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Grandioso estreno, '¡Qué verde era mi valle!'

Así era la ciudad que recibe a la joven que ingresó en las Hermanas de la Cruz

Junto a Elena Benjumea, en Sevilla, en el año 1942 cuando vino a conocer el convento de las Hermanas de la Cruz.
Francisco Correal / Sevilla

17 de septiembre 2010 - 05:03

Europa (el mundo entero) estaba en guerra y España en posguerra. El contexto en el que una joven madrileña de 18 años ingresa aquel 8 de diciembre de 1944, día de la Inmaculada Concepción, en el convento de las hermanas de la Cruz. Paracaidistas británicos saltaban sobre la Acrópolis, los rusos invadían Budapest, los japoneses partían en dos China, en Moscú se reunían Churchill y Stalin y el Sevilla se preparaba esa misma semana de diciembre para recibir al Atlético Aviación.

El gran acontecimiento social en la Sevilla de la época era la boda que tendría lugar unos días más tarde en la Catedral entre la princesa doña Esperanza, tía del futuro rey Juan Carlos, un niño de 8 años, y su prometido don Pedro de Orleans y Braganza. El Club Pineda les dio una fiesta de despedida, con cena seguida de baile. La noticia no debió salir en las páginas de Le Monde, que ese mes de diciembre salió por primera vez. Posiblemente alguno de los contrayentes leyó uno de los libros que más recomendaba la prensa local, un compendio de alocuciones del papa Pío XII a los recién casados.

En ese diciembre de 1944 eran noticia Juan Arza, que había venido tocado de Oviedo y era duda para jugar el domingo con el Sevilla; su buen amigo Pepe Luis Vázquez empezaba su temporada mexicana; y Adelita Domingo, futura creadora de la Escuela de Tonadilleras, era una de las siete alumnas del Conservatorio de Sevilla que daban en el Ateneo el sábado 9 de diciembre un concierto con música de Strauss, Beethoven y la Fiesta mora en Tánger.

El alcalde de Sevilla era un duque, Rafael Medina, duque de Alcalá de los Gazules (un pueblo gaditano que sigue mandando en la política andaluza) y el presidente de la Diputacion, un marqués, Ramón de Carranza, marqués de Soto Hermoso. El gobernador civil (y jefe local del Movimiento) era Fernando Coca de la Piñera. La víspera del ingreso conventual de Madre María de la Purísima, tenía una agenda muy cargada: recibía a autoridades civiles y militares, a particulares, incluida la delegada de la Sección Femenina en Cádiz, a los cónsules de Alemania y Francia, y a los alcaldes de Dos Hermanas, Castilleja de la Cuesta, Gerena, Montellano, Los Palacios y Peñaflor.

Se recomendaban lecturas femeninas. De la novela El corazoncito de una campesina, de Berta Ruck, se dice que "está escrita a la manera romántica de Walter Scott". El sábado 9, en "vermut selecto", grandioso estreno en el Palacio Central. ¡Qué verde era mi valle!, de John Ford. Purísima era la palabra que más se repetía en los periódicos. El cardenal Segura presidía la misa pontifical en la Catedral de Sevilla. "Hoy, día de la Purísima, su foto de boda sólo podrá hacérsela en Cubiles. Fotógrafo de bodas". El tiempo no pasa por los plenos municipales. La Comisión Permanente del Ayuntamiento acordaba "la enajenación, mediante concurso, de terrenos del Prado de San Sebastián".

El día de la Inmaculada se interrumpía por obras "hasta el día 11" el suministro de aguas de los Caños de Carmona, que también se conocían como manantial de Santa Lucía. Anuncios en prensa de empresas que todavía permanecen: Félix Pozo (O'Donnell, 4). "Joyería, Relojería, Platería. Máquinas Fotográficas". Empresas que ya no existen, pero con apellidos que siempre permanecerán: Talleres Jiménez Becerril. "Fundición de Hierro y Bronce. Talleres de Cerrajería".

El Sevilla goleaba al Atlético de Aviación y el Betis perdía ese fin de semana en León con la Cultural Leonesa. La goleada de la jornada se la propinó el Atletic de Bilbao al Barcelona, con goles de Zarra, Panizo e Iriondo. Los blaugranas ganarían la Liga una temporada antes de que lo hiciera el Sevilla. La temporada que Madre María de la Purísima llega a Sevilla subió a Primera el Alcoyano. Exponente balompédico de la Moral.

La ciudad vivía inmersa en dos homenajes: uno a Guillermo Campanal, ídolo sevillista, al que se sumaron desde Ricardo Zamora a un obrero de Hospitalet, aficionado sevillista, que enviaba los honorarios de una jornada de trabajo (quince pesetas). El otro homenajeado era Ramón Resa, presidente de la Asociación de la Prensa. Se sumó el delegado nacional de Prensa, Juan Aparicio. El homenaje tuvo lugar en el teatro San Fernando, con presencias estelares como Pepe Pinto o la compañía de revistas de Celia Gámez, que poco después iniciaría su gira artística por América. Los dos teatros más importantes de la ciudad representaban obras de dos compañías gobernadas por mujeres: la de María Fernanda Ladrón de Guevara hacía Rosas de otoño, de Jacinto Benavente, en el teatro San Fernando, y la de Celia Gámez Si Fausto fuera Faustino en el Cervantes.

Franco inspecciona las obras del Valle de los Caídos en compañía de Pedro Muguruza, director general de Arquitectura. El Caudillo y su esposa le regalaron a la infanta Esperanza y a su prometido una bandeja de plata repujada con los escudos de los contrayentes. En la misma página, un anuncio: "Se vende Quincalla". La prensa era adicta, sólo en el fútbol se permitían licencias. El enemigo no tenía matices: tan malos eran los maquis como Madariaga. Los problemas ocurrían en otros sitios: "Cientos de taxis paran en plena calle en Washington por falta de gasolina".

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