La aldaba
Carlos Navarro Antolín
El Gran Mediocre, el ausente y los lacayos en el Congreso del PSOE
El Cerro
Las camas hechas, la ensaladilla y el bacalao en la nevera y las aceras barridas y baldeadas. Así amaneció el barrio en un día escrito en rojo que no marca ningún calendario. Y así, en el quicio del número 54 de la calle Aragón, esperaba Ana la llegada de la cofradía, con 87 años a sus espaldas. Esperó, pero lastimosamente no la vio. Un equipo del 112 hubo de sortear calles y filas de nazarenos para atender la llamada de sus familiares y lograr llegar a su casa, donde en un descuido cayó instantes antes en un fallo de equilibrio. Para cuando su nieto Jesús la recogió del suelo, el Cristo del Desamparo y Abandono atravesaba por delante de su casa. El personal sanitario tuvo que llegar a pie y posteriormente trasladarla a la ambulancia aparcada en la esquina en camilla, por mitad de los tramos de nazarenos. Decían que no había peligro, pero que venía bien una visita al hospital. Ya no había lugar para otro tipo de caídas, del estilo de las que un rato antes gastaba Ana a todo el que la quería oír. Como cuando le preguntó al novio de una nieta de su cuñada Lola que si era soltero... y también si "entero".
Colgaduras en los balcones y bares en plena tarea de servir desayunos tardíos. Las radios recordaban al fallecido periodista Manuel Lorente, inmortalizado por Miñarro en el romano del misterio que señala a Longinos. Y un apunte de estreno: la inclusión de una lanza historicista como la que supuestamente atravesó el costado del Cristo. El sol se agradeció en una mañana fría de vientos traicioneros que acompañaron a los larguísimos tramos de nazarenos camino de la Catedral. Barrio, con sabor a barrio. Y con nazarenitos en carritos, y con madres cargadas de bocadillos, y con ternos de estreno. Y con una fe y devoción por la Virgen de los Dolores que traspasa distritos.
Pasaban las dos de la tarde cuando la dolorosa del Cerro reviraba hacia la Avenida de Hytasa. Atrás quedaba la suelta de palomas en su salida de la parroquia, y la despedida del barrio en el giro del palio ordenado por Guillén, el capataz, para mostrar el bellísimo rostro de la Señora a los vecinos de la zona sur de Afán de Ribera.
El todavía alcalde de Sevilla, Alfredo Sánchez Monteseirín, se presentó en calidad de ex vecino del arrabal, pero no dudó en repartir pines y portar vara en la presidencia del palio en un territorio que los sondeos electorales todavía no pintan de hostil. Sabor a despedida, aunque con regusto a hiel.
También te puede interesar
Lo último
No hay comentarios