Montserrat prepara su segunda expedición a Ucrania
Caridad
Javier Venegas y Javier Fernández se han puesto al mando de esta iniciativa
En el primer viaje trajeron a siete refugiados a España
También han enviado medicinas, productos de higiene personal y alimentos no perecederos
Santa Marta acogerá a un grupo de refugiados de Ucrania
Si en 2020 la pandemia del Covid cortó por la mitad la cuaresma sevillana, este año ha sido la guerra de Ucrania la que ha marcado desde sus inicios este tiempo de vísperas, que vuelve a vivirse con una normalidad casi plena en la capital andaluza. Desde que estalló el conflicto, las hermandades han sido sensibles a esta situación que ha obligado a tres millones de personas a abandonar este país del este europeo e iniciar un éxodo con todos los peligros que dicho peregrinaje entraña. Ejemplo de este ejercicio de caridad es el protagonizado por dos hermanos de Montserrat las dos últimas semanas.
Fue el testimonio radiofónico de dos gallegos el que llevó a Javier Venegas, profesor de la Universidad Pablo de Olavide (UPO), a tomar la decisión de emularlos y hacer algo igual en nombre de la corporación del Viernes Santo, donde ha ocupado el cargo de mayordomo durante 17 años y también el de consiliario. Una iniciativa hecha realidad junto a su amigo, tocayo y compañero en antiguas juntas de gobierno, Javier Fernández Roca, quien ejerció el cargo de teniente hermano mayor durante varios años.
"Lo primero que hice fue comunicarle al hermano mayor de Montserrat, Antonio Vera, mi propuesta y la posibilidad de que la hermandad colaborase", refiere Venegas. La respuesta de Vera fue de máximo apoyo, para lo que los puso en contacto con la diputación de Caridad, que ha contribuido con el pago de una furgoneta y con las ayudas donadas por los miembros de la corporación.
Los dos Javieres salieron de Sevilla el viernes 11 de marzo y regresaron el miércoles 16. Se han recorrido en este tiempo 8.300 kilómetros y han llegado hasta la misma frontera con Ucrania, en Medyka, un pueblo polaco donde comprobaron el horror que supone huir de la guerra. "Lo que vemos en televisión es una vigésima parte del drama que allí se sufre", relata Venegas.
"Aquello es el caos. No hay capacidad de organizar toda la ayuda que llega", describe este sevillano, que hace hincapié en que lo que más se necesita son medicinas, productos de higiene personal y alimentos no perecederos. "La ropa no hace tanta falta, pues la mayoría de los refugiados logra salir de Ucrania, al menos, con una maleta", añade. Las ayudas que había reunido la hermandad se la entregaron a unos Scouts, que se encargan de repartir dicho material en el puesto fronterizo.
Para trasladar a los refugiados a España visitaron un centro de acogida situado en Przemysl, ciudad polaca en la que resultó fundamental la colaboración prestada por la fundación valenciana Juntos por la Vida, que cuenta con un listado de personas que huyen de Ucrania y que tienen familiares en España. Allí fue donde les informaron sobre a quiénes podían ayudar. Ninguno tenía como destino Sevilla, pero sí otras ciudades a las que llevarlos.
El trámite para sacarlos de allí se llevó a cabo en el propio centro de refugiados, donde los conductores se registran junto al nombre de las personas que trasladan y que llevan consigo la documentación necesaria para su salida. A todos se les coloca una pulsera de identificación para evitar, en la medida de lo posible, la trata de seres humanos, una práctica muy habitual en situaciones de este tipo. Al fin, pudieron trasladar a siete ucranianos, la mayoría mujeres: una madre con dos hijos, otra madre con una hija y dos mujeres (una de avanzada edad y otra más joven).
Los destinos en España han sido Barcelona (donde a la mayor de las refugiadas la esperaba su hijo para llevarla a Alicante), Madrid y Granada. Fue en la capital de España donde los dos sevillanos al mando de la expedición vivieron un momento de especial emoción cuando la abuela de dos menores que traían consigo se encontró con su hija y con sus nietos. Se han ido a vivir con ella a Alcorcón. "No paró de agradecernos lo que habíamos hecho. Nos quiso hasta pagar, algo que rechazamos de inmediato", recuerda Venegas.
Un momento muy especial de este viaje fue la primera noche que se vivió en tierra española, en el trayecto de vuelta. La pasaron en la abadía de Montserrat, donde la comunidad de frailes, por la relación que mantiene con la hermandad sevillana, dieron hospedaje y comida a la expedición. A la mañana siguiente, visitaron y veneraron a la Moreneta para darle las gracias y recibir su bendición.
Ya en tierra sevillana, y tras unos días de descanso, estos hermanos de Montserrat se encuentran organizando la segunda expedición a la frontera con Ucrania, que comenzará la próxima semana. Esta vez piensan fletar un autobús o dos furgonetas, como mínimo. Cuentan para ello con los donativos que aún les han quedado del primer viaje solidario. Tras la experiencia de estos días, Javier Venegas hace una reflexión con la que resume su excepcional cuaresma: "He vivido más en 24 horas que en los últimos cinco años".
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