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Hermandades para el siglo XXI

En muchos aspectos son equiparables a una Pyme Su funcionamiento podría estar más 'profesionalizado'.

Hermandades para el siglo XXI
Juan Parejo

26 de marzo 2013 - 01:00

¿Es equiparable la gestión de una hermandad y la de una Pyme? La respuesta es que no sólo lo es, sino que debería ser similar, siempre teniendo en cuenta los condicionantes propios de una hermandad. La gestión de las cofradías es cada vez más profesional. El número de personas que las integran, que se pueden contar por miles, es equiparable al de otras organizaciones, clubes e instituciones. El presupuesto que manejan también es equiparable -muchas veces los superan- al de las pequeñas y medianas empresas. Todas las hermandades cuentan con procesos complejos que necesitan de un aprendizaje y una metodología. Con estos condicionantes, Ignacio Valduérteles Bartos, director del Instituto de investigación aplicada a la Pyme, pronunció en el inicio de la cuaresma en el Arzobispado la conferencia Hermandades para el siglo XXI: La gestión de las Hermandades, dentro de la cuarta edición de las Jornadas sobre cuestiones jurídicas para hermandades y cofradías, que organiza cada año la delegación diocesana de Hermandad y Cofradías.

Valduérteles, que además es teniente de hermano mayor de la Soledad de San Lorenzo, ofreció una visión, siempre desde su óptica personal, de cómo deberían funcionar las cofradías en la actualidad. "Se podría decir que las hermandades no dejan de ser empresas, pero con unas características muy particulares. Expuse un modelo de gestión propio de asociaciones para poder cumplir mejor con nuestros fines, que es lo más importante".

Una de las claves que identifica Valduérteles en su análisis, y que tiene muy en cuenta, es que las hermandades son asociaciones públicas de fieles de la Iglesia, y como tal deben funcionar. "Las estructuras actuales de las hermandades son correctas. Los miembros de una junta de gobierno forman un buen equipo siempre que desarrollen sus cometidos de manera adecuada, incluso más a fondo. Habría que profundizar más".

Para profesionalizar la gestión lo primero sería hacer una planificación estratégica para tener una visión a medio plazo. "Cuando una junta de gobierno entra tiene tres o cuatro años de mandato. Se tienen que preguntar qué es lo que quiere hacer, cómo ven la hermandad, cómo quiere que se la perciba... es muy importante definir el escenario para un mejor cumplimiento de nuestros fines, que son la formación, el culto, la caridad, o la conservación del patrimonio".

Otro aspecto importante es identificar y marcarse una serie de objetivos. "Por ejemplo, organizar cuatro acciones formativas al año y que vengan el 5% del censo de hermanos". Es importante que los objetivos sean medibles, para comprobar si se alcanzan, que sean claros y realistas, tal y como sucede en cualquier empresa.

Una buena gestión económica también es básica para el funcionamiento de toda la estructura de la corporación. La contabilidad es una herramienta de gestión y, como tal, se debe ajustar al Plan General Contable. "Muchas veces las cuentas se llevan de manera muy compleja, aunque estén bien llevadas. Lo ideal es que sean entendibles por todos".

Una vez que se cuenta con una buena planificación, unos objetivos bien marcados y una gestión económica ajustada al Plan General Contable, es muy importante establecer un control de los procesos que se llevan a cabo. Es el siguiente aspecto a tener en cuenta para mejorar el funcionamiento interno de las hermandades. Las hermandades realizan numerosos procesos, como el reparto de papeletas, los cultos, las acciones formativas o de caridad. Es muy importante normalizar estas acciones: "Hay que tener unas normas para saber cómo se hacen, para que cuando cambien las personas se sigan haciendo de la misma manera. También hay que hacer una serie de auditorías internas para ver que se hacen de manera correcta".

El último capítulo que las hermandades deberían mejorar es el de la comunicación. Es muy importante diseñar un plan de comunicación, con una serie de objetivos, dejando patente la imagen que se quiere transmitir, o identificando los destinatarios. "La mayoría de las hermandades entienden muy mal la comunicación. La ven como un proceso por el que llamo a un amigo que tengo en la prensa para que publique tal o cual cosa. No es así. Tiene que haber un responsable y la hermandad tiene que tener una única cara y voz que es la del hermano mayor".

¿Y quién o quiénes deben poner en práctica todo esto? El hermano mayor liderando a toda su junta de gobierno. "Un hermano mayor tiene que saber sacar lo mejor de cada uno. Debe poner su prestigio al servicio de la hermandad, no servirse de la hermandad para alcanzar un prestigio que no ha sido capaz de obtener por su propios medios". El hermano mayor, como primer hermano de una cofradía, debe ser una persona formada, no un doctor en Teología, pero sí con criterio. Debe tener también una buena formación humana, intelectual y doctrinal; y ser capaz de desarrollar un discurso. Tres son las condiciones que tiene que tener una persona para poder aspirar a regir una hermandad, según Valduérteles. Capacidad de liderazgo, "que sepa crear espacios de libertad en los que cada miembro de la junta de gobierno sepa dar lo mejor de sí mismo". Solidez doctrinal, "razón y fe no se oponen: ambas vienen de Dios". Y obediencia a la Iglesia: "Desde la libertad. Así entendida perfecciona a la persona".

Con estos consejos, según apunta Valduérteles, se consigue un nuevo modelo de gestión que llevaría a las hermandades al siglo XXI. Todas las consideraciones serían exportables también al Consejo de Cofradías, institución que engloba a todas las corporaciones de la ciudad.

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