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Coronaciones: De la Fábrica de San Pedro al obispo diocesano

Las coronaciones aprobadas en Roma requieren un breve y un legado pontificio

En 1981 se modifica el ritual

Coronación de la Virgen de los Reyes en 1904.

La Virgen de los Reyes, la Virgen de la Antigua, María Auxiliadora de la Trinidad, la Virgen de la Amargura, la Esperanza Macarena y la Esperanza de Triana. Son las seis imágenes marianas de Sevilla capital cuyas coronaciones canónicas han sido pontificas. La bula de la Dolorosa trianera en lugar de con el sello de la Real Fábrica de San Pedro fue emitida con el del Pescador, del Papa Juan Pablo II, algo inédito en Sevilla.

El anuncio a finales de enero de la coronación de la Virgen de los Ángeles de los Negritos, prevista para el 18 de mayo de 2019, fue una sorpresa no sólo por este hecho, sino por ser pontificia, según explicó el arzobispo, monseñor Asenjo. El propio prelado aseguró días después que le sorprendió que en Sevilla las imposiciones contemporáneas no contaran con esta particularidad, cuando él, durante su pontificado en Córdoba, las había tramitado así. ¿Qué supone que una coronación sea pontificia? Básicamente, que es aprobada por la Santa Sede y que puede contar con un breve (documento que emite el Papa con su sello) y un legado pontificio.

“El Ritual de la Coronación de una imagen de Santa María Virgen no es un rito antiguo. Como se dice en los mismos Prenotandos, sólo en el siglo XIX fue incorporado a la Liturgia Romana en el Pontifical Romano (Prenotandos número 4 y la nota número 4). Sin embargo, sí es antiguo el reconocimiento de la realeza materna y misericordiosa de María por parte del pueblo cristiano; reconocimiento profesado de varias formas en las distintas épocas culturales y expresado en la iconografía, en el culto litúrgico y en la piedad popular”, explica Luis Rueda, canónigo y prefecto de Liturgia de la Catedral de Sevilla,

El rito de coronación no se promulga en el Pontifical Romano hasta el año 1897. Anteriormente a esta fecha hubo coronaciones, pero fueron bastante locales y fundamentalmente en Italia. Una coronación canónica es, por tanto, aquella bendición e imposición de la corona que se hace siguiendo las normas establecidas en el Ritual de la Coronación de una imagen de la santa María Virgen. Este ritual pertenece al Pontifical Romano (libro que contiene las celebraciones presididas por un obispo). Todas las coronaciones son canónicas al ceñirse a este ritual, aunque puede ser aprobadas directamente por la Santa Sede, siendo, además, pontificias.

Coronación de la Virgen de la Antigua en 1929.

Antiguamente, había que presentar un expediente en la Real Fábrica de San Pedro para coronar una imagen. “Era la única vía posible. Unas veces lo aprobaban y otras no. Necesitaban de un breve pontificio y se nombraba un legado pontificio”, señala Jesús Pérez Saturnino, experto en liturgia. Desde el año 1981, es el obispo diocesano el que manda coronar una imagen. Éste es el encargado de juzgar sobre la conveniencia de coronar una imagen y de imponer y bendecir.

Coronación de la Virgen de la Amargura en 1954.

También puede delegar este acto en un sacerdote. Antes, era la Santa Sede la que decidía sobre la idoneidad de coronar una Virgen. “La coronación pontificia puede ser mandada por el Papa directamente y la podía hacer por sí mismo, algo que se ha dado pocas veces en la historia, o mediante un legado pontificio, que era lo común hasta el Ritual de 1981. También se entendía por coronación pontificia la que aprobaba el Cabildo de Canónigos de San Pedro del Vaticano. Este cabildo era habitualmente el encargado de tramitar las coronaciones”, subraya Luis Rueda.

Coronación de la Macarena en 1964.

Entre la primera coronación que se hace en Sevilla, la de la Virgen de los Reyes en 1904, a la de la Esperanza Macarena en 1964, se sigue este procedimiento. La de la Patrona de la ciudad y su Archidiócesis fue aprobada por la Fábrica de San Pedro el 19 de marzo de 1904, bajo el pontificado de San Pío X, aunque los trámites se iniciaron a finales del siglo XIX por el beato Marcelo Spínola. El cardenal Ciriaco María Sancha y Hervás, arzobispo de Toledo y primado de España, fue el legado pontificio. Un cuarto de siglo después, en 1929, se corona la Virgen de la Antigua de la Catedral, siendo Papa Pío XI. El legado pontificio fue el cardenal Ilundáin. En el año 1954 tienen lugar dos coronaciones en la ciudad: la de María Auxiliadora de la Trinidad, en mayo; y la de la Virgen de la Amargura, primera Dolorosa en recibir esta distinción, en noviembre. Ocupaba la silla de Pedro Pío XII y el legado pontificio fue en ambas el cardenal Segura, arzobispo de Sevilla. Aunque la Hermandad de la Macarena inició los trámites muchos años antes, tuvo que esperar a 1964 para ver coronada a la Virgen de la Esperanza. La imposición la aprobó un año antes San Juan XXIII, aunque luego fallecería. El legado y encargado de imponer la presea fue el cardenal Bueno Monreal, arzobispo de Sevilla.

María Auxiliadora fue coronada en 1954.

Tres eran los requisitos que antiguamente se pedían para coronar a una imagen de la Virgen. El primero, que gozara de una amplia devoción. El segundo, que se tratara de una imagen antigua. Y el tercero, que la corona fuera de oro. Actualmente, ya no es necesaria que la talla sea antigua, la devoción y popularidad, aunque se tienen en cuenta, han pasado a un segundo plano, ya que el obispo es quien juzga sobre la idoneidad pastoral. Tampoco es necesario que la presea sea de oro, como dice el Ritual: “La diadema o corona que se ponga a una imagen ha de estar confeccionada de materia apta para manifestar la singular dignidad de la santísima Virgen; sin embargo, evítese la exagerada magnificencia y fastuosidad, así como el deslumbramiento y derroche de piedras preciosas que desdigan de la sobriedad del culto cristiano o pueda ser ofensivo a los fieles, por su bajo nivel de vida”.

Coronación de la Esperanza de Triana en 1984.

Antes de la publicación del Ritual de 1981, Pablo VI, tras el Concilio Vaticano II, publicó un motu proprio en el que delegaba ya en el obispo diocesano la determinación de si una imagen mariana reunía los requisitos para ser coronada, salvo en casos excepcionales. “Cuando en ese periodo llegaba alguna petición a Roma se solía devolver a la Diócesis. Pero seguía estando la opción de solicitar la coronación a través de la Fábrica de San Pedro, aunque era más complicado”, añade Pérez Saturnino.

Tras la reforma de 1981, la única coronación pontificia que ha habido en Sevilla ha sido la de la Esperanza de Triana. En la hermandad todavía no se explican cómo la bula no estaba autorizada y sellada por el Cabildo de San Pedro, sino por el mismo Papa San Juan Pablo II.

Coronación de la Virgen del Castillo de Lebrija en 2012.

El arzobispo de Sevilla, monseñor Asenjo, días después de anunciar la coronación pontificia de la Virgen de los Ángeles de los Negritos, mostró su asombro porque las imposiciones contemporáneas en Sevilla no se hayan tramitado de este modo: “En Córdoba todas las coronaciones eran pontificias. Me encontré a mi llegada que en Sevilla eran canónicas, que es un rango inferior”. Tras la reforma de 1981, el obispo es el encargado de aprobar una coronación, pero también existía la posibilidad de que la aprobara la Santa Sede, en concreto la Congregación para el Culto Divino. “Allí lo estudian y si lo aprueban existe la posibilidad de que sea con breve o sin breve pontificio. Si es con breve tarda más porque hay que nombrar un legado pontificio, que también requiere de un breve. Las coronaciones en Córdoba se tramitaron así”, revela Pérez Saturnino.

Monseñor Asenjo, tras su llegada a Sevilla, optó por esta fórmula en la primera coronación que aprobó, la de la Virgen del Castillo de Lebrija, celebrada en 2012. La patrona de esta localidad es la única coronación pontificia de monseñor Asenjo en Sevilla, a la que se sumará el próximo año la de la Virgen de los Ángeles de los Negritos, que además será realiza a los pies del monumento a la Inmaculada en la Plaza del Triunfo.

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