La aldaba
Carlos Navarro Antolín
Más allá de la voz de la Laura Gallego
opinión
Salimos a rendir culto al Santísimo Sacramento en la Catedral y no a ver cómo el paso de palio casi es derribado por una avalancha (año 2000), cómo un guardia civil se echa la mano a su arma reglamentaria en la calle Cuna (año 2015) o cómo se pierden canastos y manoletinas por efecto de avalanchas en el Salvador y también en Cuna (año 2017).
Salimos a hacer la doble genuflexión ante el Monumento, rezar una breve estación y volver a San Antonio Abad, y no a ser dos veces desarbolados en menos de media hora, perder enseres personales y tener que hacer el resto del camino agrupados, con los cirios apagados y con escolta de Protección Civil.
Salimos, en mi caso, en un tramo con menores de entre 10 y 16 años que se están forjando una imagen de la Madrugada muy distinta a la que a nosotros nos legaron. ¿Qué Madrugada les vamos a dejar a ellos?
¿Cómo les explicaremos que esto ni es ni debe ser así? Ya van, en total, cuatro años aciagos, cuatro noches en las que, hasta ahora, nunca había pasado nada grave, pero quienes las hemos vivido todas de cerca o de lejos, directa o indirectamente, sabemos lo desagradable, violento y acerado que puede llegar a ser sentirse zarandeado cuando se va de nazareno, arrastrado por una masa cuando se está en una silla tranquilamente, o desconcertado cuando se sale de la Catedral tras ver al Gran Poder y en la calle parece dominar una histeria intermitente sin causa conocida. Salimos para rendir culto al Santísimo: adultos y menores, nazarenos y pajes, sacerdotes y laicos.
Nos ha tocado vivir un tiempo muy delicado con esta Madrugada cuatro veces rejoneada por la mala educación, la crisis de autoridad, la cultura del vocerío, la noche concebida como fin de año y la fiesta, cualquiera que sea, entendida por algunos como una perpetua despedida de soltero.
La Madrugada es un fracaso, espejo perfecto de la sociedad de hoy. Las fotos de palos intervenidos, los datos de detenciones y el ingreso de una persona en estado grave parece el balance de un partido de fútbol de alto riesgo. La Madrugada es la consecuencia directa de la falta de educación y de una fuerte crisis de valores. Los malos van ganando terreno, los buenos van cogiendo miedo si es que no se han ido a las playas o prefieren la televisión.
Salimos a rendir culto al Santísimo, no a pasar miedo o a quitarle el miedo a niños, nuestros niños, a los que tal vez algún día haya que pedirles perdón porque les dejamos una Madrugada mucho peor de la que recibimos. Una Madrugada rota. Un fracaso. Una pesadilla. La mañana del Jueves Santo había 25 kilómetros de retenciones hacia las playas de Huelva. Terreno ganado al mar.
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