La Lanzada recuperó el culto externo con la procesión de la Divina Enfermera
Gran ambiente de cofradías en el centro de la ciudad y primer gran cortejo en la pandemia
Gran ambiente de cofradías en las calles de Sevilla durante el primer sábado de octubre. Desde la Iglesia de San Martín hacía su procesión la imagen de la Esperanza Divina Enfermera, titular letífica de la Hermandad de la Lanzada. El primer gran cortejo desde que se reanudasen los cultos externos durante la pandemia, compuesto por unas trescientas personas. En esta ocasión no participó la banda de Banda de las Tres Caídas de Triana en la cabecera de la comitiva, como es habitual.
El presidente del Consejo de Hermandades, Francisco Vélez, así como hermanos mayores del Miércoles Santo, acompañaron a la Virgen de la Esperanza en la presidencia del paso.
Olor a nardos, la flor típica de esta época del año, que sobresalían por las esquinas de la canastilla. También el incienso perfumaba las estrechas calles por las que transitó la procesión, como Saavedras, Amparo o José Gestoso. La Virgen bendijo a los residentes del Hospital del Pozo Santo, aunque sus puertas permanecieron cerradas, y visitó a los conventos de las Hermanas de la Cruz y del Espíritu Santo, que sí ofrecieron sus cantos y oraciones a la Divina Enfermera.
Como anécdota, la cruz parroquial se topó con el paso de la Virgen de la Cabeza en la esquina de la calle Alcázares con Santa Ángela de la Cruz, causando un leve parón. Las dos cofradías trazaron itinerarios con calles en común.
La última visita tuvo lugar en San Juan de la Palma, a la Hermandad de la Amargura. Sonó la marcha de Font de Anta dedicada a esta dolorosa del Domingo de Ramos, en la esquina de la calle Feria.
La voz de Ismael Vargas se volvió a escuchar en la delantera de un paso, tras dos años de procesiones suspendidas. Los costaleros hicieron uso de las mascarillas bajo las trabajaderas, y los faldones de los costeros lucían recogidos en una tarde calurosa y con sensación de bochorno. Por otro lado, la Banda de Música de María Santísima de la Victoria, que dirige José Manuel Toscano, interpretó un cuidado repertorio de marchas procesionales tras el paso.
Durante toda la procesión, la Hermandad de la Lanzada llevó a cabo una cuestación para recaudar fondos para los damnificados por el volcán de La Palma.
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