Chaparrón en Santiago con luz verde final
El Rocío
El regreso a casa del Cautivo dio margen al Beso de Judas para ir a la Campana
Fue la primera en la Campana. El Cautivo se volvió y el Polígono San Pablo buscó refugio en el Salvador. Pero más complicado parecía tenerlo el Beso de Judas. Era increíble ver a esos niños con sus túnicas repartiendo caramelos por el Almirante Apodaca. Los mismos niños que un par de horas antes se vieron sorprendidos por unos tremendos latigazos de agua que convirtieron cada puerta de la calle Santiago en guarida de músicos, de costaleros, de simples cofrades o desorientados turistas.
A las tres menos cuarto, José Carretero, hermano mayor de la Hermandad de la Redención, emplazó a los hermanos a la decisión que tomarían media hora más tarde, con la ventaja paradójica del margen que les había dado la vuelta a casa del Cautivo de Santa Genoveva. Y a una hora insólita en condiciones normales, salían los nazarenos, ese patrimonio humano del que hablaba el hermano mayor.
Manuel y Estrella son dos de los muchos niños que salen con el Beso de Judas. Son nietos del cantaor José el de la Tomasa. Otro niño extendía su mano en busca de caramelos. Se llama Luis Miguel, hijo del ex munícipe Luis Miguel Martín Rubio. Empieza a chispear por la calle Almirante Apodaca. ¿Cuántos Lunes Santos habrá en la Hemeroteca Municipal? "Otra vez le llovió por aquí y en el Cristo de Burgos no entraba el paso", dice Martín Rubio. Su niño sale de monaguillo en el Cristo de Burgos. El susto pasó y la comitiva entró por Orfila para estrenar el acceso por la Campana. Algo desangelado. Una sola cofradía en la calle es como una sóla línea de Metro. El encanto de Sevilla está en sus cruces. Las cruces de guía y el arte de cruzarse sus historias, sus gentes, sus risas y sus llantos.
Esperanza Oña, alcaldesa de Fuengirola desde 1991, esperaba al Beso de Judas en San Pedro. No es una advenediza. La diputada autonómica del PP es sevillana de nacimiento, por cuna de la Sed (barrio de Nervión), con afectos en el Valle, las Aguas y la Paz.
Abrían y cerraban paraguas en la disyuntiva de la tarde. El paso de misterio dominaba la escena en la calle Imagen. Un Judas caracterizado como malo de la película. Metáfora de la traición. El cielo ofrecía colores cambiantes, la paleta del tiempo. Atrás quedaba el pánico de los chuzos, las carreras de las madres con los nazarenitos, la entrega de la papeleta de sitio en la puerta de la iglesia. Las noticias que llegaban de otras hermandades. Lo curioso es que con el resto de cofradías en la calle, el Beso de Judas no habría podido salir por necesidades de programa. Recibió una ayuda involuntaria del Cautivo de Santa Genoveva.
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