Más de 50.000 fieles acuden al besamanos de la Macarena

Casi 53.000 fieles han visitado este año a la Macarena durante su besamanos, según ha informado la hermandad. En los cuatro días que ha durado el besamanos a la Virgen de la Esperanza se han registrado importantes colas que por momentos han llegado a rodear la plaza recientemente creada ante la basílica.

En cuanto al turno exclusivo para hermanos (de 07:00 a 09:00), la corporación estima que unos 2.000 han pasado en total por el besamanos (500 diarios de media), contabilizándose en esta cifra los hermanos que volvían a ponerse en la cola.

La hermandad ha puesto en marcha este año toda una serie de medidas encaminadas a hacer más llevadera la espera del besamanos. Como ha publicado en más de una ocasión la hermandad en sus cuentas oficiales estas novedades han permitido aliviar las colas, reduciendo notablemente el tiempo de estancia en ellas con respecto a años anteriores.

Las medidas puestas en marcha por la Hermandad de la Macarena han consistido, entre otras, en la creación de nuevo itinerario de entrada y salida para besar la mano de la Virgen de la Esperanza, la regulación de las fotografías ante la imagen, un turno específico exclusivamente para los hermanos, o un parking para los carritos de bebé en el atrio.

La corporación que preside José Antonio Fernández Cabrero ha señalado que los datos “sólo demuestran que verdaderamente ha sido el besamanos de la gente, de los hermanos, de los devotos y de las personas que han venido desde todos los puntos del planeta a besar la mano de la Virgen. Queríamos situar en el centro del besamanos a la Virgen y al devoto, y parece que lo hemos logrado”.

En la tarde de ayer, el cardenal Amigo Vallejo, arzobispo emérito de Sevilla, presidió la función solemne a la Virgen de la Esperanza en el día de sus festividad. Una gran cantidad de hermanos y devotos acudieron a la misa, por lo que se habilitaron unas pantallas en el atrio para que pudiera seguirse la misa.

Una vez cerrados los cultos, la Virgen de la Esperanza fue llevada de nuevo a su camarín donde luce ataviada con el manto azul y plata del taller de José Caro (1937-1940), restaurado por Rosario Benardino en 2007 y la corona de Emilio García Armenta (1969).