El Gran Poder en Los Pajaritos, el triunfo del extrarradio

El Señor se reencuentra con la Sevilla más auténtica, la que habita en barrios tan humildes como Los Pajaritos, donde una multitud arropó al Señor hasta su entrada

Así ha sido el traslado del Señor a Los Pajaritos

Santa Misión del Gran Poder. / Antonio Pizarro

Acaban de dar las cuatro de la tarde y el Señor del Gran Poder se pierde por Marqués del Nervión. Lo esperan en los colegios de la Sagrada Familia y del Sagrado Corazón. Y luego en la iglesia de la Concepción, sede de la cofradía de la Sed. Allí estará, entre otros, el hijo de Juan Araújo, protagonista de la leyenda más repetida que surgió tras las misiones de 1965, esa que decía que el Gran Poder le devolvió su visita a un devoto, ex jugador del Sevilla y dueño de un taller mecánico, que se había enfadado con él porque no pudo salvar a su hijo.

Lo cierto es que el niño ni enfermó ni murió, aunque sí que el Gran Poder fue a refugiarse de la lluvia en el taller del futbolista. Pero aquello quedó en el ideario colectivo sevillano como una leyenda más. Una de tantas que rodean la Semana Santa de Sevilla y que pasan de padres a hijos, sin que ya importe demasiado cuánto hay de realidad y cuánto de mito.

Entrada del Gran Poder en la parroquia de la Blanca Paloma / Juan Carlos Muñoz

Cincuenta y un años después de aquella historia, la imagen de Jesús del Gran Poder vuelve a recorrer las calles de Nervión, esta vez sin lluvia ni amenaza de ella, con un sol radiante que obliga a buscar la sombra de los grandes edificios cuando el cortejo pasa por Luis Montoto. Gira el Señor a la derecha por Marqués de Nervión, y deja a tan sólo unos pocos metros a su izquierda el templete de la Cruz del Campo, erigido por la cofradía de los Negros de Sevilla en el siglo XIV y que se considera uno de los orígenes de la Semana Santa sevillana, después de que el marqués de Tarifa estableciera en él el final del Via Crucis que salía de su palacio, la Casa de Pilatos.

Dos policías nacionales levantan a una anciana al paso del Señor.
Dos policías nacionales levantan a una anciana al paso del Señor. / Juan Carlos Muñoz

Hasta aquel humilladero que varios siglos más tarde daría nombre a una de las marcas de cerveza más antiguas y señeras de España llegaban los cofrades que llamaban disciplinantes, dándose latigazos en la espalda y rezando las catorce estaciones de un Via Crucis, que desde hace décadas están señaladas con azulejos. El que muestra la imagen del Gran Poder está en la calle Águilas, también a escasos metros de un lugar que ayer recorrió el Señor.

Muy cerca del templete, en la avenida del mismo nombre, se levanta el bar Cruzcampo, un histórico negocio del barrio de Nervión. De él no paran de salir camareros con platos. El bar está repleto. "Se nos ha acabado la comida. Y no ha sido por una falta de previsión, sino porque no teníamos más sitio para guardarla. Estamos a tope, dando comidas desde las doce y media de la mañana", explica Pepe Roldán, uno de los propietarios de un establecimiento que levantó su padre, Antonio, en los años cincuenta del pasado siglo. Horas antes, Pepe y sus hermanos, Rafael y Jerónimo, portaron las andas del Señor del Gran Poder. Fue en la calle Valle. "Ha sido muy emocionante. Yo iba el primero, se nos ha acercado una señora que se ha agarrado al palo y ha comenzado a llorar. Y casi que hemos acabado llorando todos".

Expectación en la calle Galaxia.
Expectación en la calle Galaxia. / Juan Carlos Muñoz

Por la avenida de la Cruz del Campo baja mucha gente buscando el encuentro del Señor con la cofradía de la Sed. Otros quieren verlo en Los Pajaritos, donde el barrio se prepara para un día histórico. En la puerta de la iglesia de la Blanca Paloma hay gente desde poco antes de las cinco de la tarde. Hay cierta confusión sobre la puerta por la que entrará el Señor y hay público en las dos. Una mirada a Google resuelve la cuestión y la gente se dirige a la de la calle Alondra. Un cartel anunciando la llegada del Gran Poder al barrio y el asfalto recién colocado, que todavía huele un poco a alquitrán, son indicios claros de que están en la puerta correcta.

Los primeros son María Jesús Moreno, su hija Asunción y el novio de ésta, Francisco Pérez Luque, y Ángeles Garrido. Las dos mujeres mayores recuerdan las misiones de 1965 y cuentan que llegaron a los Pajaritos en los años sesenta procedentes del centro. "Vivíamos en un corral de vecinos de la calle Jesús del Gran Poder. Estoy bautizada allí", explican. Francisco dice que la visita del Señor a su barrio es "un milagro". Porque no es sólo a su barrio, sino casi a la puerta de su casa, ya que vive frente a la parroquia. "No hace mucho fui a llevarle un ramo de rosas a la Basílica. Había hecha una promesa y le llevé las flores. Hoy Él viene a devolverme esa visita. Quiero que sepa que nunca le van a faltar flores, les voy a llevar todas las que hagan falta", expone, emocionado.

El Gran Poder, en Madre de Dios.
El Gran Poder, en Madre de Dios. / Juan Carlos Muñoz

María Jesús añade que ya lo dice su nombre, "tiene mucho poder". Y apunta que ella es del Gran Poder y "de todos los santos, en general". "Tengo mucha fe, no entiendo cómo hay gente que pierde la fe", se pregunta. No han dado aún las cinco de la tarde. Va llegando gente a la puerta de la parroquia pero queda todavía un buen rato para que se intuya al menos la llegada del Señor.

Va uno a buscar un bar y el más cercano es el Nene, uno de los negocios más conocidos de Los Pajaritos, ubicado en la calle Tórtola. Hasta hace poco lo ha regentado Antonio Tejada, el Nene, que lo compró en 1980 a un antiguo concejal del Ayuntamiento de Sevilla. Antes fue linotipista y ayudante de talleres en El Correo de Andalucía, y cuando las máquinas fueron sustituyendo al personal, pasó a repartir periódicos, un oficio que desempeñó durante años y que le permitió conocer los quioscos de toda la provincia de Sevilla, la de Cádiz y la de Córdoba. También le permitió ahorrar dinero para comprar el bar, desde el que ha visto cómo han ido pasando los años y su barrio se ha ido deteriorando hasta convertirse en uno de los más humildes de España.

Vecinos contemplan el paso del Señor desde una ventana.
Vecinos contemplan el paso del Señor desde una ventana. / Juan Carlos Muñoz

"A mí siempre me ha ido bien, pero pago mis impuestos y tengo que competir con los bajos en los que se vende de todo por las ventanas, y contra los que nadie hace nada", denuncia. Incluso tuvo que empezar de nuevo porque sufrió un incendio hace tres años. Ahora el bar lo lleva su hijo, pero él acudió ayer a echar una mano porque había más clientela de la habitual. Un efecto de la llegada del Gran Poder. Tejada agradece la visita pero aprovecha para quejarse. "No entiendo por qué han arreglado sólo las calles por las que va a pasar el Gran Poder. Llevo aquí desde 1980 y no he visto reparar nunca ni un bache en esta calle. Pero, claro, por aquí no va a pasar".

Llega la hora del café y el Nene se queda en la máquina, mientras que en la puerta de la Blanca Paloma ya empieza a acumularse algo más de público. De nuevo hay cierta confusión. Ahora la duda es si pasará por la parte de arriba de la calle Galaxia, la más cercana al mercado de la Candelaria, o por la de abajo, más próxima al barrio de Madre de Dios. Así que hay quien le pregunta al primer policía que llega a cortar el tráfico y arrastra a una marea consigo.

Entrada de Jesús del Gran Poder en la parroquia de la Blanca Paloma.
Entrada de Jesús del Gran Poder en la parroquia de la Blanca Paloma. / Juan Carlos Muñoz

En los balcones de Madre de dios cuelgan carteles y pósters de Jesús del Gran Poder. Hasta una toalla con la imagen del Señor estampada. En el bazar chino de la calle Navío Argos se venden más botellas de agua que cualquier otro día, porque hace calor y con la mascarilla se reseca mucho la boca. En el mostrador atiende Ana Xiao Wei Xu, que se muestra muy contenta con la visita del Gran Poder.

Muy cerca del bazar una familia se ha montado un palco improvisado con un par de sillas de playa y un andador para personas mayores. Allí esperan la llegada del Señor Eva Auñón, Lola Calzón, María de los Ángeles Mudarra y los padres de ésta, Ángel y Magdalena, de 91 y 89 años. Viven en la torre de enfrente, en la calle Navío Argos, y han encontrado un lugar idóneo para presenciar el paso de Jesús del Gran Poder sin tener que estar de pie tanto tiempo. El hombre explica que la familia iba mucho a San Lorenzo y de paso comían en El Sardinero. "Pero ha cambiado de dueño y ya no es lo mismo". Su mujer dice que es muy devota de la Soledad de San Lorenzo, porque lo es también de la Virgen de la Soledad de su pueblo, Huévar del Aljarafe.

Su hija les acompaña y también aprovecha para una reivindación. "Han estado esta semana limpiando el barrio todos los días, y han pintado hasta los columpios de los niños, que daban lástima. La pena es esa, que tenga que venir el Gran Poder para que hagan algo aquí en el barrio. Todos los días debería venir. Y si no el Gran Poder, la Macarena o la Esperanza de Triana".

Jesús del Gran Poder, en la Blanca Paloma.
Jesús del Gran Poder, en la Blanca Paloma. / Juan Carlos Muñoz

En Navío Argos hay un ambientazo, de día grande. Es lo más parecido a un Domingo de Ramos que la ciudad ha vivido en dos años. En el límite del barrio, en la Ronda del Tamarguillo, se agolpa el público esperando una revirá. Se suceden los clásicos de la bulla: "Oiga, ¿se va a quedar usted ahí delante? Es que llevamos un buen rato". Y llegan los primeros policías locales que piden al público otro clásico: "por favor, echénse para atrás".

En la calle Galaxia, más ancha, hay más espacio. Se puede ver bien la procesión. Un joven con los brazos llenos de tatuaje le explica a otro la importancia del momento: "Tú no vas a ver a este Cristo otra vez por aquí por lo menos en 400 ó 500 años. Esto es histórico, churra". Una mujer le detalla a su vecina cómo serán las próximas salidas del Gran Poder por el barrio. "Pero no lo entiendo, si va a ir de la Blanca Paloma a la Candelaria, que está ahí al lado, ¿cómo va a tardar seis horas?". Un niño juega con el móvil hasta que ve pasar al globero y llama la atención de su padre. Elige el de Pocoyó. "Por aquí no he pasado en mi vida", dice un hombre trajeado a sus acompañantes. La Sevilla oficial se encuentra con otra mucho más auténtica, la que vive en los barrios. La salida extraordinaria de Jesús del Gran Poder es el triunfo del extrarradio.

Llega la cruz de guía con los atributos de la Pasión a la calle Galaxia. Un niño con la cabeza llena de mechas rubio platino y una camiseta de un equipo de fútbol que el cronista no logra identificar consigue una estampita del Señor y la celebra como si hubiera obtenido el cromo más difícil de su colección. Se hace el Silencio. Llega el Señor. "Todo es sencillo, como es Él", dice una mujer. Una multitud de fieles que lo siguen entonan el Pescador de hombres. Se produce un momento emocionante a la altura de la calle Periscopio. Se ha ido el sol y se ha levantado una brisa agradable. Siguen los rezos y los cánticos, ahora suena Perdona a tu pueblo. "Eres el mejor, ío", exclama alguien cuando se detienen las andas. El Gran Poder entra en la Blanca Paloma de cara al pueblo, como una mañana cualquiera de Viernes Santo. Y el pueblo devuelve el gesto con una ovación sentida.

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