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Coronada por la devoción del pueblo

Aniversario en San Gil

Este jueves se cumplen 100 años de la coronación popular de la Virgen de la Esperanza y del estreno de la primera presea de oro de las cofradías sevillanas.

La corona, ya terminada, en la Joyería Reyes.
Juan Parejo

13 de marzo 2013 - 05:03

"A mayor honra y gloria de la Santísima Virgen de la Esperanza". De este modo comenzaba la convocatoria de la Hermandad de la Macarena para el acto que tuvo lugar en la iglesia de San Gil el 14 de marzo de 1913, Viernes de Dolores. No era una convocatoria cualquiera. Se llamaba a presenciar la que fue la primera imposición-coronación contemporánea de una Dolorosa en Sevilla. No había breve pontificio. Fue una iniciativa de la corporación. Dos cardenales estuvieron presentes en la ceremonia. Se estrenó una corona de oro, realizada gracias al esfuerzo de los macarenos, que fue una auténtica revolución tanto en su material, como en sus formas y en la técnica empleada. El deseo que un día tuvo Juan Manuel Rodríguez Ojeda se vio cumplido aquella jornada. Este jueves se cumple un siglo de la primera coronación contemporánea de una Dolorosa en Sevilla. La coronación popular de la Macarena.

La Virgen presidió el acto en el presbiterio de la parroquia de San Gil en su paso de palio, el rojo bordado en 1908 por el genio de Ojeda, y el manto de malla, estrenado en 1900. Fue un acontecimiento en la ciudad. Algo desconocido hasta entonces. El historiador Santiago Montoto, informó así del acto en el diario Abc: "En el presbiterio el cardenal (Almaraz), revestido de pontifical bendijo la corona, que le fue mostrada en colosal bandeja de plata, de donde la tomó el canónico lectoral hispalense (Muñoz y Pabón) quien, con hábito coral, suelta la larga cola, subió al incomparable paso en que la Virgen cruza en triunfo las calles en la noche del Jueves Santo, sostenida, empujada por latir del corazón de los macarenos. El lectoral, conmovido, con lágrimas en los ojos y con temblores emocionales en las manos, colocó en las sienes de la imagen la corona de oro que sus hijos le ofrecían". Desgraciadamente en la hermandad no se conserva ningún testimonio gráfico de aquel acto que era totalmente novedoso en el mundo de las cofradías.

La iniciativa de esta coronación, aunque acudieron cardenales y todas las autoridades de la ciudad, fue exclusiva de la hermandad, presidida en aquel momento por Antonio Luque Luzón. "Juan Manuel Rodríguez Ojeda había organizado una coronación para la Virgen de la Esperanza. El motivo era que se le había hecho una corona de oro y se le iba a imponer de un modo solemne. Pero no se le pide permiso a nadie. Ni al Arzobispado de Sevilla ni al Papa, porque aquí no hacía falta. Desde el siglo XVIII había una prohibición expresa del Vaticano para coronar imágenes. Por un problema que hubo en un país del norte de Europa había que pedir permiso porque la corona era un símbolo de reyes. En Andalucía el pueblo siempre había coronado a sus vírgenes. Aquí nunca tuvieron las connotaciones políticas de otros lugares, por eso se podría decir que la Iglesia miraba para otro lado", explica Andrés Luque Teruel, profesor titular de Historia del Arte de la Universidad de Sevilla.

Varios artistas presentaron sus ideas para la nueva presea. En cabildo de oficiales, celebrado el 10 de octubre de 1912, se elige el diseño rompedor de Rodríguez Ojeda. Los hermanos lo acogen por aclamación en cabildo general celebrado el 24 de noviembre. "Era totalmente nuevo y rompedor. Para empezar porque estaba hecha en oro. Hasta entonces las coronas clásicas sevillanas habían sido de plata y luego de plata sobredorada. Las dimensiones también son mayores. Es la primera que supera la medida equiparable al volumen de la cabeza de la imagen. Cambia la relación con el paso. Por eso se hizo una maqueta en cartón para ver cómo funcionaba y las incidencias que pudiera ocasionar".

Los trabajos en oro batido, cincelado, repujado y esgrafiado, se prolongaron durante cuatro meses en la Joyería Reyes. Su precio fue de 12.500 pesetas y se podría decir que se pagó con tres grandes partidas. Dos de ellas, corrieron a cargo de José Gómez Ortega Gallito y Manuel Jiménez, mayordomo de la cofradía. Ambos aportan una cantidad parecida. Y una tercera parte, la más importante, corrió de manos del pueblo fiel y devoto de la Esperanza. "Proporcionalmente aportaron tanto o más. Se hicieron suscripciones populares en los mercados de la Feria y la Encarnación y en los establecimientos del barrio".

Aquella coronación popular impuso un modelo que luego seguirían otras muchas hermandades, como la de San Roque, con Gracia y Esperanza, en 1960; o el Baratillo, con la Caridad, en 1947. Muchos años después, el cardenal Amigo les dio rango de coronación canónica a aquellas imposiciones. "De esa manera, se podría decir que están coronadas antes que la Macarena, que es la primera imagen de penitencia coronada públicamente en Sevilla. ¿Por qué la hermandad no ha solicitado el reconocimiento a aquella primera imposición cuando el hecho es el mismo, se produjo exactamente igual y fue la primera Virgen coronada públicamente? Pues porque se coronó canónicamente en 1964. El prestigio de las coronaciones se produce con el cambio social producido después de la Guerra Civil y las nuevas costumbres. Entonces se coronan la Amargura y la Esperanza. Hasta ese momento lo importante era tener una corona y ponérsela a la Virgen".

La corona

La corona estrenada por la Macarena en 1913 supone una ruptura total con lo conocido hasta entonces. Además de por el volumen, por el diseño que va a cambiar. "El canasto tiene una estructura equiparable a las barrocas, pero cuenta con elementos regionalistas clarísimos, como las cortinillas de oro o los esmaltes de colores. El trabajo en las imperiales presenta un cincelado plano que equipara los elementos de candelieri con los vegetales. La ráfaga está inspirada en la cerrajería clásica sevillana. Tanto la barroca como la regionalista". El tercer aspecto totalmente novedoso es la técnica empleada. La corona es una obra de joyería. Está cincelada, no repujada como se hace en la orfebrería. Es un paréntesis entre lo anterior y los posterior. "Nadie más hace una corona de joyería. El trabajo de joyería de Joyería Reyes se alterna con los del grabador Luis Bracho. Todo bajo la responsabilidad de Juan Manuel".

La junta de gobierno, agradecida, envió a los artífices una caja de vino y un jamón y fue a recogerla con la banda de cornetas y tambores de los Armaos tocando marchas procesionales. "Fue todo un acontecimiento, respaldado por el entusiasmo de los macarenos, que acompañaron a los oficiales en un ambiente festivo por las calles de la ciudad".

Para la coronación de 1964, la hermandad enriqueció la pieza, algo que no comparte Andrés Luque: "Es adulterar lo hecho por su creador. Es una barbaridad. Si decimos que Ojeda es un genio, ¿cómo nos atrevemos a corregirle?".

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