Muere Manolo Rodríguez, toda una institución en la Soledad de San Lorenzo
El entierro será este viernes, a las 11:30 en la parroquia de San Lorenzo.
Una institución en San Lorenzo. El soleano Manuel Rodríguez ha fallecido este jueves en Sevilla a los 77 tras una larga lucha contra una cruel enfermedad que se había agravado en el último año y, especialmente, en los últimos dos meses. Hermano, además del Silencio y el Gran Poder, fue miembro destacado del Consejo de Cofradías, donde ejerció delegado del Lunes Santo y la Madrugada. Recientemente, ha desempeñado el cargo de secretario de la Fundación Benéfico Asistencial del Casco Antiguo, de cuyo economato se benefician miles de familias.
Manolo Rodríguez formaba parte de ese tipo de cofrades en serio peligro de extinción. Con su fallecimiento se pierde una forma de entender la hermandad como si de una familia se tratara. De respeto a la tradición heredada. De poner el bien común en lugar del particular. Valores que echaba en falta en las cofradías actuales, como reconoció en una entrevista publicada por este periódico.
Quizás por ello no fue hermano mayor de la Hermandad de San Lorenzo, donde pasó toda su vida cofradiera. Hermano de la Soledad desde su nacimiento, ha vivido siempre en la calle Cardenal Spínola, fue José de Rueda Carrión quien lo llama para entrar en la junta de gobierno como secretario segundo. Eran los primeros años de la década de los 70 y no era tan fácil formar parte de la oficialidad. Después fue mayordomo, promotor sacramental y teniente de hermano mayor. Fue comisario dela exposición organizada por el 450 aniversario fundacional.
Su prestigio le llevó a ostentar cargos de responsabilidad en el Consejo de Cofradías. Primero con Antonio Ríos, entre 1992 y 2000, como delegado del Lunes Santo. En esos años, ya comenzó a advertir de los problemas derivados de los horarios, principal escollo logístico de la Semana Santa de hoy.
En su segunda etapa en el Consejo, Con Manuel Román entre 2004 y 2008, fue delegado de la Madrugada, la jornada más compleja, con un problema importante en los cruces. En sus cuatro años estudió a fondo las posibilidades para remodelar el día y llegó a una serie de soluciones que se desecharon porque no fueron respaldadas por todas las hermandades.
Su soltura con con los asuntos logísticos le llevó a defender como únicas soluciones viables un cambio de orden o que la jornada se realizara al revés, es decir, comenzando en la Catedral.
Su labor en el Consejo le llevó a vivir uno de los momentos que más recordaba: el encuentro de las Esperanzas en 1995. Entonces era delegado del Lunes Santo. Se encontraba de guardia en el palquillo de la Puerta de los Palos. Lo vivió todo en primera persona, incluso cómo cierto capataz se escondió en un confesionario.
Su enfermedad no fue un impedimento para que acudiera a su hermandad hasta el último momento, a pesar de las dificultades. Salió de nazareno el Sábado Santo y participó en el cortejo de la procesión de impedidos de la Sacramental el pasado mes de mayo. Hace apenas un mes no faltó a la misa de cierre del curso.
Perito industrial de profesión, estaba casado con Isabel Muñoz y tenía dos hijas: Rocío y Marta.
Se marcha un cofrade único que no necesitó blandir la vara dorada para ser más que respetado en su hermandad y en la Sevilla cofradiera.
El entierro será este viernes, a las 11:30 en la parroquia de San Lorenzo.
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