palabra merece la pena cuando ya lo han dicho todo los ojos de la Esperanza.

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